Ésta es una de las pocas publicaciones online sobre inmigración francesa en Argentina que mencionan a los galos radicados en la provincia del Chaco. En cambio y en general, la información disponible hace hincapié en la colonización de Pigüé, hito que hasta los diarios rememoran cada tanto (por ejemplo aquí y aquí) y que remite al fenómeno galés en Gaiman (recordemos la película Separado!, exhibida en el último BAFICI).
Julien y Eulalie Malet figuran entre los incontados campesinos franceses que en 1888 desembarcaron en Buenos Aires para acabar radicándose en territorio chaqueño: primero en Colonia Gandolfi, luego en General Vedia. Los esposos viajaron con tres de sus cuatro hijos: Denis, Jean y Augustin. Por temor a que no resistiera el traslado en barco, dejaron a la bebita Marie a cargo de una tía materna.
Los Malet abandonaron su hogar en Camps-sur-l’Agly (al sur de Francia, en el departamento de Aude) corridos por el hambre y la falta de trabajo. Creyeron en el compromiso asumido por un Estado argentino dispuesto a entregarles una fracción de tierra fértil con la única exigencia de ayudar a poblar.
El entonces Gobierno de Miguel Juárez Celman se desentendió de los campesinos audois que fueron a parar a uno de los rincones más inhóspitos del país. Sin nada más que perder, Julien y Eulalie enfrentaron todo tipo de adversidades: desde temperaturas por momentos intolerables (40°C de calor a la sombra) hasta el accidente que mató al adolescente Denis.
Juntos criaron a los sobrevivientes Jean y Augustin y a los nacidos en suelo argentino, Eugenia y Julián. Aunque a éstos últimos no los inscribieron como ciudadanos franceses, sí los educaron como tales, no sólo en la casa sino con un maestro de escuela que también emigró en el ’88 y que les enseñó a leer y escribir en su lengua materna.En 1914 Julián hijo viajó a Francia para defenderla de los alemanes mientras duró la Primera Guerra Mundial. El Estado galo no tuvo problemas en enrolarlo y, tal vez porque este poilu regresó a la Argentina una vez finalizada la contienda, volvió a ignorarlo (de hecho nunca le pagó la pensión asignada a los anciens combattants).
Estos primeros inmigrantes provenientes de la por entonces nada “douce France” precedieron a una segunda camada que llegó al Chaco entre 1890 y principios de 1900. Quizás porque sus integrantes fueron más organizados y porque supieron institucionalizar su origen francés, hoy la mayoría de los chaqueños los considera “pioneros” (la adjudicación de este sustantivo también coincide con el hecho de que el cónsul honorario en Resistencia, Rémy Colcombet, desciende de esta segunda ola de expatriados).
En su sitio web, el Consulado de Francia en Buenos Aires informa sobre la gira que el actual titular Patrick Flot realizó entre septiembre de 2010 y abril de 2011 por distintas ciudades del interior, incluida la capital chaqueña. Tres semanas atrás, el Diario Norte publicó (sólo en su versión impresa) un artículo sobre las intenciones oficiales de recabar datos de los franceses que hoy residen en nuestro país y sobre los descendientes de colonos, con o sin doble nacionalidad.Ojalá éste sea un primer paso para que el Estado francés y el argentino reconozcan la historia de aquellos campesinos que, un siglo y cuarto atrás, abandonaron su hogar en Aude para -contra todo engaño y tragedia- volver a formar otro definitivo en la aún hoy relegada provincia del Chaco.