Hace veinte añazos era yo un muchachín que no se planteaba el hecho de tener el gusto de dirigirme a ustedes para hablar de cine, y en esas estrenaron la rompedora Independence Day, cuyo reclamo me atrajo junto a unos amigos como al resto de los mortales. Se unía al argumento de los extraterrestres invadiendo la Tierra un actor que estaba en la cresta de la popularidad como era Will Smith y unos efectos especiales apocalípticos a los que uno no estaba habituado. Era evidente que no iba a asistir a la película de mi vida, pero recuerdo que la primera mitad de la misma me dejaba cierto regusto a disfrute adolescente, llámenlo placer culpable si quieren. Pero luego la cosa dio rienda suelta al mayor despiporre guionesco que recuerdo y entre chiste y chiste del "Fresh Prince of Bel-Air", la Humanidad se descubre como un montón de seres balbuceantes que se congratulan de poder colocarse bajo la protección del manto de barras y estrellas de aquellos que realmente deben liderar el mundo libre y blablabla. Resumiendo lo que grotescamente nos cuenta esta panda de ególatras infantiles y simples como una pedrada es que el epicentro del mundo, Estados Unidos, se ve atacado por unos alienígenas, que lo demás importa bastante poco si por allí se pierde la batalla, puesto que estaríamos condenados todos si los queridos mascadores de chicle no les patean su sucio culo a los malos. No solo ganan los buenos y repelen el ataque, sino que lo hacen liderados por un ser supremo que se hace llamar "señor presidente", alias Bill Pullman, y que cuelga el traje de chaqueta para enfundarse el disfraz de piloto de caza e ir en primera línea de combate. Así, sin anestesia ni cortarse un pelo. Ante semejante espectáculo, la vergüenza ajena se fue apoderando de mí y salí del cine sintiéndome yo el alienígena cuando escuchaba algún que otro por fortuna no generalizado "tío, tío, qué peliculón" y deseando compartir mi indignación con el mundo.
Es ahora la falta de imaginación en forma de revisión de todo aquello que tuvo éxito en su época de estreno (otra vez a cargo de Roland Emmerich) la que me regala en forma de secuela que hace buena a la primera entrega (¡!) y contraataque extraterrestre dos décadas después la segunda oportunidad para sacar la motosierra.
Ya sin Will Smith, que aparece en una imagen a modo de cameo, las personas se han rearmado con lo aprendido de la tecnología extraterrestre y está más preparada para repeler un ataque externo inminente por parte de unos seres muy pesados que la han tomado con nosotros y que pretenden robar el núcleo terrestre y dejarnos como una rosquilla pasada de fecha. Así de directa y de tontorrona es la premisa. Y rápidamente a la acción, que es lo que interesa. Jubilado pero no exento de heroicidad, aquel "señor presidente" que antaño nos salvó a todos de la destrucción vuelve a ponerse la capa de superhéroe para encabezar la resistencia (Bienvenido Mr. Pullman, le recibimos con alegría, ole su madre y ole su tía…). No faltarán al cliché los pazguatos jovencitos con el carisma de un yorkshire, el romance, el amiguete negro y, hablando de cuotas, esta vez meten de refilón a un par de chinos en la alianza internacional (lo que viene siendo la comparsa de la salvadora Yankilandia), que viene bien para hacer un guiño a millones de potenciales espectadores y a una francesa (para no variar) representando a Europa. Tras haberme quedado a gusto y despejar frustraciones pasadas y presentes, no cometeré el error de insultar la inteligencia de nadie y no hace falta que les prevenga del peligro veraniego que se cierne sobre su capacidad para tolerar estupideces. Atento quedo no obstante con interés y preocupación a los datos de taquilla…
Dirección: Roland Emmerich. País: USA. Duración: 120 min. Género: Acción, ciencia-ficción. Intérpretes: Liam Hemsworth, Jeff Goldblum, Bill Pullman, Judd Hirsch, Vivica A. Fox, Brent Spiner, Charlotte Gainsbourg, Jessie Usher, Maika Monroe, Sela Ward. Guión: Carter Blanchard; basado en los personajes creados por Roland Emmerich y Dean Devlin. Estreno en España: 1 Julio 2016.