Cuando Nietzsche afirmó (ver libro Taylor) que la era del bienestar crearía hombres acomodados, sin ansia de lucha, imaginaba una sociedad estable. También Charles Taylor, y después Francis Fukuyama, dibujaban un futuro cuasi perfecto, estable y autosuficiente.
Una sociedad de bienestar donde el hombre perdería su instinto natural, y donde sus funciones primarias quedaría por tanto fuera de contexto.
No imaginaban que el juego de seguros y reaseguros en el desarrollo inmobiliario norteamericano acarrearía una explosiva reacción en cadena, para llevarnos a una crack financiero en primer lugar, económico después y estructural en último término que cambiaría las relaciones de la economía y las personas de forma trágica.
Millones de personas en todo el mundo sufrían una sacudida a su estatus social, perdiendo su empleo o viéndolo amenazado, buscando cómo asumir un nuevo escenario para todos olvidado: la incertidumbre.
Durante cientos de miles de años nuestros genes han convivido con esa inestabilidad permanente, con un futuro imposible de imaginar para la mayoría, dotándonos de recursos anímicos, espirituales, cognitivos y materiales para sumirla con entereza y naturalidad.
El liberalismo en unos casos, y el totalitarismo en otros, ha convertido al hombre en esclavo primero, siervo después, y rehén al final de un sistema político y económico tendente a neutralizar el individualismo y a otorgar al hombre un papel pre asignado en su propio engranaje.
Un papel en ocasiones cómodo y clientelista que ha anulado nuestro instinto animal: la supervivencia.
Abandonados pues a la suerte de su deriva e inacción, el nuevo hombre necesita reubicarse en la sociedad por sí mismo, a no depender de soluciones externas.
A una suerte de abandono que debe mirar atrás, rebuscar en nuestra genética las claves para conseguir subsistencia y alimento, sus necesidades personales, familiares y sociales.
Entonces puede ser una buena idea volver hacia el principio para comprender nuestro misión en el mundo.
Recuperamos a Maslow y su pirámide de necesidades, más atrás a Darwin y los principios de la naturaleza en sí misma. Volvemos al medio natural, donde fuimos actores destacados durante millones de años, y donde hoy nos sentimos tantas veces extraños.
Pero no es una vuelta atrás involutiva. Todo lo contrario. Recuperemos el instinto animal de supervivencia, adaptabilidad e inteligencia humana para conquistar de nuevo nuestro futuro.
Es emprender de nuevo en un entorno hostil.Es el instinto del cazador: si no cazas, no comes.Es el mismísimo instinto animal.
PD. Estoy ya dedicando a este proyecto meses de investigación y escritura, y lo que queda por delante. Agradezco toda colaboración y sugerencias donde fundiremos los principios esenciales del hombre, del mundo natural, de las habilidades personales y sociales y de la marca personal.
Verás que aquí estoy haciendo desde hace un tiempo una encuesta para saber "con qué animal te identificas" ( visitar, leer y votar aquí)
¡Encantado de que colabores!