Si realmente buscas algo es fácil que lo encuentres; al menos si eres constante cada día que pasa te acercarás más. Pero debes creer en él. Puede ser tu sueño, tu ideal, tu ilusión... adelante.
Pero si lo que necesitas es algo más real, necesario y básico, estás en modo supervivencia. Entonces bastará que te dejes guiar por el instinto.
Nuestro cerebro reptiliano, donde se albergan nuestros instintos más primarios, como comer, resguardarse del frío o reproducirnos, actúa como un acicate para cubrir este nivel de necesidades.
Y lamentablemente en la búsqueda de nuestro dorado (la estabilidad, el empleo o el autoempleo), ese instinto no siempre es un buen aliado y, en todo caso no siempre es suficiente.
Lo que diferencia a unos de otros buscadores de empleo es en qué medida estamos atrapados en nuestra zona de confort. Salir de ella necesita motivos más potentes que una simple necesidad porque un puesto de trabajo, no representa lo mismo para todos. Para unos es una necesidad económica, para otros anímica o psicológica.
Nos es difícil observar en aquellas personas que provienen de países o regiones con mayores dificultades un componente extra en las ganas de apre
nder y salir adelante con esfuerzo. Probablemente sepan lo que es pasarlo realmente y esta situación ha conformado en ellos es instinto natural. La era de la abundancia ha minado nuestro espíritu de sacrificio, que por cierto no forma parte de nuestros instintos primarios.A veces lo asemejo con cazar. Si aunque tengas hambre te acostumbras a que te traigan la comida y pasas hambre sufrirás, pero posiblemente no saldrás de tu zona de confort, y te consumirás en ella.
Cada vez hay más cazadores (competencia) y menos caza (oportunidades, puestos de trabajo). El instinto de cazador hará que caces mientras otros se limitan a ser carroñeros y esperar las sobras de los demás.