Según el autor Lunness el pensamiento inmaduro se suele caracterizar por ser egocéntrico, externamente controlado, concreto, instrumental, impulsivo y relativo al corto plazo; frente a ello el pensamiento maduro sería más sociocéntrico, internamente controlado, empático y prosocial. Este desarrollo moral puede potenciarse desde la terapia aprendiendo a basar las elecciones propias de conducta considerando no solo el propio e inmediato beneficio sino las consecuencias que pueden derivarse a corto, medio y largo plazo, para otras personas.
Otro autor, Kohlberg establece un gradiente de estadios morales en que podrían basarse las decisiones de las personas:
- En los niveles inferiores las decisiones se fundamentarían en la obtención o evitación de consecuencias materiales inmediatas (recompensas o castigos): en el estadio 1 los niños o adultos inmaduros temerían ser castigados por las personas con más poder, mientras que en el estadio 2 percibiría a los otros como instrumentos de autosatisfacción.
- En el estadio 3 los sujetos tienen como prioridad su aceptación por parte de los otros.
- En el estadio 4 los individuos tendrían en alta consideración el mantenimiento del orden social mediante el empleo de sanciones legales.
- En el estadio 5 las personas desarrollarían la tolerancia y relativizarían el valor de los diferentes sistemas sociales, opiniones, ideologías.
- En el estadio 6 los individuos optarían por elecciones propias y principios universales tales como el derecho a la vida por encima de las sanciones sociales o legales.
El razonamiento moral maduro refleja una comprensión de las relaciones interpersonales y de las normas y expectativas vinculadas. Se hacen evidentes la empatía y la perspectiva social y se llegan a comprender los sistemas sociales complejos con referencia a derechos y valores sociales.