Revista Cocina

Influencia de la alimentación en el cáncer.

Por Mamucer @MarinaMunozC

chica en mesa con alimentos

-Marina Muñoz Cervera -

Vamos a conocer la opinión que tienen OMS/FAO con respecto a una alimentación inadecuada como causa de diferentes tipos de cáncer y las recomendaciones que establecen en un Informe de Consulta de Expertos (Informe Técnico 916) publicada en el año 2003.

Las principales recomendaciones para reducir el riesgo de sufrir cáncer son las siguientes:

1.- Mantener un peso (en adultos) tal que el IMC se encuentre en el intervalo 18,5-24,9 kg/m2, y evitar ganar más de 5 kg durante la vida adulta.

2.- Mantener una actividad física regular. El objetivo primordial debe ser hacer ejercicio la mayoría de los días de la semana; en las personas con ocupaciones sedentarias, 60 minutos diarios de una actividad de intensidad moderada, como caminar, pueden ser necesarios para mantener un peso corporal saludable. Una actividad más vigorosa, como caminar a paso ligero, podría tener un efecto adicional de prevención del cáncer.

3.- No se recomienda el consumo de bebidas alcohólicas: si se consumen, no deben superarse las dos unidades (cada unidad son 10 gramos de alcohol= 10 ml y es equivalente a un vaso de cerveza o vino) al día.

4.- El pescado en salazón fermentado al estilo chino sólo debe consumirse con moderación, especialmente durante la infancia. El consumo global de alimentos en salazón y de sal debe ser moderado.

5.- Debe reducirse al mínimo la exposición a las aflatoxinas (*) en los alimentos.

6.- La dieta debe incluir al menos 400 g diarios de frutas y verduras.

7.- Para las personas no vegetarianas, se aconseja moderación en el consumo de carnes en conserva (salchichas, embutidos, panceta, jamón).

Por lo que respecta a la influencia de la alimentación en diferentes tipos de cáncer, la OMS/FAO nos dicen los siguiente:

Cánceres de la cavidad bucal, la faringe y el esófago: En los países desarrollados los principales factores de riesgo de los cánceres de la cavidad bucal, la faringe y el esófago son el alcohol y el tabaco; hasta el 75% de esos cánceres pueden atribuirse a esos dos factores relacionados con el modo de vida. El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo establecidos específicamente para el adenocarcinoma (aunque no para el carcinoma de células escamosas) del esófago. Se cree que en los países en desarrollo alrededor del 60% de los cánceres de la cavidad bucal, la faringe y el esófago se deben a carencias de
micronutrientes relacionadas con una dieta limitada, pobre en frutas y verduras y en productos de origen animal. Aún no están claros los papeles relativos de diversos micronutrientes. También hay pruebas congruentes de que el consumo de bebidas y alimentos a muy alta temperatura aumenta el riesgo de esos cánceres.

El cáncer nasofaríngeo: Es particularmente común en Asia sudoriental y se ha asociado claramente a una elevada ingesta de pescado salado al estilo chino, especialmente durante la primera infancia, así como a la infección por el virus de Epstein-Barr.

Cáncer de estómago: Hasta hace unos 20 años, el cáncer de estómago era el más común en todo el mundo, pero las tasas de mortalidad no han cesado de disminuir en todos los países industrializados, y hoy día, este cáncer es mucho más común en Asia que en Norteamérica o en Europa. La infección por la bacteria Helicobacter pylori es un factor de riesgo confirmado, pero no causa suficiente, para la aparición de cáncer de estómago.
Se cree que la dieta es importante en la etiología de esta enfermedad. Hay numerosas pruebas que sugieren que el riesgo aumenta con una ingesta elevada de algunos alimentos en salazón conservados mediante técnicas tradicionales, especialmente carnes y encurtidos, y con la ingesta de sal propiamente dicha, y ese riesgo disminuye con un alto consumo de frutas y verduras, quizá debido a su contenido de vitamina C. Se necesitan más datos prospectivos, en particular para determinar si algunas de las asociaciones alimentarias pueden estar parcialmente confundidas por la infección con Helicobacter pylori y si los factores alimentarios pueden modificar la asociación de esta bacteria con el riesgo.

