Acaba de ganar el premio del público en el Festival de Cine de Málaga con una comedia repleta de enredo y sorpresas. Eso sí, lo primero que se retrata en La noche que mi madre mató a mi padre son las nuevas familias con parejas, ex parejas, el lío de hijos e hijas que van y vienen y, en segundo lugar, un asunto latente en toda la cinta: las dificultades para sacar adelante un proyecto laboral. También en ese arranque está la complicidad con el personaje interpretado por Belén Rueda a la que un director de cine pedante la fastidia. Ella es una mujer sometida, que está siendo observada y valorada y a la que el paso del tiempo y la edad excluye de muchos papeles. Lo que viene después es humor en estado puro.
R. Siempre he combinado los dos campos. Por un lado, el cine que he hecho de ficción siempre son comedias que pretendo sean lo más graciosas posibles, lo cual no quiere decir que no lleven una carga de transgresión; que pongan en solfa o en cuestión determinadas realidades y que ofrezcan también una función alternativa del mundo. Creo que la comedia es un género transgresor y crítico. Siempre he alternado comedias, quizá más comerciales, con trabajos de mayor implicación social o compromiso político. En el caso del documental Manzanas, pollos y quimeras, lo hice para la Fundación Mujeres por África, con las que colaboro desde hace bastantes años.
P. Volviendo sobre La noche que mi madre asesinó...
R. Nooooo. La noche que mi madre mató a mi padre.
P. Perdón, es que el titulito se las trae.
R. El título es enrevesado y también acabamos jugando con eso. Desde el título hay cierta comedia.
P. La película es como una obra de teatro.
R. No, no, no. La película es una película que habla, entre otras cosas, del mundo del teatro. Lo que tiene de teatral es que ocurre básicamente en una sola localización, pero he evitado que pareciera una obra de teatro filmada. Tiene un valor cinematográfico por el tipo de planos, por el tipo de luz o por el montaje. Es una película, película.
P. Bueno, me refería a que se puede adaptar fácilmente a la teatro...
R. Eso sí. Yo creo que finalmente habrá habiendo una obra de teatro.
P. Es una comedia que puede recordar a las obras de Poncela o Mihura...
R. Lo interesante es que se enclava en esa tradición. Es algo que los críticos han valorado y a mí me pareció muy interesante. La comedia en España se ha movido en un territorio más cercano al costumbrismo y ha perdido un cierto hilar fino y un cierto surrealismo que también eran características de Mihura o Jardiel Poncela. No es que yo haga un ejercicio erudito ni rinda homenaje a nadie, yo ruedo las películas como veo el mundo y en ello hay una carga de las cosas que he visto, leído y me han hecho gracia. Es verdad que el humor que me gusta es el que es creíble y sólido desde el punto de partida y los personajes, para que después se llegue a situaciones muy disparatadas, que son las que más gracia me hacen.
P. Porque el humor es la cosa más seria del mundo, ¿no?
R. Siempre es un género menospreciado, pero es muy difícil. ¿Cómo hacer que funcione un chiste, un gag, una situación, un personaje? Todo es un mecanismo muy complicado que casi nunca se valora suficientemente.
R. Porque el humor pertenece al terreno de lo "popular", y lo popular en esta cultura jerarquizada está minusvalorado.
P. La película está teniendo éxito, ¿pero hasta cuando aguantará en las salas?
R. Depende del público. Funciona muy bien en el boca a oreja entre un público muy variopinto de gustos y edades. Aunque hemos tenido detrás a TVE, ha hecho muy poca promoción. Ojalá hubiéramos tenido a Mediaset o Atresmedia que sí se implican profundamente en la producción de sus películas. Seguro que habría sido un éxito de taquilla.
P. La crítica también está siendo positiva, ¿no?
R. Es verdad que hoy día, además de los grandes medios existe todo un universo de críticas y comentarios en la red que ha permitido que se abra mucho ese abanico y lo que ocurre es que hay mucha gente opinando y opinando bien.
P. Por los personajes que aparecen en La noche que mi madre mató a mi padre, está claro que se ríe de sí misma...
R. Me río de mí misma, me río de la profesión, me río de los autores... En realidad mi alter ego es el escritor. O sea, es un personaje masculino que observa la realidad del mundo pero que siempre está ficcionando esa realidad de una manera notoria y graciosa. Esta es una película en la que se ve que los seres humanos representamos ante nosotros mismos y ante los demás. Somos seres enmascarados, pero prefiero que no nos quitemos las máscaras porque debajo de ella no hay nada.
Así que sin quitarme la máscara voy y, como queda patente en la imagen que acompaña a este texto, le coloco 50 besos sin ningún pudor. Eso sí, seguimos hablando sobre el estado del cine, la situación de la mujer, la ausencia de políticas culturales..., para publicar algo elegante en la revista Madrid Sindical.