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(Primera parte)
Hace mucho tiempo oí a un médico en la tele decir que había dos cosas que los españoles pretendían siempre conseguir en poco tiempo y sin esfuerzo: adelgazar y aprender inglés.
Parece que sí, que a muchas personas les parece que un idioma se puede aprender en cuatro ratos, o en un par de meses.Y también parece establecido y aceptado que a los españoles se nos dan mal los idiomas en general y el inglés en particular y que por más empeño que pongamos en aprender nunca pasamos del consabido ‘nivel básico’.
Para comprobar tanto lo uno como lo otro no hay más que poner la tele en dos meses del año muy concretos: septiembre y enero.En septiembre abundan los anuncios de fascículos y DVDs para aprender el idioma como decía aquel médico: sin esfuerzo y en menos que canta un gallo. Y en enero, los telediarios se llenan de reportajes sobre propósitos de año nuevo, y los más repetidos, año tras año, son: ir al gimnasio, dejar de fumar y… aprender inglés, of course.
Hay muchas estadísticas y estudios que señalan que los españoles somos los europeos que menos idiomas extranjeros hablamos y la población con menor porcentaje de hablantes de inglés.
Y hay también muchas explicaciones sobre el porqué de esta circunstancia.
Una de ellas es que en España vemos las películas dobladas al español, al contrario que en la mayoría de los países, que las ven en versión original subtitulada.
En esto hay bastante de cierto. No es que por el hecho de ver películas en inglés ya vayamos a salir hablando como Dickens, claro, pero sí que ayudaría mucho. Porque si estuviéramos acostumbrados a los sonidos de otros idiomas, nos resultaría más fácil reconocerlos y reproducirlos. Además la comunicación en esos idiomas nos resultaría algo natural, y esto representa un buen trecho del camino. Si las películas y las series son parte de nuestra vida cotidiana, igualmente lo serían los idiomas que se hablan en ellas. Y lo que nos resulta natural, cotidiano y útil, se aprende mucho más fácilmente que lo que nos parece ajeno y sin aplicación práctica.
Otra explicación muy repetida y también muy cierta, es que nuestro sistema educativo es poco eficaz. Bueno, esto se podría aplicar a cualquier asignatura, para qué vamos a engañarnos, pero esa es otra cuestión.
Lo que sí es esta cuestión es que la lengua inglesa se ha enseñado siempre en España ‘a la antigua’, con métodos obsoletos con los que se aprende, como mucho, a leer y escribir el idioma, pero no a comunicarse personalmente. Es decir, se enseña el inglés como se enseña el latín, como una lengua muerta.
Hasta hace unas décadas esto quizá no importara mucho, porque no había ni el interés ni los medios ni las razones que hay hoy día para viajar, para ir a otros países y establecer contacto con hablantes de otras lenguas, ya sea por ocio o por negocio. Es decir, comunicarse oralmente en lenguas extranjeras no era tan necesario ni tan cotidiano como hoy.
Pero el problema es que mientras las circunstancias y las necesidades comunicativas iban cambiando, nuestros métodos de enseñanza, centrados en ejercicios gramaticales repetitivos, seguían siendo los mismos, llegando a ser sencillamente inútiles.Ahora empieza a haber más conciencia de esta necesidad de enseñar inglés para hablarlo, para conversar, pero llevamos un retraso monumental con respecto a la mayoría de países europeos y muchos no europeos.
El bilingüismo, por no decir el poliglotismo, es un estado natural de los ciudadanos de esos países, mientras que para nosotros es todavía una novedad.
Hay una tercera explicación, que bien podría haber sido establecida por Homer Simpson y que pretende solventar esta cuestión por las buenas y definitivamente. Es la que dice que los españoles, simplemente, no estamos capacitados para hablar inglés. Ea, no te empeñes que eso no es para nosotros.O, en palabras de Homer, “esto nos enseña que no hay que intentar hacer cosas”.
No sé yo muy bien en qué consiste eso de “no estar capacitados”, pero desde luego no creo que tengamos ninguna tara biológica que nos impida el bilingüismo.Lo que sí creo es que hay determinados factores, que he podido observar personalmente, que influyen muy negativamente en nuestra predisposición a aprender idiomas. Algunos me resultan realmente curiosos, y a partir de la observación de los mismos he elaborado yo mi propia teoría.
