Ya queda poco, apenas cuatro días, que no son nada, un suspiro. En 96 horas llegará el fin de semana y con él, el nuevo año. El próximo domingo, 2011 ya será historia reciente si las cuentas no le fallan al calendario gregoriano, que le fallan. Cada año esperamos con ganas el siguiente: 365 días cansan y 2011 no ha sido, precisamente, un buena añada. Renovación, nuevos propósitos (dejar de fumar, aprender inglés, también alemán o chino, perder esos kilos de más que los atracones navideños han aumentado, ir al gimnasio, a la piscina, a correr,… Leer… 12 libros. Sí, 12 libros en un año no está mal para empezar. Pero cuidado: algunos libros los carga la incultura y la intolerancia.
Pero no todos aprovechan estos días de tregua para empezar con sus buenos propósitos en unos días. Los monstruos han sustituido a los juguetes bajo el árbol y acechan bajo el papel que aún envuelve 2012. Los de la pasada Navidad son ya juguetes rotos. Ahora, calculados los desperfectos y esbozado el diagnóstico preliminar, los tecnócratas que iniciaron el fuego se apresuran a apagarlo con gasolina, con recortes, con neoliberalismo, refundando lo mismo para que parezca diferente aunque no lo es, con la ley de la selva y del sálvese quien pueda, con carreras de másters del universo para entretener a pre-parados hasta que les llegue su hora. Por si no fuera suficiente, ahora quieren quitarnos los donuts. ¿Alguien se acuerda cuando nos daban dos? ¿O era de Petit Suisse? En fin, era un derecho. Ahora el agujero es cada vez más grande. Qué inocentes éramos… Celebremos hoy nuestro día.