El pasado 5 de julio estuve intercambiando opiniones mañaneras con un pequeño y cualificado grupo de profesionales acerca de la innovación por gentileza de RBT Consulting, y la verdad es que fueron un par de horas bastante animadas, como se puede apreciar en este excelente resumen de lo allí comentado.El punto de partida lo constituyó una frase extraída del libro Innovación 2.0 que a mí, siempre dispuesto al combate ;-), me hizo entrar en calor desde el primer minuto.
El brutal descenso que han sufrido las partidas presupuestarias en materia de I+D+i ha provocado que todos los que nos movemos en este motor tan importante de competitividad estemos reflexionando sobre lo que ha pasado y qué camino tomar a partir de ahora. Yo lo dije el pasado viernes en la tertulia y lo comento siempre que me invitan a opinar: nos hemos dedicado a vender consultores de innovación a "tanto la hora" durante tantos años que no hemos puesto el foco en innovar, y eso provoca que en la mayoría de ocasiones la innovación no haya acabado en una verdadera propuesta de valor.
Esto puede ser muy tajante pero es tal y como yo lo percibo. Si una empresa contrata a un consultor experto en innovación a precio de oro querrá ver el resultado tangible al final del proceso, y si no lo ve, adiós muy buenas. Yo, personalmente, soy muy crítico con esto. Nos hemos dedicado a traer expertos de todo el mundo a dar conferencias, hemos montado saraos enfocados en la innovación con tanta facilidad, que nos hemos acostumbrado a un paisaje que ni es el real ni es el verdaderamente rentable.
Está muy bien, y es necesario, hablar de la teoría en la innovación en producto, en procesos, de la innovación radical, de la innovación incremental, de la innovación abierta, y de todo lo que se nos ocurra, pero hablar de innovación no es innovar. ¿Qué pasa si una empresa no quiere que le digas cómo hacerlo sino que lo hagas?
Pues en esas estamos. Ahora hay una gran cantidad de profesionales que son tremendamente escépticos con todo lo que rodea a la innovación, y no es para menos, porque el foco ha estado más puesto en el discurso que en los resultados. Y claro, la cosa ha llegado a un punto en que quienes se dedican a la inovación se pregunten, ¿y ahora qué hacemos con el negocio? Pues la respuesta es una y fácil, amigo consultor, ahora el que tiene que innovar eres tú, pero para ti mismo en primer lugar.
¿Y por qué? Pues porque no hay dinero, y cuando no hay dinero hay que salir del atolladero como sea, es tiempo de cambio y, en este escenario de transformación, aparece la innovación testicular como por arte de magia y sin que nadie la llame. Yo diría que la innovación testicular no es ni necesario definirla, significa, ni más ni menos, que hay que innovar por cojones, porque es tiempo de sobrevivir, de seguir adelante como sea, y en tiempos de crisis económica, la necesidad de diferenciación en el mercado aparece por sí sola.
Ahora no es tiempo para gestores, ni economistas, ni ingenieros, ahora es el momento de quienes asumen la transformación que se ha producido en la sociedad del conocimiento, es tiempo para la colaboración, para la involucración, es el momento en el que hay que dar paso a las mentes abiertas y poner a las personas con todo su potencial en el primer lugar de las prioridades. Porque el cambio no se gestiona, se lleva a cabo.
¿O acaso alguien creía que la teta de esta vaca iba a seguir dando leche toda la vida?