(Continuará)
Hace mucho tiempo oí a un médico en la tele decir que había dos cosas que los españoles pretendían siempre conseguir en poco tiempo y sin esfuerzo: adelgazar y aprender inglés.
Parece que sí, que a muchas personas les parece que un idioma se puede aprender en cuatro ratos, o en un par de meses.Y también parece establecido y aceptado que a los españoles se nos dan mal los idiomas en general y el inglés en particular y que por más empeño que pongamos en aprender nunca pasamos del consabido ‘nivel básico’.
Para comprobar tanto lo uno como lo otro no hay más que poner la tele en dos meses del año muy concretos: septiembre y enero.En septiembre abundan los anuncios de fascículos y DVDs para aprender el idioma como decía aquel médico: sin esfuerzo y en menos que canta un gallo. Y en enero, los telediarios se llenan de reportajes sobre propósitos de año nuevo, y los más repetidos, año tras año, son: ir al gimnasio, dejar de fumar y… aprender inglés, of course.
Hay muchas estadísticas y estudios que señalan que los españoles somos los europeos que menos idiomas extranjeros hablamos y la población con menor porcentaje de hablantes de inglés.
Y hay también muchas explicaciones sobre el porqué de esta circunstancia.
Una de ellas es que en España vemos las películas dobladas al español, al contrario que en la mayoría de los países, que las ven en versión original subtitulada.
En esto hay bastante de cierto. No es que por el hecho de ver películas en inglés ya vayamos a salir hablando como Dickens, claro, pero sí que ayudaría mucho. Porque si estuviéramos acostumbrados a los sonidos de otros idiomas, nos resultaría más fácil reconocerlos y reproducirlos. Además la comunicación en esos idiomas nos resultaría algo natural, y esto representa un buen trecho del camino. Si las películas y las series son parte de nuestra vida cotidiana, igualmente lo serían los idiomas que se hablan en ellas. Y lo que nos resulta natural, cotidiano y útil, se aprende mucho más fácilmente que lo que nos parece ajeno y sin aplicación práctica.
Otra explicación muy repetida y también muy cierta, es que nuestro sistema educativo es poco eficaz. Bueno, esto se podría aplicar a cualquier asignatura, para qué vamos a engañarnos, pero esa es otra cuestión.
Lo que sí es esta cuestión es que la lengua inglesa se ha enseñado siempre en España ‘a la antigua’, con métodos obsoletos con los que se aprende, como mucho, a leer y escribir el idioma, pero no a comunicarse personalmente. Es decir, se enseña el inglés como se enseña el latín, como una lengua muerta.
Hasta hace unas décadas esto quizá no importara mucho, porque no había ni el interés ni los medios ni las razones que hay hoy día para viajar, para ir a otros países y establecer contacto con hablantes de otras lenguas, ya sea por ocio o por negocio. Es decir, comunicarse oralmente en lenguas extranjeras no era tan necesario ni tan cotidiano como hoy.
Pero el problema es que mientras las circunstancias y las necesidades comunicativas iban cambiando, nuestros métodos de enseñanza, centrados en ejercicios gramaticales repetitivos, seguían siendo los mismos, llegando a ser sencillamente inútiles.Ahora empieza a haber más conciencia de esta necesidad de enseñar inglés para hablarlo, para conversar, pero llevamos un retraso monumental con respecto a la mayoría de países europeos y muchos no europeos.
El bilingüismo, por no decir el poliglotismo, es un estado natural de los ciudadanos de esos países, mientras que para nosotros es todavía una novedad.
Hay una tercera explicación, que bien podría haber sido establecida por Homer Simpson y que pretende solventar esta cuestión por las buenas y definitivamente. Es la que dice que los españoles, simplemente, no estamos capacitados para hablar inglés. Ea, no te empeñes que eso no es para nosotros.O, en palabras de Homer, “esto nos enseña que no hay que intentar hacer cosas”.
No sé yo muy bien en qué consiste eso de “no estar capacitados”, pero desde luego no creo que tengamos ninguna tara biológica que nos impida el bilingüismo.Lo que sí creo es que hay determinados factores, que he podido observar personalmente, que influyen muy negativamente en nuestra predisposición a aprender idiomas. Algunos me resultan realmente curiosos, y a partir de la observación de los mismos he elaborado yo mi propia teoría.
(Continuará)
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