Cáncer colorrectal. Las tasas de incidencia del cáncer colorrectal son unas diez veces mayores en los países desarrollados que en los países en desarrollo, y se ha sugerido que los factores relacionados con la dieta pueden ser responsables de hasta el 80% de las diferencias entre países.
El factor de riesgo relacionado con la dieta que mejor se ha determinado es el sobrepeso/obesidad; la actividad física se ha asociado de forma sistemática con un menor riesgo de cáncer de colon (aunque no de cáncer de recto). Sin embargo, la combinación de estos factores no explica las amplias diferencias en las tasas de
cáncer colorrectal entre poblaciones. Es una opinión prácticamente generalizada que algunos aspectos de la dieta “occidentalizada” figuran entre los principales factores determinantes del riesgo; por ejemplo, algunos datos indican que el riesgo aumenta con una elevada ingesta de grasas y carne, y disminuye con una ingesta elevada de frutas y verduras, fibra alimentaria, folato y calcio, aunque ninguna de esas hipótesis ha sido confirmada de forma concluyente.

Los estudios de correlación internacionales han mostrado una marcada relación entre el consumo de carne per cápita y la mortalidad por cáncer colorrectal; un reciente examen sistemático concluyó que la carne en conserva lleva asociado un mayor riesgo de cáncer colorrectal, pero no así la carne fresca. Sin embargo, la mayoría de los estudios no han observado una relación positiva con el pescado o el pollo. En conjunto, los datos sugieren que un alto consumo de carne en conserva y de carne roja probablemente aumenta el riesgo de cáncer colorrectal. Como en el caso de la carne, los estudios de correlación internacionales muestran una marcad relación entre el consumo de grasas per cápita y la mortalidad por cáncer colorrectal. Sin embargo, los resultados de estudios observacionales sobre la grasa y el cáncer colorrectal, considerados globalmente, no respaldan una asociación con el consumo de grasas.

Muchos estudios de casos y controles han observado una débil relación entre el riesgo de cáncer colorrectal y un consumo elevado de fruta y verduras y/o fibra alimentaria, pero los resultados de estudios prospectivos recientes de gran alcance han sido dispares. Además, los resultados de ensayos controlados aleatorizados no han demostrado que la intervención durante un periodo de 3-4 años con fibra suplementaria o una dieta baja en grasas y rica en fibra y frutas y verduras reduzca la reaparición de adenomas colorrectales. Cabe la posibilidad de que algunas de las disparidades se deban a diferencias entre los estudios en cuanto al tipo de fibra ingerida y a los métodos de clasificación de la fibra en las tablas de alimentos, o de que la asociación con frutas y verduras se deba principalmente a un aumento del riesgo a niveles muy bajos de consumo. En conjunto, los datos actualmente disponibles parecen indicar que la ingesta de frutas y verduras probablemente reduce el riesgo de cáncer colorrectal.

Estudios recientes llevan a pensar que las vitaminas y los minerales podrían influir en el riesgo de cáncer colorrectal. Algunos estudios prospectivos sugieren que una ingesta elevada de folato, ya sea en la dieta o mediante suplementos de vitaminas, está asociada a un riesgo menor de cáncer de colon. Según otra hipótesis prometedora, una ingesta relativamente elevada de calcio puede reducir el riesgo de cáncer colorrectal; varios estudios observacionales apoyan esa hipótesis y dos ensayos muestran que los suplementos de calcio pueden tener un discreto efecto de protección contra la recidiva del adenoma colorrectal.

Cáncer de hígado: Aproximadamente el 75% de los casos de cáncer de hígado se dan en los países en desarrollo; las tasas de cáncer de hígado varían más de 20 veces de unos países a otros, siendo mucho mayores en el África subsahariana y en Asia sudoriental que en Norteamérica y Europa. El principal factor de riesgo del carcinoma hepatocelular, principal tipo de cáncer de hígado, es la infección crónica por los virus de la hepatitis B y, en menor medida, la hepatitis C. La ingestión de alimentos contaminados con la micotoxina aflatoxina es un importante factor de riesgo en los países en desarrollo, junto con la infección activa por el virus de la hepatitis. El consumo excesivo de alcohol es el principal factor de riesgo relacionado con la dieta en el cáncer de hígado en los países industrializados, probablemente por la aparición de cirrosis y hepatitis alcohólica.
Cáncer de páncreas. El cáncer de páncreas es más común en los países industrializados que en los países en desarrollo. El sobrepeso y la obesidad posiblemente aumentan el riesgo. Algunos estudios sugieren que el riesgo aumenta con una ingesta elevada de carne y disminuye con una ingesta elevada de verduras, pero los datos no son coherentes

Cáncer de pulmón: El cáncer de pulmón es el más común en el mundo. El consumo elevado de cigarrillos aumenta el riesgo alrededor de 30 veces, y el hábito de fumar provoca más del 80% de los cánceres de pulmón en los países desarrollados. Muchos estudios observacionales muestran que los enfermos de cáncer de pulmón refieren generalmente un menor consumo de frutas, verduras y nutrientes relacionados (como el betacaroteno) que los testigos. Sin embargo, el único de esos factores que se ha analizado en ensayos controlados, el beta-caroteno, no ha tenido ningún efecto beneficioso cuando se ha suministrado como suplemento por espacio de hasta 12 años. Persiste la controversia respecto al posible efecto de la dieta en el riesgo de cáncer pulmonar, y el aparente efecto de protección de las frutas y verduras puede deberse en gran medida a una confusión residual por el hábito de fumar, pues los fumadores suelen consumir menos frutas y verduras que los no fumadores. En el ámbito de la salud pública, la prioridad fundamental en la prevención del cáncer de pulmón es reducir la prevalencia del hábito de fumar.

