La ciudad ya no es como la habíamos imaginado. Tampoco la manera en la que, a partir de ahora, intervendremos en ella lo es. De hecho, el urbanismo debería de regirse por instrumentos que atienden a realidades estáticas que se revisan cada 8 ó 10 años: las urbes ya no pueden planearse solamente mediante diseño urbanístico y extensísimas memorias. Los instrumentos tradicionales del planeamiento se muestran inoperantes ante este nuevo escenario de crisis y de apocalipsis urbano pos-burbuja inmobiliaria. Es por ello que necesitamos nuevos instrumentos que respondan a la inmediatez de una época en la que internet, las tecnologías de la comunicación y la información (TIC) y las redes digitales marcan la pauta social. Requerimos de nuevas herramientas que nos permitan planificar y evaluar en tiempo real el impacto de las intervenciones urbanas. También es imprescindible fomentar un cambio en la lógica profesional (urbanística y arquitectónica) que priorice el proceso frente al objeto. En definitiva, necesitamos nuevas formas de pensar la ciudad que nos permitan resolver los problemas creados por las viejas formas de pensar.
La acuciante necesidad de abordar la complejidad de las ciudades desde esta nueva perspectiva, que tenga como objetivo incrementar la calidad de vida de sus habitantes y abordar su sostenibilidad, está potenciando el desarrollo de nuevos modelos de ciudad como solución a las problemáticas urbanas. Nos referimos a las smartcities, las ciudades verdes, las ciudades creativas, etc. Si bien esta eclosión de adjetivaciones atiende en gran medida a intereses corporativistas y a políticas dirigidas a generar «ciudades marca» (Barcelona o Bilbao serían los ejemplos más cercanos), no hay que obviar que en esta realidad es donde se comienza a fraguar la construcción de los nuevos entornos urbanos.
La irrupción en el tablero de juego urbanístico de intereses sectoriales provenientes de grandes corporaciones tecnológicas (IBM, Cisco, Telefónica,...), hace imprescindible disponer de nuevas herramientas que permitan incluir factores como la sostenibilidad, la participación ciudadana, la accesibilidad y la transparencia como ejes transversales en la evolución de la ciudad; para que ésta no esté sometida exclusivamente a los intereses económicos de las empresas proveedoras de servicios.
Seguramente el caso de las smartcities sea el más claro ejemplo de cómo estas grandes empresas utilizan un término para hacer negocio bajo la coartada de la mejora de la calidad de vida en las ciudades y el aumento en la eficiencia de los procesos urbanos. Más allá del (lógico) debate y las críticas suscitadas por los diversos modelos de ciudades inteligentes que han comenzado a florecer en los últimos años, lo cierto es que constituyen una variable que los planificadores urbanos no podemos desdeñar. Queramos o no, estas corporaciones van a seguir apostando e introduciéndose en el mercado de las ciudades mientras los urbanistas seguimos atrincherados en nuestras disputas endogámicas.
Es nuestro deber reivindicar un papel en la configuración de las estrategias urbanas del siglo XXI e irrumpir con fuerza en un debate, el de las ciudades inteligentes, en el que ni estamos, ni se nos espera. Máxime cuando atravesamos un momento tan delicado para el ámbito profesional en la arquitectura y el urbanismo; en jaque por la previsible aprobación de la nueva Ley de Servicios Profesionales y la especial virulencia con la que la crisis lo está azotando.
LOS RETOS
Los urbanistas contamos con formación, conocimientos y experiencia suficientes como para incidir de una manera decisiva en la futura configuración de las ciudades. Por consiguiente, tenemos que poner en valor nuestro papel en la toma de decisiones urbanas y hay que hacerlo cuanto antes, ya que este nuevo horizonte urbano comenzó a fraguarse hace unos años y no va a tardar en hacerse realidad. De hecho, ya está aquí. De lo contrario, corremos el riesgo de que las decisiones urbanísticas más relevantes solo las tomen ingenieros de telecomunicaciones, economistas o empresarios con un MBA (Master in Business Administration). Lo cual no quiere decir que tengamos que desechar sus ideas o propuestas, simplemente que tenemos que saber implementarlas dentro de un marco integral.
Precisamente la falta de transversalidad es uno de los grandes hándicaps de los modelos urbanos planteados bajo este paraguas de las ciudades inteligentes, ciudades creativas, ciudades verdes, etc. Pero la departamentalización de los saberes no solo afecta a la provisión de los nuevos servicios urbanos y las propuestas urbanísticas asociados a estos, también tiene su reflejo en la Administración, donde apenas encontramos procedimientos interdepartamentales que vinculen a diversas áreas de gobierno.
