High plains drifter (Clint Eastwood, 1973. EEUU): segunda incursión de Clint Eastwood en la dirección tras la magnífica Escalofrío en la noche, con un violento, oscuro, absorbente y poco menos que fascinante western donde recurre a su propia (y la de Leone) fórmula del “hombre sin nombre”, con un individuo que llega a un pueblo donde se le pide que defienda a los lugareños de unos criminales a punto de salir de prisión y que han jurado cobrarse venganza. Una puesta en escena admirable para un film interesantísimo de principio a fin, con un Eastwood relajado que construye un pistolero parco en palabras (como otros muchos) pero con “algo” más. El carácter sobrenatural de la versión original desaparece desgraciadamente en la versión doblada en castellano, donde quien se nos "revela" que quien yace en la tumba de la última escena es “mi hermano”, en palabras del pistolero.