Sin razón directa, es decir por pura sincronía, aparecen casi seguidas y en dos lugares separados las reseñas de un par de títulos indirectamente relacionados, oceánicamente separados que comparten temas y divergen en enfoques sobre la infancia, la 2ª GM y la memoria. Uno es un trabajo reciente, representación del cine francés comercial actual, La llave de Sarah dirigida mansamente por Gilles Paquet-Brenner según el superventas homónimo de Tatiana de Rosnay; el otro Esperanza y gloria, personalísimo film del gran John Boorman, fabulación tersa de sus propios recuerdos sobre el Londres bajo las bombas:
Ultramundo: La llave de Sarah, Gilles Paquet-Brenner, 2010, Francia.
critica-de-la-llave-de-sarah-por-adrian.html
“No he leído la novela de Tatiana De Rosnay (editada en España en 2010 por Suma de letras) en la cual esta película se basa y hasta hace nada Gilles Paquet-Brenner era para mi un desconocido que resulta un buen exponente de la solidez industrial del cine francés comercial (director joven, seis películas ya, buena relación con la taquilla, preferencia por las adaptaciones de novelas de éxito, moviéndose entre la comedia, el drama psicológico, el terror, el thriller…). Un profesional de cierto oficio y poco empuje que solventa la película de la manera correspondiente. Es decir, según una idea estándar de la elegancia y el buen hacer que contrapesa la sobriedad con el énfasis en un cómputo final de casi total atonalidad, solo animada por puntuales aciertos formales o narrativos que, incluso así, identifican a la cinta con otras tantas de sus mismas aspiraciones y parejos resultados mediante el empleo, correcto, funcionarial, impersonal, de una serie de recursos (dramáticos, estéticos, narrativos, sentimentales…) de acreditada eficacia en mil y una ocasiones anteriores. Paquet-Brenner no perdona ni un lugar común del manual de “puesta en escena para película adulta”, igual que el guión (y es de suponer que la novela) no lo hacen con respecto a sus contrapartidas dramáticas: (…)” (continuar)
“(…)Pero su plasmación en pantalla cuenta, al menos, con una dignidad no por completo desdeñable, tanto en puntuales recursos de puesta en escena (por ejemplo: Sarah e acurruca sobre el suelo embarrado tras ser separada de su madre y sobre ella se proyecta una sombra cuyo contraplano es la figura de Julia en el presente) como en un repliegue pudoroso que tiene lugar en el tercer acto del film, una vez el misterio central a sido resuelto. Un curioso rasgo de audacia, por cierto.
En general, y contra lo que he podido leer, la película tiene mayor interés cuando se focaliza en la peripecia de la periodista encarnada por la excelente Kristin Scott Thomas que cuando incide machacona enla Francia de 1942. Una casa, un hogar, la habitación donde murió el pequeño Michel escondido en un armario será el epicentro de un drama que atraviesa generaciones, que cuestiona la comodidad y distorsiona el recuerdo determinando la construcción de una memoria nueva que afecta por igual a un país y a unos personajes individuales en conflicto íntimo con sus propias identidades.” (continuar)
Cinearchivo: Esperanza y gloria, John Boorman, 1987, Gran Bretaña
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