En esta misma línea se enmarca la necesidad de desarrollar estrategias urbanas y mecanismos de control eficaces que garanticen la sostenibilidad y la accesibilidad de las intervenciones urbanas desde una óptica integral. Plantear este par de conceptos como dos de los ejes transversales y prioritarios de actuación es un desafío que hemos de afrontar de manera coordinada entre técnicos, empresas y administraciones públicas. Pero no es el único.
La creciente demanda por parte de la sociedad civil de participar activamente en la toma de decisiones públicas, así como las posibilidades que ofrece internet, las redes sociales y herramientas digitales establecen un inmejorable escenario para el desarrollo de políticas relacionadas con la participación. La necesaria recuperación del espacio público como espacio de contacto y de relación, exige que los organismos públicos empiecen a potenciar su uso y favorecer la apropiación por los ciudadanos a través de políticas de participación atractivas y dinámicas. Sin embargo, los retos y potencialidades que este nuevo escenario plantea no están siendo abordados adecuadamente.
Partiendo de estas premisas, desde Paisaje Transversal nos gustaría aportar un modelo y una herramienta (los Indicadores Participativos [InPar]) que, basados en la participación ciudadana, la ecología urbana y la accesibilidad, permitan generar soluciones eficaces para los contextos urbanos.
EL MODELO
Desde Paisaje Transversal entendemos que las actuaciones en la ciudad y el territorio deberían estar determinadas por una relación equitativa entre tres grandes grupos de agentes: sociedad civil, Administración Pública y proveedores; entendidos estos últimos como aquellos que proporcionan servicios (empresas privadas), recursos económicos (departamentos de RSC y RSE y Fundaciones) y conocimiento (Universidades, entidades científicas).
No obstante, hasta la fecha los proyectos urbanos se han resuelto a través de relaciones a pares entre técnicos y Administración Pública o entre ésta y empresas privadas. En ocasiones también se ha incluido a la ciudadanía, aunque más como estrategia cosmética que como agente relevante en la toma de decisiones. Por lo tanto, planteamos un modelo urbano que rompa con esas dualidades y establezca un escenario de negociación más abierto y colaborativo en el que todos los agentes estén representados y tengan poder de decisión.
Este modelo urbano se basa en las estrategias de stakeholding anglosajonas, mediante las que se vinculan a los distintos stakeholders (partes interesadas) a través de lo que se conoce como partenariado público-privado (PPP). Para poder llevar a cabo este tipo de estrategias consideramos imprescindible la figura de equipos técnicos mediadores, que faciliten la participación de los agentes, sean capaces gestionar e integrar sus aportaciones desde una óptica transversal, así como promover acuerdos que satisfagan a todas las partes. Para lograrlo, este modelo no solo contempla el marco conceptual de cooperación entre agentes, sino que detalla las contribuciones y beneficios para cada una de ellas.
MEDIADORES
Para poder llevar a cabo todo este tipo de procesos consideramos necesario la incorporación a nuestra práctica profesional de la idea de intermediación entre los distintos agentes que intervienen en el territorio. A esta figura la denominamos facilitador o mediador: un equipo técnico imparcial que haga de interlocutor y garantice la comunicación entre los actores. La figura del mediador como agente externoque promueve los procesos, resolviendo los problemas que enquistan la dinámica propositiva. (Aguirre, Díaz, 2012)
En este contexto, el ámbito profesional ha de reconsiderar su papel desde una perspectiva colaborativa. Las condiciones de partida anteriormente citadas ponen de manifiesto la necesidad de equipos que desarrollen la labor de interlocución y facilitación de los procesos, y garanticen la comunicación entre los actores. La figura del facilitador o mediador emerge como agente externo que promueve los procesos, capaz de poner en diálogo perspectivas divergentes y a menudo contrapuestas, transformar las reclamaciones en estrategias propositivas y poner en marcha herramientas y canales de diálogo nuevos que agilicen los procesos. La capacidad técnica de dichos equipos permitirá traducir la información ciudadana en propuestas técnicas, generar confianza entre los diversos actores y dar respuestas creativas a las distintas actividades, propuestas y acciones que se vayan a desarrollar.
El equipo profesional encargado del proceso que actúe como mediador llevará a cabo principalmente las siguientes tareas:
· Interlocución imparcial entre ciudadanos y políticos
· Coordinación de las distintas áreas de gobierno implicadas en el proceso
· Gestión de las herramientas digitales de comunicación para facilitar la inclusión de todos los agentes y mantener la transparencia con los ciudadanos durante el proceso
· Gestión de bases de datos de información ciudadana y su visualización online y analógica. La información analógica se gestionará en colaboración con las asociaciones de vecinos.
· Documentación de los procesos, mediante la materialización de las necesidades y las propuestas en documentos dirigidos a los distintos técnicos de las áreas de gobierno involucradas
(Paisaje Transversal, 2012)
LA HERRAMIENTA [INPAR]
La multidimensionalidad en la toma de decisiones urbanas requiere de una herramienta gestora de plataformas de información mediante la que combinar, desde una perspectiva ecológica y transdisciplinar, indicadores cuantitativos relativos al medio con información colaborativa proveniente de la ciudadanía.
