Revista Pareja
Es frecuente encontrarse a personas que tienen dificultades para mantener relaciones estables en el tiempo. Suelen tener relativa facilidad para comenzarlas pero tras un tiempo más o menos breve, las dejan o son abandonadas. Tras un comienzo intenso, donde se entregan en su totalidad a su nueva conquista, no saben cómo mantener dicha relación ni cómo alimentarla, por lo que acaban viviendo el final como una frustración de amor. El problema en estas personas reside en que no saben amar. Se entregan para conseguir el amor de la otra persona y posteriormente, su dificultad reside en que piden más que dan. Si estudiamos su personalidad, podemos encontrar un perfil infantil, con grados de inmadurez bastante acentuados. La infancia de estas personas suelen ser feliz y la dependencia afectiva a los padres está marcada por un excesivo apego que les dificulta en la vida adulta, el poder enamorarse de manera madura. Podemos decir que sus relaciones son inmaduras ya que buscan modelos de pareja parecidos a la relación que tenían con las figuras parentales. Su comportamiento es repetitivo. Hay una búsqueda inconsciente en estas personas de sus antiguas relaciones familiares, por eso que nunca encuentran lo que buscan, porque lo que buscan lo tienen ya dentro de ellos por eso que sus relaciones con el mundo suelen ser superficiales y de corto tiempo. Toda su capacidad de amar se halla secuestrada – sin que ellos lo sepan- en la relación que tuvieron con sus padres. Lo normal es que este tipo de personas sufran mucho porque no establecen lazos afectivos duraderos con nadie y al final se quedan solos, en compañía de sus amores infantiles: su familia.