Revista Cultura y Ocio
Este encantador edificio de la calle Mayor que hoy huele a perfume francés guardó en su interior desde finales del siglo XIX el aroma de un delicioso chocolate.
Don Jaime Méric, banquero francés, fundó la primera fábrica española de chocolate contribuyendo con ella al desarrollo industrial del país. El cacao era importado de la colonia de Guinea, de ahí que el nombre de la marca fuese "La Colonial".
En 1864, el negoció creció tanto que tuvieron que construir una nueva fábrica en un vasto terreno de Pinto, dando así trabajo a casi todo el pueblo. Además compraron este edificio en pleno centro de la capital para establecer ahí almacén, despachos y oficinas.
Ya en el nuevo siglo su hijo, heredero del negocio, encargaría a los arquitectos también padre e hijo Miguel y Pedro Mathet una reforma íntegra del interior así como la remodelación de la fachada atendiendo a los gustos modernos de la época.
De nuevo cerámicas de Daniel Zuloaga nos muestran que no solo se dedicaban a la producción de chocolate sino también a la importacón de café, té y azúcar entre otros.
Del interior solo queda original las puertas y vidrieras de la entrada.
Ecléctico por sus formas, pero por sus ornamentos habreis podido adivinar que es otro de los pocos y bonitos ejemplos de modernismo que hay en Madrid inspirado en el art noveau francés, como no podía ser de otra manera.
He intentado averiguar que pasó con los chocolates, pero pierdo la pista en el año 1940 cuando la fábrica de Pinto se constituye como sociedad anónima y el edificio de Madrid se vende a otro propietario.
Lo que si he encontrado son varios anunción en los periódicos que me han dejado con la ganas de probarlo.