El triunfo de Gales contra Fiji decretó que el duelo que este sábado protagonizarán Australia y los de la Rosa bata todo los records de ansiedad. La victoria del Dragón puso a Inglaterra a un paso de la eliminación.
Si la semana pasada el choque entre Gales e Inglaterra estuvo rodeado de una expectativa inusual por tratarse de dos rivales británicos en su tierra; esta nueva función no le va en zaga. Podemos sumar al cóctel algo de historia que hace más apasionante este cotejo entre Wallabies y dueños de casa:
Será su sexto enfrentamiento en Copas del Mundo (que lo hará igualar a otro clásico, el de Nueva Zelanda y Francia, como el más veces disputado). Incluso, con el aditamento de que cada uno se llevó la Copa del Mundo jugando contra el ocasional dueño de casa: Inglaterra en 2003 y los Wallabies en 1991.
Para los del hemisferio sur este es uno de los partidos mata-mata, o el equivalente a un octavo de final; aunque una vez finalizado lo de este sábado aún les restará cruzarse con Gales. Por ello para este encuentro introducirán catorce cambios respecto del anterior contra Uruguay.
El técnico pondrá en cancha a los mismos que debutaron en este Torneo contra Fiji, ya analizados los aspectos que saben que habrá que mejorar para hacerle frente al anfitrión.
Los oceánicos tienen claro que tienen la oportunidad de convertir a Inglaterra en el primer local que no supera la etapa de grupos en toda la vida de los Mundiales. Es una chance demasiado tentadora como para desperdiciar: arruinarle la fiesta en el propio patio de su casa.
Dos serán los puntos de batalla en este desafío, el scrum y los breakdowns. Hace menos de un año los australianos fueron dominados por los ingleses en el fijo; pero desde que el argentino Mario Ledesma colabora con su asesoramiento, esta formación ya no es punto débil. Deberá demostrarlo frente al potente pack inglés.
En los reagrupamientos la ventaja teórica queda para el lado de Australia, con Pocock y Hooper. El anfitrión deberá trabajar muy bien los contrarucks, si allí no se impone, los Wallabies tendrán el dominio territorial y sus backs pueden causar daño. La vuelta de Will Genia a su mejor nivel brindará la conducción que los Canguros necesitan para preocupar a los de Stuart Lancaster.
El actual campeón del Rugby Championship tiene un grupo de talentosos que no temen tomar riesgos (aquí podemos anotar a Israel Folu, Ashley Cooper y Matt Giteau), hecho que sumado a la impronta que el coach Cheika instaló como mentalidad ganadora, lo hacen un rival casi inabordable.
Del lado de los ingleses, seguramente no están dispuestos a tolerar dos derrotas consecutivas en su terruño, y menos si lo pueden dejar fuera de su Copa. Una semana con mucha presión para su técnico y para su capitán Chris Robshaw, quien fuera cuestionado por algunas decisiones en momentos del juego del pasado sábado no compartidas por la crítica.
Esencialmente la misma estuvo focalizada en el momento que prefirió ir a disputar un line con un penal a favor, en vez de ejecutarlo a los palos para alcanzar la igualdad con sus vecinos. Por otro lado la baja de Billy Vunipola en la base del fijo será una pérdida por el nivel que venía desarrollando el número ocho inglés.
Pero la esperanza está cifrada en el retorno de Jonathan Joseph en reemplazo de Sam Burgess, una carta que el entrenador había jugado apostando por su potencia ofensiva pero que perdió por sus desacoples defensivos con su compañero Barritt en el centro de la cancha.
El reingresante es clave para el funcionamiento de los de blanco, aporta buena distribución y maneja el equilibrio del equipo y la habilidad para abrir la cancha y darle mayor velocidad a la ofensiva.
En síntesis, la gran oportunidad para Australia; deshacerse de Inglaterra en la misma Londres. Ya lo hicieron en 1991, ¿podrán repetirlo?
-ADN de Atletas-