Revista Salud y Bienestar

Infodemia: “fake news” y COVID-19

Por David Ormeño @Arcanus_tco

La pandemia de COVID-19, la enfermedad provocada por el virus Sars-CoV-2, además de ser una clara amenaza para la salud mundial, ha desvelado otra patología que parece haberse cronificado en las sociedades del siglo XXI: la desinformación.

No en balde, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha catalogado este fenómeno de "infodemia": una epidemia de información falsa. En verano de 2020, se celebraba la Primera Conferencia de la OMS sobre Infodemiología, la ciencia dedicada a gestionar infodemias, tal y como define la propia organización. Más de 1.000 expertos en materias como medicina, epidemiología, derecho, periodismo o marketing, entre otras muchas, se reunían con el objetivo de definir, por primera vez en la historia, las herramientas y estrategias necesarias para atajar esta plaga característica de la sociedad de la información.

La sobreabundancia de información sobre la COVID-19 no tiene precedentes y esto es precisamente un factor que la OMS considera fundamental para definir una situación de infodemia. Fruto de la citada Conferencia, la OMS ha publicado un informe con una llamada a la acción para intervenir en la gestión de esta y otras potenciales infodemias. Además, Naciones Unidas ha creado la Red de Información sobre Epidemias EPI-WIN, que difunde y amplifica información basada en evidencia sobre la COVID-19, a la vez que rastrea y responde a la información errónea, rumores y mitos.

LAS MENTIRAS MÁS PELIGROSAS DE LA COVID-19

Y es que la infodemia, al igual que la pandemia de COVID-19, también se traduce en cifras. Un reciente estudio, publicado la revista American Journal of Tropical Medicine and Hygiene, (Revista Estadounidense de Medicina e Higiene Tropical) señala que al menos 800 personas habrían perdido la vida como resultado de la desinformación sobre la COVID-19 en los primeros meses de 2020, y otras 5.800 habrían acabado ingresadas en el hospital, según recoge la revista MIT Technology Review, como consecuencia de ingerir metanol y otros productos de limpieza como antídoto frente al virus.

Por su parte, la OMS ha analizado el origen de muchos consejos incorrectos que han circulado por la red acerca de la enfermedad y concluye que, aunque muchos no se comparten con intención maliciosa, pueden ser igualmente peligrosos para la salud. Algunos ejemplos serían la idea de que el virus se puede curar con gotas para los ojos a base de hierbas o que las mascarillas desechables se pueden higienizar al vapor.

A la hora de analizar los bulos informativos más relevantes o que han tenido más fuerza en el contexto de la pandemia de COVID 19, el profesor de ciencias de la información de la Universidad Oberta de Catalunya e investigador en materia de fake news científicas Alexandre López-Borrull, destaca las primeras noticias falsas sobre el origen del virus y su potencial relación con las antenas de 5G. "Todo aquello que es incierto y que no se conoce puede generar fácilmente algún tipo de noticias falsas".

Infodemia: “fake news” y COVID-19
Un estudio publicado en The New England Journal of Medicine tras varios meses de pandemia sugiere que el uso de mascarilla podría estar relacionado con el aumento del porcentaje de personas asintomáticas / Imagen: Unsplash

Por su parte, Rocío Benavente, coordinadora del proyecto periodístico Maldita Ciencia, especializado en detectar información falsa en el ámbito científico, señala los bulos sobre el uso de las mascarillas como un caso paradigmático. "Yo creo que todo, o al menos parte del problema se debe a que, en un primer momento la información de las fuentes oficiales cambió y pasó de que la población no necesita usar mascarillas a que sí necesitaba usar mascarillas", apunta Benavente. La periodista destaca que, el hecho de que en un primer momento se dijera que no hacía falta, y luego se supiera que esta recomendación atendía a un problema de abastecimiento y no a la evidencia científica, facilitó la reacción negativa de la gente ante la imposición de llevar mascarilla en algunos países como España. "Una absoluta explosión de bulos contra las mascarillas: que causan problemas de oxigenación del cuerpo, que aumentan el riesgo de tener una neumonía, que pueden acumular bacterias y que pueden acabar provocando enfermedades. Y las que van un paso más allá, como que son una forma de sumisión de la población y que que buscan el control y la silenciación de las voces disidentes".

INTERESES DETRÁS DEL FENÓMENO DE LAS NOTICIAS FALSAS

Una de las grandes cuestiones que asalta el sentido común de cualquiera que se pare a analizar el fenómeno de las noticias falsas es quién hay detrás de este tipo de publicaciones y qué interés puede (o pueden) tener en su difusión. "Algunas veces, son personas que lo hacen a título individual con un interés narcisista, para ver si son capaces de viralizar una noticia, casi como un experimento adolescente", declara a OpenMind López-Borrull. Pero, para el profesor existe además una importante facción más organizada: "entra dentro de la agenda de grupos más orquestados que lo que quieren es movilizar a nivel político e ideológico. Y también hay una serie de medios de comunicación que se nutren del clickbait, de pescar clicks, y atraer gente a sus webs con titulares sesgados y muy llamativos por intereses económicos".