Los Indicadores Participativos [InPar] constituyen una herramienta que permite establecer una radiografía de un entorno urbano relacionando indicadores de sostenibilidad con información cualitativa procedente de la opinión ciudadana, asegurando la presencia de la accesibilidad en ambas partes de modo transversal. De esta manera podemos analizar la calidad de los aspectos ambientales, sociales, económicos y funcionales de una ciudad y relacionarlos con la percepción que tiene la ciudadanía sobre los mismos, y así obtener una visión integral de la complejidad del territorio que además sea transparente e inclusiva.
La aplicación y utilidad de los Indicadores Participativos [InPar] es diversa, abarca desde la evaluación de la evolución de un entorno urbano, hasta la valoración de los beneficios alcanzables con distintos proyectos de mejora para un territorio; pasando por la justificación de la transparencia en la toma de decisiones.
Como punto de partida, por dependencia de la aplicación de la herramienta con la escala del ámbito objeto de análisis —la pormenorización de la información a obtener es mayor cuanto menor es la escala—, se determina el prototipo inicial para un modelo de ciudad con más de 200.000 habitantes quedando indicados otros modelos: vecindario (plaza, calle...), barrio (3.000-15.000 habitantes), barrio-ciudad (20.000-50.000 habitantes) y ciudad pequeña (60.000-150.000 habitantes).
La herramienta [InPar] trabaja por separado la información cuantitativa (indicadores de sostenibilidad) de la cualitativa (información ciudadana), organizando esta última de forma que pueda ser relacionada con la primera y así poder obtener una imagen final en la que se relacionan ambos mundos.A partir de la imagen final se generan visualizaciones e informes que detallan los resultados obtenidos para cada ámbito, los valores de los indicadores de sostenibilidad que los definen y las características de las percepciones ciudadanas obtenidas en relación a dicho ámbito.
A continuación se describen ambas partes de los Indicadores Participativos [InPar].
INDICADORES DE SOSTENIBILIDAD
La información cuantitativa que recogen los indicadores de sostenibilidad define el estado del espacio objeto de estudio según cuatro grandes grupos de variables urbanísticas: ambientales, económicas, sociales y funcionales. Su aplicación nos permite establecer cuán sostenible es un determinado tejido urbano.
Los parámetros que se consideran son:
- Ambientales: Examinan el impacto ambiental de las intervenciones y el estado de los ecosistemas (biodiversidad) del ámbito de estudio.
- Sociales: Analizan tanto el grado de diversidad, complejidad, equilibrio y cohesión sociales, como su capacidad para adaptarse a los cambios (resiliencia).
- Funcionales: Registran la eficiencia del diseño del tejido, la movilidad y las infraestructuras de la trama urbana.
- Económicos: Estudian la diversidad y complejidad del tejido económico, de los servicios y recursos productivos, así como sus posibilidades de evolución.
Basándonos en referencias internacionales definimos un listado de indicadores que responden a cuestiones ambientales, sociales, económicas y funcionales, cada uno de estos bloques se subdividen en grupos que responden a los distintos sectores de servicios existentes en las ciudades.
Para cada uno de estos indicadores se desarrolla la siguiente información:
- Definición
- Sistema de cálculo y fuentes de donde obtener los datos a especificar en función de la ciudad objeto de estudio
- Valor óptimo de referencia (establece los valores óptimos de sostenibilidad según la comunidad científica, en algunos casos los valores de referencia serán las medias municipales).
- Cartografía del indicador y visualizacionesde su estado respecto al valor establecido como óptimo.
Algunas referencias y bases de datos:
AEMA, Agencia europea de Medio Ambiente.
HABITAT, Comisión de Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos.
OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
UNCSD, Comisión de Naciones Unidas sobre desarrollo sostenible.
OMAU, Observatorio de Medio Ambiente Urbano de Málaga.
Agencia de Ecología Urbana de Barcelona.
Agenda 21 Local.
Fuentes de Datos estatales:
CIBBVA, Big Data.
INE, Instituto Nacional de Estadística.
Ministerio de Fomento.
Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
OSE, Observatorio de Sostenibilidad de España.
Observatorio de Vulnerabilidad Urbana del Ministerio de Fomento.
Fuentes de Datos Locales:
Consejerías.
Compañías de suministro de agua y energía.
Sistemas de Información Municipal.
Planes generales.
Agenda21 Local.
Estudios específicos propios.
