Revista Cultura y Ocio

Inicios de la agricultura y la ganadería

Por Enrique @asurza

Pese a que fue bautizado por un cambio en la forma de trabajar la piedra, el Neolítico es un fenómeno complejo que marca el fin de la depredación como forma de vida y los inicios de la agricultura y la ganadería.
Hace unos 12.000 años, el modo de vida de los seres humanos que habitaban determinadas zonas geográficas comenzó a transformarse radicalmente. Las ocupaciones depredadoras, como la caza y la recolección, fueron sustituidas poco a poco por otras de carácter productivo, como la domesticación de animales y el cultivo de la tierra y, de esta manera, las sociedades de Homo sapiens abandonaron paulatinamente el nomadismo y la economía de subsistencia para convertirse en sedentarias y productoras de sus propios alimentos.
Una de las principales razones de la transformación económica y cultural vivida por las sociedades humanas se encuentra en el cambio climático que se produjo al finalizar la última glaciación y que inauguró el período Holoceno, el último de la actual era geológica. Durante éste, las temperaturas aumentaron considerablemente y, paulatinamente, los hielos que cubrían la mayor parte del planeta se fundieron y quedaron relegados a las regiones polares y a las altas montañas. Con el deshielo, además, se inundaron amplias zonas costeras.

Cronología de los inicios de la agricultura y la ganadería

Primeras fases del desarrollo cultural en Oriente Próximo

Epipaleolítico

12000 – 9000 a.C. Culturas natufiense (Palestina) y Zarziense (en Irak). Chozas e industria micro-lítica. Siega de cereales salvajes.

9500 – 8000 a.C. Tell Abu Hureyra (Siria). Restos de almacenamiento de cereales salvajes.

8500 a.C. Evidencias de caza selectiva de ovejas en Zawi Che-mi Shanidar (Irak).

Neolítico acerámico

9000 a.C. Neolítico acerámico A en Jericó. Construcción de la primera muralla. Poblados agrícolas en Palestina y Siria.

8000 a.C. Domesticación de cabras en Ganj Dareh y evidencias de cultivos y de ganadería en Ali Kosh (montes Zagros).

8000 a.C. Neolítico acerámico B en Jericó. Expansión de la agricultura por el Levante oriental. Ritos funerarios complejos.

7000 – 6500 a.C. Asentamientos estables en Anatolia (Cayonu Tepesi, Hacilar y Çatal Hüyük), Siria (Tell Mureybet) e Irak (Qalat Jarmo).

Cambiar para sobrevivir

La alteración climática comportó la desaparición de muchas plantas y la migración o extinción de las especies animales que habían garantizado la supervivencia del hombre del Paleolítico. Estos cambios en la vegetación y la fauna, unidos al constante aumento de la población, rompieron el equilibrio existente entre las necesidades de las comunidades humanas y los recursos naturales; y, así, el Homo sapiens se vio forzado a modificar sus costumbres alimenticias para no desaparecer.
A finales del Paleolítico, sin embargo, la humanidad ya había adquirido la madurez cultural y el progreso técnico necesarios para afrontar este reto. Así se inició la etapa de transición al Neolítico que los historiadores y arqueólogos denominan Mesolítico o Epipaleolítico, durante la cual, gradualmente, los cazadores y recolectores aprendieron a controlar la producción y el consumo de los alimentos.

El Creciente Fértil

Este es el nombre que recibe la zona geográfica donde aparecieron por primera vez los signos do neolitización. El término proviene de su forma -que recuerda a la Luna en cuarto creciente- y de sus muy privilegiadas condiciones medioambientales. En el Creciente Fértil se desarrollaron, antes que en ningún otro lugar, la agricultura, la ganadería y la cerámica, entre muchos otros logros culturales y tecnológicos.

mapa creciente fertil

Mapa del territorio llamado Creciente Fértil

 

La domesticación de los animales, comienzo de la ganadería

La domesticación de animales, que fue consecuencia directa de la caza, es junto con la agricultura, la manifestación más temprana del proceso de neolitización. Como demuestran los restos arqueológicos hallados, ambas actividades se desarrollaron por primera vez en la región conocida como el Creciente Fértil hacia el 9000 a. C.
Para evitar la aniquilación de los rebaños, los cazadores mesolíticos comenzaron a seleccionar sus capturas en función del sexo y la edad de los animales. A esta caza controlada, posteriormente se uniría la costumbre de perseguir y guardar en recintos cerrados manadas enteras de bóvidos. Así se consiguió disponer de carne durante largos períodos de tiempo sin depender de la caza.
El primer animal domesticado para la alimentación fue la cabra. Los restos encontrados en Irán e Irak evidencian que las cabras que vivían en los poblados del Neolítico -procedentes de la especie salvaje llamada bezoar-, ya eran de menor tamaño y tenían cuernos más pequeños que sus parientes salvajes.
La explicación que dan los zoo-arqueólogos a este fenómeno es que, desde los inicios de la ganadería, los pastores prehistóricos optaron por seleccionar sólo a los individuos que eran más pequeños y dóciles de manejar y que, por lo tanto, al apartar a las hembras domésticas de los grandes machos que vivían en libertad, el Homo sapiens modificó de forma intuitiva la genética del animal. Esta costumbre, que se repetiría con el resto de especies domesticadas -incluidas las vegetales-, provocó que, con el tiempo, las cabras domésticas acabaran convirtiéndose en una especie distinta de la original.

