El western es un género en desuso, eso es un hecho, pero que mantiene adeptos arraigados al gusto por la ley de la frontera, la condicionante vital del revólver más rápido y la integridad inquebrantable de los sheriff de turno. Reconozcamos que son historias complejas, rodeadas de una idiosincrasia complicada amparada en la historia americana y la visión desvirtuada de las siguientes generaciones sobre un mismo tema. El western es a Hollywood, lo que la Guerra Civil es al cine patrio: un oscuro referente al que cuesta acercarse sin embarrarse en un cenagal y del que muy pocos salen airosos para un conjunto de crítica y público.
El género de indios y vaqueros conoce épocas doradas y periodos de estío, coincidiendo con la evolución del cine moderno y la escasez de nuevos temas que tratar en esa dinámica de desafío extremo en el desierto y sociedad en formación al otro lado del Río Grande. Pero esos años de escasez fílmica han preparado el terreno para que tanto el público como la industria quieran de nuevo oír hablar de westerns al uso. No recreaciones modernizadas del mítico duelo al sol, sino verdaderas incursiones fieles al estilo y argumentario clásico del cine del oeste.
Desde que ‘Sin perdón’ recuperara el interés, pasando por unos cuantos títulos menores, hasta el encontronazo actual del sector, con ‘Blackthorn’ o la reciente ‘Django desencadenado’ (por citar sólo algunos), parece que la mitomanía por el forajido y el pistolero a sueldo vuelven a tener puntos de vistas interesantes a los que asomarse y en ese terreno abonado aparece ‘Hell on wheels’ (aka ‘Infierno sobre ruedas’) una serie corta pero interesante, que ya ha firmado una segunda temporada y que se centra en dos puntos clave de una época por otro lado retratada desde muchos ángulos: el avance del ferrocarril hacia la costa oeste del país, signo de evolución y conquista, por un lado y por otro, el tema de la esclavitud y las diferencias sociales, recién terminada la Guerra de Secesión americana.
En ese caldo de cultivo de inestabilidades políticas y económicas, al estilo de trabajos anteriores interesados en el aspecto evolutivo del crecimiento de una nación, nos encontramos con un western con tintes de thriller detectivesco, un poco de acción y no demasiado ñoño en los aspectos sentimentales del desarrollo (esto no es ‘Bailando con lobos’ amigos…).
Ofrece una puesta en escena realista y que aporta credibilidad, con esa fotografía tenue y ese aire melancólico y pesimista, que aporta la estupenda ambientación y caracterización de actores. Me gusta ver una historia del oeste en la que no hay camisas planchadas y en la que la suciedad de los vaqueros, se palpa. Me resulta más creíble el conjunto.
Cullen Bohannon (Anson Mount), un soldado confederado que encuentra a su mujer e hijo muertos al volver a casa, inicia su particular venganza, pérfida y estudiada, recorriendo los lugares donde van apareciendo los presuntos implicados del asesinato. La intención es darles caza y en su búsqueda, el protagonista acaba de capataz en el trazado del nuevo ferrocarril que construye Thomas C. Durant (bien interpretado por Colm Meaney), magnate que pretende unir las dos costas yankis, en un plazo muy ajustado de tiempo.
Su integración en ese mundo hostil y conflictivo, no evitará que Cullen siga persiguiendo su particular vendetta y en la incipiente construcción de un futuro mejor para el país, nos sumergiremos en una espiral de traiciones, duelos, asesinatos, putas y alcohol. This is the far west, guys!
Aunque la trama hace aguas en algunos momentos, flojeando el ritmo general de la serie y precipitando que ciertas escenas se resuelvan de manera rápida y poco elaborada, el conjunto de capítulos se cierran uno tras otro, con una interesante ansiedad de tensión y una bastante hábil incursión en los caracteres interiores de cada personaje. No profundiza demasiado pero si dibuja un repertorio bastante creíble en el que incluso asistimos a buenas interpretaciones, como la del mencionado Meaney, o el responsable de la seguridad local, el ‘Sueco’, un personaje con gran carisma, que en realidad es noruego y que tal vez pierda fuerza al final de la trama en pos del encumbramiento lógico del protagonista.
Esperemos, tal vez su figura vuelva a brillar en la segunda temporada y Bohannon tenga ciertas dificultades para ejecutar su venganza. Sería bueno.
¿Qué tiene?
Una genial ambientación y caracterización de personajes, con un guión interesante desde un punto de vista de trama enrevesada y bien trenzada, aunque sin demasiados alardes. También un planteamiento creíble sobre el nacimiento de una nación, que se une a mensajes no contemporáneos pero similares como ‘Boardwalk empire’.
¿Qué le sobra?
Más bien qué le falta… Si bien la intriga se mantiene a buen nivel y las escenas de tensión y conflicto se resuelven bien en el entorno del campamento, la acción para las escenas en campo abierto, dejan un poco que desear.
¿Quién se la ha currado?
Es de AMC y a la cabeza del proyecto están los hermanos Gayton. Bien es cierto, que este aspecto no es demasiado resaltable, dado que no tienen una trayectoria muy reseñable en cine (‘Sed de venganza’, ‘Bulletproof’…), sin embargo el resto de plantilla que firman guiones, dirección y creación de la serie si tiene ciertas tablas y buen hacer en la pequeña pantalla. John Shiban, Adam Davidson y David von Acken son responsables de varios apartados en títulos tan importantes como ‘Treme’, ‘Californication’, ‘Expediente X’ o ‘Breaking bad’.
Te gustará si te gustó…
En general, el género del western, de aspecto turbio y connotaciones sociales. Siendo mucho menor que ‘Deadwood’ o ‘Carnivale’, sigue una línea estructural similar. También interesados en la investigación sociopolítica del nacimiento de una nación como los USA, pero con desarrollos historiográficos al estilo de ‘Gangs of New York’. Por los pelos, pero se acerca…