Cáncer de mama: El cáncer de mama es el segundo cáncer más común en el mundo y el más común entre las mujeres. Las tasas de incidencia son unas cinco veces mayores en los países industrializados que en los menos desarrollados y en el Japón. Esta variabilidad se debe en gran medida a las diferencias en factores establecidos de riesgo reproductivo como son la edad de la menarquia, el número de partos y la edad en los partos, y la lactancia materna, pero también pueden influir las diferencias en los hábitos alimentarios y la actividad física. De hecho, la edad de la menarquia viene determinada en parte por factores alimentarios, por cuanto un consumo limitado de alimentos durante la infancia y la adolescencia produce un retraso de la menarquia. Asimismo, la talla en la edad adulta está ligeramente relacionada con el riesgo y depende en parte de factores alimentarios durante la infancia y la adolescencia. El estradiol y quizá otras hormonas desempeñan un papel fundamental en la etiología del cáncer de mama, y es posible que cualquier otro efecto de la dieta en el riesgo esté mediado por mecanismos hormonales. Los únicos factores alimentarios que se ha demostrado que aumentan el riesgo de cáncer de mama son la obesidad y el alcohol. La obesidad aumenta en torno al 50% el riesgo de cáncer de mama en las mujeres posmenopáusicas, probablemente al aumentar las concentraciones séricas de estradiol libre. La obesidad no aumenta el riesgo entre las mujeres premenopáusicas, pero la obesidad antes de la menopausia probablemente propicia la obesidad durante el resto de la vida y por consiguiente, con el tiempo, un mayor riesgo de cáncer de mama. En cuanto al alcohol, existe ya un gran acervo de datos de estudios bien diseñados que muestran de modo uniforme un ligero aumento del riesgo con el aumento del consumo; el riesgo aumenta alrededor de un 10% por cada bebida alcohólica adicional que se tome al día. Se desconoce el mecanismo de esta asociación, aunque podría estar relacionada con un incremento de los niveles de estrógenos.
Los resultados de los estudios sobre otros factores alimentarios como la grasa, la carne, los productos lácteos, las frutas y verduras, la fibra y los fitoestrógenos no son concluyentes.

Cáncer de endometrio: El riesgo de cáncer endometrial es unas tres veces mayor en las mujeres obesas que en las delgadas, probablemente debido a los efectos hormonales de la obesidad. Algunos estudios de casos y controles parecen indicar que las dietas ricas en frutas y verduras reducirían el riesgo y las dietas ricas en grasas saturadas o grasas totales lo aumentarían, pero la cantidad de datos disponibles es limitada.

Cáncer de próstata: Las tasas notificadas de incidencia de cáncer de próstata dependen marcadamente de las prácticas de diagnóstico y son por tanto difíciles de interpretar, pero las tasas de mortalidad muestran que la muerte por cáncer de próstata es unas diez veces más común en Norteamérica y Europa que en Asia.
Poco se sabe sobre la etiología del cáncer de próstata, aunque los estudios ecológicos realizados apuntan a una relación con la dieta “occidentalizada”. Los datos obtenidos en estudios prospectivos no han establecido asociaciones causales o de protección respecto de nutrientes o factores alimentarios concretos. Las dietas con abundancia de carne roja, productos lácteos y grasas de origen animal han sido señaladas con frecuencia como origen de este cáncer, pero los datos no son del todo coherentes. Los ensayos controlados aleatorizados han aportado sistemáticamente datos contundentes indicativos de que los suplementos de beta-caroteno no alteran el riesgo de cáncer de próstata, pero también parecen indicar que la vitamina E y el selenio podrían tener un efecto protector. El licopeno, presente sobre todo en los tomates, se ha asociado a un riesgo menor en algunos estudios observacionales, aunque los datos no son coherentes. El
crecimiento de la próstata se halla bajo control hormonal, y la dieta podría influir en el riesgo de cáncer de próstata alterando los niveles de hormonas.

Cáncer de riñón: El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo conocidos en relación con el cáncer de riñón, y podrían explicar hasta el 30% de los cánceres renales tanto en varones como en mujeres.

