Apreciados/as:
Si hay algo que no podemos detener es el tiempo. Tanto para equivocarse como para acertar el reloj avanza, robándonos lo que pudo ser y no fue, y también lo que fue y no debió ser. Si se celebra el torneo, el martes Rompesuelas morirá.
La historia nos da esa certeza. Como seguro sabéis, solo dos toros han sido indultados a lo largo de la celebración anual en Tordesillas: Bonito, en 1993, y Presumido, en 1995. Ninguno sobrevivió a las heridas, fuesen estas infligidas por los lanceros, fuera muerto por disparos de la Guardia Civil: imagino que, irónicamente, al considerar peligrosa la conducta del animal.
Sé que nos separan más de 700 kilómetros, que hoy pueden ser un mundo o tan solo un suspiro, pero si eres uno de los casi nueve mil habitantes del pueblo o, de algún modo, estás ligado a este evento, por cercanía o por historia, te imploro que leas estas líneas. Si no es así, si has llegado aquí para corroborar el destino del siguiente Toro de la Vega, te ruego que sumes razones y manos en la lucha para terminar con este otro tipo de maltrato animal que define a nuestro país.
Quizá hoy tenéis la desvergüenza de veros como la víctima —mediática, cuanto menos— y no como el agresor; como antitaurino os diré que dañar a un animal por diversión nunca os dará esa razón y esa comprensión que buscáis en el resto de los españoles. Pero más allá de lo evidente, me gustaría compartir con vosotros siete razones a digerir antes de ese martes que, algunos, casi preferiríamos que no llegase.
Primero. Para nuestro país, Tordesillas no tiene ni cultura ni atractivo turístico ninguno; para la mayoría de ciudadanos de este país (y cada vez más), la muerte no es cultura, el maltrato animal no es cultura, y todo lo que deseamos de practicar turismo es placer, no martirio.
Segundo. Sois parte de una tradición cruel, injusta e inhumana que se ha mantenido de generación en generación; cualquier sociedad moderna debe tratar de mejorar día tras día. ¿Creéis realmente que la historia de brutalidad de vuestros antepasados os da derecho a perpetuar un ritual salvaje y sádico? No lo hace.
Tercero. Nadie está de vuestro lado. No durará. Podéis creer que todo sigue igual, pero no lo hace. Podéis creer que la policía os protege y os apoya, pero solo siente asco por tener que hacer su trabajo cada segundo o tercer martes de septiembre. Cien mil personas gritan en Madrid; millones lo hacen en Internet, en las redes sociales, en las calles de sus respectivas ciudades; luchan día tras día contra vosotros: fortalecen una idea que ya es una realidad.
Cuarto. Ciudadanos, y sobre todo gobernantes de Tordesillas y de Castilla y León; seáis populares o socialistas, sabed que con la inacción agraváis las heridas que traen vuestros partidos. Señor González Poncela, la gente le grita, le insulta, le intenta agredir por la calle; señor Juan Vicente Herrera, toda Castilla llora por la ausencia de cualquier tipo de política animalista de carácter autonómico; señor Pedro Sánchez, su estilo de hacer política y campaña con el sufrimiento que se enquista en Tordesillas me da ganas de vomitar.
Quinto. España ha tendido una mano al pueblo este 2015; Tordesillas podría haber contado (de forma gratuita) con más de cien artistas de fama nacional e internacional para convertir este pequeño rincón de España en un lugar de referencia cada mes de septiembre. Pero ha escogido muerte frente a vida, y tauromaquia y tortura frente a celebración y cultura; escupiendo en la mejor propuesta que ha tenido de reconciliarse con el mundo entero, y de dejar que el mundo también lo hiciese con vosotros.
Sexto. ¿No os dais cuenta aún que todo ese daño no vive en el toro más que por un instante? ¿Por cuánto tiempo vive en vosotros? ¿Por una vida entera? ¿Por generaciones y generaciones que legáis detrás de vosotros? Si no lo habéis hecho nunca, mirad a ese toro a los ojos, a Rompesuelas, y preguntaos por qué; dedicad sesenta segundos de vuestra vida a preguntaros por qué ese animal noble, orgulloso y altivo debe convertirse por vuestro capricho en un amasijo de dolor y tragedia.
Séptimo y último. Sabed que el mundo ha cambiado; sabed que olvidasteis mirar alrededor; sabed que estáis a tiempo aún.
Sabed que, con este texto, yo rompo una lanza más por el Toro de la Vega, y os confieso que estoy harto; estoy harto de que estas manos con las que escribo sean tan parecidas a aquellas que, cada septiembre, dan muerte a un animal tan noble.
Recapacitad ahora. Indultad a Rompesuelas, y estaréis un paso más cerca de reconciliaros con el resto de nosotros.
Repetid, emulad el sacrificio un año más, y recogeréis nuestro más profundo desprecio de nuevo. Algo que tenéis, que parecéis coleccionar, y que la realidad ha terminado por convertir en nuestra mejor arma; España entera os pide que pongáis fin al Toro de la Vega porque, de cualquier modo, su fin ya está cerca.
Os obsequiamos con tiempo, con cuarenta y ocho horas de tiempo; y si alguno de vosotros sigue mi consejo y decide perderse a través de la mirada de Rompesuelas comprobará que, a menudo, tiempo es todo lo que tenemos. Para bien, y para mal.