A ‘Divergente’ le había dado un pase mayormente porque Shailene Woodley pone todo su empeño en hacer de Tris alguien que vale la pena seguir. Luego el sistema de facciones te mantiene entretenido lo suficiente hasta que el plan de genocidio se pone en marcha y terminas con la promesa ver lo que hay más haya de los límites de la ciudad. Ahora, la secuela en vez de mejorar con un mayor presupuesto o consolidarse como la alternativa a ‘Los Juegos del Hambre’, decide hacer todo lo contrario a su hermana separada al nacer, y se enreda entre sus propias patas.
Iniciamos con una fugitiva Tris y su galán Cuatro (Theo James) refugiándose en el sector de Cordialidad; junto con Peter (Miles Teller) y el idiota de Caleb (Ansel Elgort). Los malos llegan a alterar la paz y comienzan a buscar divergentes porque la gran líder Jeanine (Kate Winslet) quiere abrir una caja. ¡En serio, no estoy bromeando! Por supuesto que nuestros protagonistas huyen de vuelta a la ciudad, no por elección, si no porque el tren al que subieron los llevó.
Al final de la primera película tenía la ligera impresión que veríamos el mundo más allá de muro, pero por lo visto la escritora Veronica Roth cambió de parecer y todo lo que ocurre en esta secuela es regresar a los personajes a un estado anterior a Divergente. Con excepción de Tris, el resto actúa como si el genocidio de la facción de Abnegación haya sido una festividad anual.
No ayuda que en el camino llegamos a conocer los líderes de Cordialidad o Verdad, y sus impresiones ante las acciones de Jeanine son de aceptación. ¿Qué clase de personas son estas? ¿Por esto piensa luchar Tris? Es entonces que se recurre al cajón de recursos reciclados para que la motivación de tu protagonistas sea la venganza, su gran cantidad remordimientos y el amor por Cuatro.
Pero mientras que Tris está llena de confusión, el resto de quienes la acompañan sufren una terrible ausencia de personalidad, motivación y de plano razón de existir. Cada una de las decisiones del trío de galanes (Cuatro, Peter y Caleb) se pierden en escenas tan desganadas, con diálogos como si fueran recetas de cocina. Al menos Cuatro sirve de guardaespaldas, pero Peter y Caleb son los las semillas y el gargajo que tanto detestas en el jugo de naranja. Lo peor llega al final, cuando se trata de hacer relevante su presencia y sus escenas son dolorosas. No existe tensión, ni drama en supuestas traiciones que llegan de la nada.
¿Entonces como justificas que a algunos les haya gustado esta versión cinematográfica? Simplemente con ofrecer las mismas escenas de acción sin sentido y con movimientos de cámara para hacerlo emocionante, el tener un tiroteo con infinidad de disparos sin lograr atinar el objetivo, el falso suspenso de muertes repentinas y lo mejor de todo, utilizar el dinero invertido en efectos visuales.
No importa que tu villano tenga una escena cómica, porque Jeanine camina como guajolota con tacones al mirar que fracaso en su objetivo. Mientras tengas secuencias llamativas con Tris mirando una pantalla verde en la cual se proyectan escenarios con pruebas a superar, por lo menos te garantiza la satisfacción de tu audiencia, y al final eso es lo que tenemos.
Contrario a lo que tantos medios han profundizado, el gran secreto de la caja mágica no me disgustó. No se porque, pero pienso que ya estaba tan desilusionado por lo ocurrido con esta secuela, que la explicación al sistema de facciones no me era de importancia. Y es triste, porque todo el esfuerzo para crear estos mundos alternos con sus reglas complejas, termina con el autor saboteándose a cada instante.
Entiendo que el libro no es perfecto, pero la película no tiene que cometer los mismos errores. No tienes porque incluir una escena donde la misma protagonistas se tenga que preguntar lo que sucede y a la vez el público haga lo mismo. No sorprende ¡Enfada! Tales casos abundan en la película donde circunstancias fortuitas salvan a los protagonistas de sus estúpidas decisiones. La escena de Tris huyendo para regresar por la dichosa caja es ejemplo de ello, y ¿cómo lo resuelve el autor que el mismo se metió en tal predicamento? Pues con una solución que aparece de la nada.
Los guionistas debieron de haber hecho su trabajo y no tirar a la basura el trabajo hecho por la película anterior. El esfuerzo por crear el mundo de ‘Divergente’ es desechado con personajes que tienen decisiones incomprensibles y con una población tan obediente que sale al mundo exterior sonriendo como publicidad de Coca Cola. Tal escena es clave para mostrar las capacidades del director Robert Schwentke, que comprueba su ignorancia a los temas principales de la película y solo ofrece las mismas escenas de acción, balaceras sin sentido, luchas a muerte y todo lo que el cine chatarra puede ofrecer.