Los primeros animales domesticados

Cabra, el primer animal domesticado por su carne. Hacia el 8000 a. C. Proviene de la especie salvaje Copra aegragus.

Oveja, deriva de los cameros salvajes de los montes de Irán. Apreciada por su carne, leche y lana. VIII milenio a. C.

Vaca, además de proporcionar carne, leche y cuero, fue utilizada como animal de tiro. VI milenio a. C. Anatoüa.

Caballo, proviene de los caballos salvajes de Kazajstán y no fue utilizado como montura hasta el IV milenio a. C.

Asno, sus ancestros fueron el onagro de Asia occidental y el kian del Tibet. Domesticado desde el V milenio a. C.

Jabalí, proviene del jabalí. Fue criado en cautividad en el sudeste de Turquía desde el VIII milenio a. C.

Cultivos primitivos, inicios de la agricultura

vasija neolitica

Vasija encontrada en Jericó

Si la ganadería surgió como una evolución de la caza, la aparición de la agricultura está vinculada a la recolección de semillas, raíces, frutos y todo tipo de vegetales que los grupos humanos practicaron desde sus orígenes. La misma carestía de recursos naturales que había obligado al Homo sapiens a modificar sus estrategias predadoras, influyó también en la recolección y, por este motivo, los hombres y mujeres del Mesolítico abandonaron la costumbre de consumir las plantas de forma inmediata para desarrollar técnicas de molienda y almacenaje de los alimentos.
Estas prácticas, además de promover la creación de nuevos instrumentos y objetos -como los morteros para moler el grano y los recipientes para guardarlo-, provocaron que las plantas recolectadas acabaran colonizando los asentamientos humanos: al transportar las semillas y frutos de un lado a otro, el ser humano se convirtió en un improvisado vehículo de propagación de diferentes especies vegetales.
El estudio del ciclo reproductivo de las plantas, especialmente de aquellas que por sus propiedades alimenticias eran consumidas en mayor cantidad, hizo que, tras miles de años de recolectar especies salvajes, algunas comunidades aprendieran a domesticarlas y, así, en los albores del Neolítico, empezó a desarrollarse la agricultura.
Como en el caso de la ganadería, los registros más antiguos de una economía agrícola se han hallado en Palestina, en el norte de Mesopotamia y en Turquía, y datan también del IX milenio a. C. Las primeras especies cultivadas fueron el trigo y la cebada, dos tipos de cereales abundantes en estas regiones, muy nutritivos y que requieren pocos cuidados. Posteriormente, a la lista de especies domesticadas se añadirían nuevos cereales, como la avena, el centeno y el mijo, así como diferentes tipos de legumbres, como la lenteja y el guisante.
Según se cree, el cultivo itinerante predominó en las primeras fases del Neolítico: tras desforestar una zona, se quemaba el terreno para que quedase limpio de malas hierbas y, cuando el suelo se agotaba, se elegía una nueva ubicación para iniciar el proceso en tierras más fértiles. Con el tiempo, no obstante, los campesinos neolíticos descubrieron y aplicaron mejoras en los sistemas de cultivo, lo que permitió aumentar considerablemente la producción de alimentos y abandonar la agricultura itinerante.
El espacio que el trigo y la cebada ocuparon en Oriente Próximo lo llenó el arroz en China -comenzó a cultivarse durante el VIII milenio a. C.-. Desde allí se extendería a las regiones vecinas. En América, por su parte, el principal vegetal cultivado sería el maíz -a partir del VII milenio a. C.-, cuyo consumo se cree originario de Mesoamérica.
El desarrollo de la economía productora comportó una explosión demográfica, forzó la colonización de nuevas regiones -lo que, por ejemplo, permitió la difusión del Neolítico a Europa- y provocó cambios en la organización social. De esta manera, además de favorecer la sedentarización y la consiguiente creación de poblados estables -un proceso que, de forma independiente, había comenzado en el Mesolítico-, las nuevas actividades obligaron a adoptar formas de convivencia más complejas y estructuradas -incluyendo una incipiente división del trabajo-.