 

La influencia de una alimentación inadecuada sigue siento un tema candente y el 20 de abril del presente año, El Confidencial publicó un artículo sobre el libro de un prestigioso oncólogo, El Dr. David B. Agus, “Hábitos prodigiosos para vivir más y mejor”; en el mismo, el experto destaca lo importante que es comer “Alimentos de verdad” y dice los siguiente:

“Qué se considera comida de verdad? Con la excepción de las frutas y las verduras congeladas al instante, probablemente nada que lleve una etiqueta reconocida oficialmente donde se expliquen sus valores nutritivos pueda considerarse real, por irónico que suene. En las secciones de productos frescos, la carnicería y la pescadería del supermercado encontrará la comida de verdad. Apártese en cambio de los pasillos forrados de cajas y botellas y otros alimentos impostores que se presentan en bonitos envases. Si lee una etiqueta donde aparezcan los ingredientes que le resulta imposible pronunciar o definir sin la ayuda de un libro de texto de química para universitarios, devuelva el artículo a la estantería y ponga tierra de por medio. Concéntrese en consumir los alimentos en el estado más natural posible, cosa que también le ayudará a evitar ingredientes problemáticos a los cuales desconoce si tiene sensibilidad”.

“Y vigile también con los aparentes eslóganes pro salud. Si tienen que explicarle que un producto es bueno para usted (con descripciones como “light”, “sin colesterol” o “rico en antioxidantes”), probablemente no sea muy de verdad. Piénselo un instante: para que puedan formularse tales afirmaciones, el alimento debe envasarse y someterse a algún tipo de test o criterios para recibir el sello de aprobación. Y ello implica que es imposible que sea tan de verdad o natural como se pretende. El zumo de naranja, por ejemplo, se vende con multitud de eslóganes que promocionan su aspecto saludable (“la ración de vitamina C necesaria para un día”), pero una naranja calladita y solitaria descansando en el fondo de la cesta de la fruta hará más por su salud que un gran vaso de fructosa sin fibra”.

“Para cuando la inmensa mayoría de frutas y las verduras llegan a los pasillos de su supermercado, no contienen ni de lejos la misma cantidad de nutrientes que cuando se recogen o se cosechan. Muchas personas creen que comen de manera saludable porque compran platos congelados light, helado o yogur sin grasas, zumos de fruta 100% naturales, quesos bajos en grasas, barritas energéticas, refrescos light, aperitivos orgánicos de cien calorías y un largo etcétera. Si embargo, si observa el contenido nutricional de tales alimentos y el orden en que se listan los ingredientes (el cual refleja su importancia), es probable que se encuentre más azúcar, grasas saturadas, sal e ingredientes con nombres raros que ninguna otra cosa”.

“Y apunte más relativo a esta regla: cuando compre frutas y verduras, adquiera siempre las que sean de temporada. Si se descubre comiendo arándanos y variedades tradicionales de tomate en febrero o coles de Bruselas y kiwis en junio, entonces probablemente esté comiendo frutas y verduras que han caído de árboles demasiado lejanos. Para cuando la inmensa mayoría de frutas y las verduras llegan a las cajas y los pasillos de su supermercado de costumbre, no contienen ni de lejos la misma cantidad de nutrientes que cuando se recogen o se cosechan”.

El experto refiere normas generales que podemos seguir todos, pero no podemos olvidar que “cada persona es un mundo” y el equilibrio alimentario y nutricional debe adaptarse a cada persona. Nosotros podemos escoger.

(*) Las aflatoxinas son micotoxinas producidas en pequeñas concentraciones por hongos del género Aspergillus. son tóxicas y carcinogénicas para animales, incluyendo humanos. Son de gran importancia en la industria de cereales, semillas, nueces de árboles y frutos deshidratado, ya que pueden ser contaminados por hongos toxigénicos, con formación de micotoxinas según las condiciones de almacenamiento.

Fuentes:
- OMS, Serie de Informes Técnicos 916. “DIETA, NUTRICIÓN Y PREVENCIÓN DE ENFERMEDADES CRÓNICAS”. Informe de una
Consulta Mixta de Expertos OMS/FAO. Organización Mundial de la Salud
Ginebra 2003.

- El Confidencial. “Un reputado oncólogo explica cuál es la comida saludable de verdad”. 20 de abril de 2014.
http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-04-20/un-reputado-oncologo-explica-cual-es-la-comida-saludable-de-verdad_117156/

Imagen:
http://recetasvegetarianas7.wordpress.com/2012/05/30/para-tener-mejor-digestion-adopta-una-alimentacion-sana/

 


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