En cuanto a los grupos negacionistas, que han ido tomando fuerza a medida que avanza la pandemia de COVID-19, el profesor considera que "son colectivos que en muchos casos intentan moverse de forma paralela al oficialismo, o porque quieren generar un magma de información en el que nadie se cree nada, que es el peor escenario y en el que mejor se pueden fomentar ideologías extremistas". Además, la OMS reconocía en el congreso sobre infodemia que el "contenido impostor" generado por quienes se hacen pasar por autoridades y fuentes confiables ha sido eficaz para propagar rumores y desinformación, muchos de los cuales han sido contrarios al consejo oficial. Frente a esta amenaza, López-Borrull insiste en una estrategia clave: la divulgación científica. Los científicos tienen que abrir la ciencia al gran público y tienen que estar en las redes sociales haciendo su mensaje accesible.

EL PAPEL DE LAS REDES SOCIALES

El problema de las mentiras científicas está también en el tejado de las redes sociales, sus principales vehículos de transmisión que, además, tienen como sistema de negocio el tráfico de usuarios, algo que, en último término, está condicionado por la confianza en la información: "un escenario en el que nadie se cree nada es perjudicial para la propia naturaleza de las redes sociales", señala López-Borrull.

Antes de la pandemia, un informe del Colegio de Médicos de Barcelona y del Departamento de Salud y el Consejo Audiovisual de Cataluña denunciaba que al buscar "curar cáncer" en Youtube, el 74% de los 50 primeros resultados eran patrañas y mensajes pseudocientíficos. Frente a estos casos puntuales, la OMS considera que las plataformas de redes sociales están respondiendo a su manera, con diferentes acciones como dar a conocer y priorizar el buen contenido y una estrecha cooperación con los verificadores de datos y las autoridades para eliminar la desinformación.

Para ponerle cifras al problema resulta muy ilustrativo un reciente análisis del grupo de derechos humanos Avaaz que, tal y como recoge la publicación MIT Technology Review, estima que las páginas de desinformación sobre salud (con alcance en, al menos, cinco países) generaron aproximadamente 3.800 millones de visitas en Facebook en el último año. Solo durante el mes de abril de 2020, dichas webs alcanzaron un máximo de aproximadamente 460 millones de visitas en Facebook.

Infodemia: “fake news” y COVID-19
La consultora Gartner prevé que, para 2022, la mayoría de los ciudadanos de países desarrollados consumirá más noticias falsas que verdaderas. / Imagen: Unsplash

En comparación con la repercusión de fuentes oficiales como la OMS o los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU., Avaaz destaca que el contenido de las 10 páginas webs de noticias falsas recibió casi cuatro veces más visitas en Facebook que las del contenido equivalente de los sitios web de 10 instituciones de salud oficiales.

NO TODO ES TECNOLOGÍA: LA SOCIOLOGÍA DE LOS BULOS

Pero, ¿qué hace tan explosiva y tan contagiosa la información falsa en el campo de la salud? Un estudio publicado en la revista Science, "The spread of true and false news online" (La difusión de noticias verdaderas y falsas online), apuntaba al comportamiento humano como el principal factor para la viralización de noticias falsas. Según los investigadores, la falsedad tiene más alcance y se transmite más rápido y más profundamente que la verdad. Tanto es así que, según concluyen, un bulo tiene un 70% más de posibilidades de compartirse en Twitter, por ejemplo, debido al factor de novedad y excepcionalidad.

En este sentido, Rocío Benavente señala la contradicción de llamar noticia falsa a algo que, en muchas ocasiones, ni siquiera es noticioso: "son contenidos que encajan con la forma que tenemos nosotros de ver el mundo, más fáciles de consumir que un contenido que lo contradiga y eso, a veces, puede hacernos pasar por alto el hecho de que algo sea verídico o no, como si eso fuese algo secundario, cuando debería ser lo primero". Aquello que refuerza nuestra forma de ver el mundo es más fácil de creer, señala la periodista y por eso es muy importante ser conscientes de nuestros propios sesgos. Además, en un escenario de incertidumbre como es la crisis sanitaria de la COVID-19, la gente necesita certezas en un ambiente general de miedo y la ciencia no se las podía dar siempre, concluye Benavente. "Las únicas que se han podido dar han venido de gente que precisamente estaba desinformada, porque si sabías lo que estabas diciendo, no podías ponerte tan cierto".


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