Indignación canaya

Atlético Tucumán 2 – Rosario Central 2

Este es un típico partido de fútbol para abordar desde distintos puntos de vista.
El marco en el cual se desarrollaba, las potencialidades de ambos equipos y el partido en sí mismo. Pero todos convergen en un solo resultado para los centralistas: una gran indignación.
Es cierto que los 9 puntos que logró Racing en una semana nos dejaban lejos en el “minitorneo” de la promoción cuando solo restan 3 fechas.
Es cierto que no es fácil jugar con un equipo con la soga al cuello en su propia casa.
Es cierto que Central juega con pibes sin experiencia y disminuido por las expulsiones y las lesiones.
Pero nada justifica lo que pasó en los últimos 10 minutos del partido de ayer, cuando en muchos casos sin arquero, no se pateaba al arco.
No reconozco en la historia cercana un caso igual. Si bien hace varios campeonatos que el déficit de Central está en hacer goles, una cosa es no generar situaciones, otra errar y otra muy distinta es no querer hacerlo. Anoche parecía que no querían hacer el gol, nunca vi una cosa igual.
En la última incursión en tierras tucumanas, en la temporada anterior y con Merlo de técnico, Central le ganó a San Martín (1 a 0) sin haber pateado al arco ni una sola vez. El gol fue un centro que le rebotó a un jugador rival y se metió increíblemente. Frente a este antecedente uno podía esperar una mueca del destino, pero nada.
Ni siquiera podemos hablar de planteo del partido porque empezamos perdiendo desde el vestuario y eso seguramente llevó el juego a otro nivel absolutamente diferente a lo que seguramente pensó Madelón. Y no salió tan mal, por que con una defensa llamativamente floja y un medio campo sin nada de juego, los delanteros se las arreglaron bastante bien para tener el partido siempre “a tiro”. Pero el tiro del final no salió y la sensación que nos quedó a los Canayas es de una cruel indignación.
URBANO (peor imposible, pero rendirnos jamás)