INDICADORES CUALITATIVOS
Los indicadores cualitativos son las percepciones y opiniones ciudadanas sobre los distintos aspectos de la ciudad o barrio objeto de estudio.Esta parte de la herramienta [InPar] recoge información ciudadana de modo natural, priorizando siempre la facilidad del ciudadano para dejar sus percepciones sin que deba atender a cuestiones técnicas de la ciudad ajenas a su cotidianidad (participación inconsciente). El potencial de esta información reside en su categorización, de modo que puede relacionarse con distintos ámbitos técnicos vinculados a los indicadores de sostenibilidad.
La estructura de los indicadores cualitativos se define dos aspectos: metodología de obtención y sistematización de la información.
Metodología para la obtención de percepciones ciudadanas, canales y fuentes de información
Para cada ciudad caso de estudio se determinará previamente a la recogida de información, los distintos canales y fuentes que dispone y cuales son aplicables atendiendo a la diversidad de población y a la accesibilidad de los mismos, a su vez se especificará el porcentaje de opiniones a obtener.
Se plantean unas premisas iniciales para los canales de obtención de información ciudadana:
- Los canales deben contemplar parámetros de accesibilidad, en caso de no disponer canales accesibles en el ámbito objeto de estudio, será obligatorio utilizar canales independientes a los preexistentes.
- Se prioriza la utilización de canales ya existentes en la ciudad, de cara a optimizar gastos y obtener de modo natural las valoraciones ciudadanas, se dispondrá de herramientas externas en caso de ser necesario.
- Los sistemas de obtención de información permitirán la participación directa (voluntaria) e indirecta (involuntaria), de modo que siempre pueda obtenerse una muestra representativa indirecta de valoraciones y una muestra irregular de participación directa, que servirá para estimar la capacidad participativa de la población en cuestión.
- Los canales de obtención de información serán digitales y físicos, utilizando apps participativas existentes o nuevas, analizando redes sociales y foros locales así como informes previos de procesos participativos y facilitando herramientas participativas a equipamientos y redes ciudadanas locales.
Sistema de categorización de la información cualitativa y su visualización
Las distintas entradas (valoraciones ciudadanas) a analizar, se registrarán de forma sistemática para extraer finalmente percepciones globales sobre los distintos aspectos de la ciudad. Para ello a cada entrada se les asignará siempre las distintas temáticas ciudadanas a las que hace referencia, los ámbitos a los que afecta y el carácter de la información. A su vez, siempre que los canales utilizados lo permitan se definirá el emisor y la procedencia (localización) de cada percepción ciudadana.
Para cada temática ciudadana se desarrolla la siguiente información:
- Definición
- Características sobre las que obtener percepciones ciudadanas.
- Canales y dinámicas para obtener la información.
- Visualización del porcentaje de valoraciones ciudadanas según su tipo: carácter, emisor y localización, para cada una de las características asociadas a cada temática.
A MODO DE CONCLUSIÓN
El cruce de la información procedente de ambas fuentes (indicadores cuantitativos y cualitativos) permite visualizar relaciones de cara a priorizar propuestas, tomar decisiones, ver debilidades o identificar la necesidad de obtener más información ciudadana en determinados entornos urbanos.
Por lo tanto, los Indicadores Participativos [InPar] son una herramienta que permite:
- Evaluar en tiempo real el impacto de las intervenciones urbanas y medir los beneficios funcionales, ambientales, sociales y económicos que generan.
- Establecer una serie de prioridades ciudadanas a la hora acometer obras de mejora del hábitat urbano.
- Relacionar indicadores técnicos complejos (indicadores de sostenibilidad) con temas que suscitan interés entre la ciudadanía, haciéndolos comprensibles para interlocutores no expertos.
- Prever temas conflictivos para poder desarrollar estrategias de concienciación sobre ellos y así generar un consenso en torno las actuaciones dirigidas a mejorar de la sostenibilidad de un entorno urbano concreto.
- Establecer un instrumento de control de la idoneidad, eficiencia y eficacia de los proyectos urbanos.
- Servir como motor de sensibilización ciudadana en materia de sostenibilidad y ecología urbana.
- Aumentar la participación e implicación ciudadanas.
- Garantizar la accesibilidad y transparencia de la toma de decisiones y los procesos urbanos.
- Desarrollar proyectos que garanticen la sostenibilidad y la participación ciudadana.
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* Este artículo apareció previamente publicado en la revista digital Planur-e.
Créditos de las imágenes: Imagen 01: Visualización de los Indicadores Participativos [InPar] (fuente: Paisaje Transversal) Imagen 02: Diagrama del modelo urbano mediante el que vincular sociedad civil, Administración Pública y empresas privadas (fuente: Paisaje Transversal) Imagen 03: Visualización de algunos de los indicadores de sostenibilidad contemplados (fuente: Paisaje Transversal) Imagen 04: Sistema de calificación de la información ciudadana para generar los indicadores cualitativos (fuente: Paisaje Transversal)