Pioneras del cambio

En las sociedades depredadoras del período Mesolítico, los hombres se ocupaban principalmente de la caza y las mujeres de la recolección. Por este motivo, en el desarrollo de la agricultura, los historiadores otorgan un papel protagonista al sexo femenino. Pintura rupestre del Mesolitico donde aparece representado un grupo de mujeres. Cuevas de Cogull (España).

mujeres cueva cogull

Mujeres en la Cueva Cogull en España

Innovaciones técnicas

Por otra parte, el proceso de neolitización que sacó al Homo sapiens de las cavernas estuvo acompañado por la conquista de numerosos avances técnicos e inventos que, poco a poco, permitieron a las comunidades humanas mejorar su calidad de vida y aumentar su capacidad para controlar y modificar el entorno ambiental.
Durante el período neolítico, la mayor parte de instrumentos -muchos de ellos relacionados con la agricultura- se fabricaron de piedra. La forma de trabajar este material, sin embargo, cambió con respecto al Paleolítico y así, la técnica de pulir la piedra -darle forma y filo mediante el frotamiento- se impuso sobre la de la talla -que implicaba golpear una piedra con otra-. En este sentido, el término Neolítico o Nueva Edad de la Piedra fue acuñado en 1865 por el naturalista y antropólogo británico John Lubbock para describir estos cambios en la manera de fabricar los instrumentos líticos.
El desarrollo de la economía productiva, en este contexto, permitió que los grupos humanos pudieran dedicar más tiempo a realizar tareas que no estaban relacionadas con la obtención de comida. De esta suerte, tras experimentar con los materiales propios de su entorno, aparecieron nuevas industrias cotidianas que ya no utilizaban la piedra, como la cestería, la carpintería, el tejido y, sobre todo, la cerámica. Precisamente, la invención y el posterior desarrollo de la cerámica, está considerado como uno de los logros fundamentales en el proceso de neolitización de las sociedades humanas.

Una dieta a base de cereales

mortero neolitico
Los morteros del Neolítico no eran muy distintos da los que se utiliza en nuestros días. El grano se echaba en un recipiente cóncavo y se machacaba con otra piedra hasta obtener su harina. El consumo de cereales, ricos en carbohidratos y proteínas, mejoró notablemente la dieta del Homo sapiens y contribuyó a alargar su esperanza de vida.

Útiles de labranza hechos de piedra

Siguiendo una tradición iniciada en el Mesolítico, durante el Neolítico, los cuchillos, raspadores y puntas de flecha, entre otros utensilios, se fabricaron casi siempre con sílex. La adopción del modo de vida agrario, sin embargo, exigió al Homo sapiens ingeniar nuevas herramientas. Incrustando dientes de sílex en piezas de madera o cuernos, por ejemplo, se elaboraron las primeras hoces destinadas a la cosecha, y uniendo hachas de piedra a un palo resistente, se crearon las más primitivas azadas. El aprovechamiento de los huesos y las cornamentas de los animales, por otra parte, también se mantuvo respecto a épocas anteriores y, gracias a estos materiales, se fabricaron arpones para la pesca y azagayas para la caza dos actividades que. pese al desarrollo de la agricultura y la ganadería, siguieron practicándose con frecuencia , así como espátulas y palas para cavar, punzones para perforar y agujas para coser.

Herramientas de la Edad de Piedra

Herramientas de la Edad de Piedra

La aparición de la minería

La necesidad de obtener grandes cantidades de sílex, obsdiana y basalto -empleados para la fabricación de útiles de labranza- obligó a mejorar las técnicas de extracción de piedra y a excavar pozos y galenas subterráneas. Para arrancar el mineral se empleaban mazas de piedra pulida y cinceles de hueso. Minas prehistóricas de Gavá, España.

Camino de la civilización, el comercio

Una vez que la producción de alimento y de artesanía progresó, los excedentes conseguidos comenzaron a emplearse para obtener otros recursos y objetos en las regiones vecinas. Con el tiempo, al incrementarse la intensidad y frecuencia de estos intercambios, aparecerían irremediablemente los primeros lazos de dependencia.
El desarrollo de un comercio incipiente, que los arqueólogos han demostrado por el hallazgo de tipos de cerámica y de materiales que no son propios del lugar donde fueron encontrados, como la obsidiana, sería posteriormente favorecido por la invención de avanzadas formas de transporte y por el nacimiento de una nueva industria que, necesitada de recursos difíciles de conseguir en muchas regiones agrícolas, pondría fin al reinado de la piedra: la metalurgia.
La última etapa del Neolítico en Oriente Próximo, Europa, Egipto y otras regiones del Viejo Mundo que entre el VII y el III milenio a. C. adoptaron la agricultura y la ganadería como base de su economía, recibe el nombre de Eneolítico, Paleolítico, Edad del Cobre o Neolítico Final. Este período de transición entre el Neolítico propiamente dicho y la Edad del Bronce, durante el cual los seres humanos no sólo aprendieron a fundir y forjar el cobre, el oro y la plata, sino que consiguieron perfeccionar las técnicas de cultivo y producción artesanal utilizadas hasta entonces, fue un momento de profundas y decisivas transformaciones culturales, sociales y económicas.
Los cambios registrados durante las últimas fases del Eneolítico, como se observa perfectamente al estudiar la aparición de las primeras civilizaciones mesopotámicas, serían, a la postre, los responsables de que, tras más de 100.000 años de evolución, el Homo sapiens abandonara esa larga etapa de su evolución conocida como prehistoria.


Volver a la Portada de Logo Paperblog