Matías Bertolotti, uno de los meteorólogos de TN.
“¿Querés que te cuente cómo está el tiempo en Buenos Aires?”. Durante años un tío que vive en Resistencia, Chaco, me dio la bienvenida a su casa con esa pregunta retórica, primera estocada del habitual duelo jocoso entre un pariente del interior y otro porteño. “Prendo la tele, che, y ya sé si hace calor o está lloviendo en la Reina del Plata pero tengo que salir a la vereda para tantear la temperatura y humedad que hay acá” proseguía sin disimular la intención de achacarme el ombliguismo capitalino.
Don Eddy siempre desayunó con Clarín y algún periódico local (Diario Norte en el último tiempo). El primero era su ventana a la actualidad nacional; la lectura del segundo completaba el panorama con información regional.
En la era de la televisión por cable, mi tío incorporó TN a su infomenú cotidiano. Cuesta poco imaginar el origen catódico de la chicana meteorológica que cayó en desuso por al menos tres motivos: el desgaste que sufre todo chiste reiterado; la federalización del pronóstico del tiempo a la par del creciente protagonismo que el segmento climático adquirió en noticieros y canales de noticias; la discusión en torno a la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual, apocopada ‘Ley de Medios‘.
Una vez aproveché la clásica cargada para sugerir que el parte meteorológico limitado a Buenos Aires era un ejemplo elocuente del recorte informativo que hacen los medios. Fui un poco más allá y deslicé la posibilidad de que Clarín y TN cubrieran otros temas desde una misma perspectiva acotada, interesada, si se quiere unitaria.