Revista Opinión

Infancia

Publicado el 30 junio 2014 por Jcromero

Entre el rey coronado y la infanta imputada. Entre el aforamiento exprés y una reforma fiscal que beneficia más a las rentas más altas y que hace pagar a los despedidos, como si el despido no fuera suficiente tributo. Entre la endogamia laboral del Tribunal de Cuentas, las corrupciones diarias, el ataque constante a Podemos y la dimisión de Rubalcaba, resulta que el informe sobre la infancia en España, elaborado por Unicef —que cifra en más de 2.300.000 los menores que viven en el umbral de la pobreza— no ha tenido el impacto social ni el eco mediático que merecería. Malos tiempos si la necesidad no nos sobrecoge, ni nos pone en alerta las dificultades de nuestros niños.

Ninguno de los periódicos de tirada nacional —ABC, El Mundo, El País o La Razón—, llevaron a sus portadas el referido informe. Ninguna de las diferentes opciones políticas se reunió para analizar la situación; la ciudadanía, distraída en otras cosas, prefirió mirar hacia otro lado. “Basta con salir a la calle para ver que hay más alegría”, dijo recientemente Soraya Sáinz de Santamaría. Pero, ¿por dónde anda esta señora?  Es cierto que este informe de Unicef no supone ninguna sorpresa, ya en 2012 publicó otro similar y, hace unas semanas, Cáritas publicó el suyo que, incidiendo en la misma situación, recibió el desprecio del ministro Montoro.  En todo caso, salir a las calles de España es observar escenas que anticipan los resultados de cualquier informe económico, de cualquier análisis de la situación social. La realidad que no quieren mirar es el mejor informe de la situación real del país.

La Constitución, tan manoseada como incumplida, define a España como un Estado social y democrático. La apariencia democrática sí que la tiene, si no nos detenemos en los detalles, pero eso del Estado social se antoja más complicado cuando un 27% de los menores pasan dificultades para alimentarse cuando tienen hambre o para abrigarse cuando sienten frío. ¿Podemos llamar Estado social al que desatiende a sus menores, al que no cuida de sus niños?

Dar por sentado que la pobreza es un elemento más de nuestra sociedad y que no hay soluciones definitivas, es aceptar la derrota. Si se rescatan bancos es posible poner las bases que impidan la pobreza o reducirla de manera significativa. No es admisible que un 27% de la población infantil vivan en el umbral de la pobreza.

No se cambia la realidad mirando hacia otro lado ni fomentando la caridad en programas televisivos. Escribía Oscar Wilde que “los peores dueños de los esclavos eran los que trataban con amabilidad a sus esclavos, evitando así que se hicieran cargo del horror”, impidiendo así que tomaran conciencia de lo que suponía aquel sistema de esclavitud. En este sentido, ¿se puede llamar Estado social aquel que abandona sus obligaciones esperando que el altruismo o la caridad alivien la situación? ¿Es un Estado social aquel que abandona a sus ciudadanos más vulnerables? ¿Cómo es posible que un país con una renta per capita de 30.000 dólares tenga a más de dos millones de sus niños sin las necesidades básicas cubiertas?

No. No es un problema sobrevenido por la crisis. Se trata de un problema de gestión, de incumplimiento constitucional, de prioridades y del no reparto de la riqueza. Si se hace camino al andar, como decía el poeta, ¿qué país estamos construyendo?

Es lunes, escucho música:


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