Víctor Alvarado
Sin ser el género de terror santo de nuestra devoción, reconocemos que este largometraje supera la media habitual, ya que cuenta con una primera parte muy inquietante, aunque pierda el interés a medida que van pasando los minutos de la segunda parte, que parece más convencional.
Insidious (2011) trata sobre una familia feliz que por una serie de circunstancias que desconocemos se mudan a una casa en la que ocurren ciertos sucesos extraños. Sin embargo, los citados fenómenos paranormales aumentarán cuando uno de sus tres hijos se caiga de una escalera y quede en coma. Por esa razón, recurrirán a la ayuda de varias personas expertas en el tema.
Las interpretaciones no son nada del otro mundo. Algunas nos parecen artificiales en lo que a gestos se refiere. La producción hubiese sido más atractiva, si se hubiera rodeado de actores de mayor entidad dentro del panorama norteamericano. Como dato curioso, el guionista, Leigh Whannell, ofrece un divertido cameo sobre unos cazafantasmas que entran en la supuesta casa encantada, que sirven para proporcionar un respiro al espectador para que coja aire después de una serie de inquietantes situaciones. De todas formas, rompen demasiado el ritmo y puede que estas escenas sean la pieza clave para la decadencia de la última media hora.
Los creadores de la desagradable y sangrienta saga de Saw, que ha entrado en el libro de los récord Guinness por el gran éxito en taquilla, se transforman para contar una historia de terror con mayor elegancia y mostrando todo su talento, sin derramamiento de sangre, que mantiene la intriga hasta el último fotograma.
Por cierto, tanto el director, James Wan, como el libretista, Leigh Whannell, han conseguido arrasar en la taquilla estadounidense con un presupuesto pírrico, que demuestra que el ingenio puede ser un sustituto de la pasta.
Por otro lado, resultan evidentes las influencias del realizador, pues Insidious es una mezcla de Posltergeist y Los otros de Alejandro Amenábar.
Por ultimo, recomendamos este largometraje puesto que nos ha gustado, aproximándose levemente al nivel de la insuperable El sexto sentido y porque ha conseguido anular al vacuna “antisustos” del que firma esta crítica cinematográfica.