Revista Medio Ambiente

Inténtalo, te querré igual

Por Valedeoro @valedeoro

Written by valedeoro  //  08/10/2013  //  felicidad  //  No comments

recorrido maratón berlin
Esta frase, pronunciada por mi pareja a las 6 de la mañana, fueron la razón decisiva por la que cogí el avión a Berlin para correr la maratón del día siguiente. Según mis entrenamientos de verano a medio gas, no estaba preparada físicamente (pensaba yo). Mi hermano ya había cancelado su asistencia a la carrera por culpa de un resfriado inoportuno. Estuve considerando seriamente la posibilidad de quedarme en casa para evitar el fracaso de no llegar a la meta.

¿Qué es lo peor que podría pasar?

Al mismo tiempo, había tenido la suerte de conseguir un lugar en la 40ª maratón de Berlin. Las 40.000 plazas se habían agotado en tres horas después de haber salido a la venta. Algunos amigos míos no habían tenido la misma suerte. Los billetes de avión ya estaban pagados, una amiga me esperaba para que me quedara en su casa la noche del sábado al domingo. Lo peor que podría pasar era que lo intentara y no llegara. Que al km 30 me diera cuenta de que el hecho correr 15 km como distancia máxima en los dos meses anteriores no cuenta como entrenamiento para una maratón. En el peor de los casos volvería a casa sin la medalla y con el mérito y sabiendo que por lo menos lo había intentando.

Y como dijo mi pareja: ella me querría igual. Así que fui a intentarlo.

A media carrera
En la batalla entre mente y cuerpo ganará tu mente

Llegué, después de haberme vencido a mi misma. Antes incluso de empezar había dudado tanto de mi misma, que durante diez km (del 30 al 40) estuve debatiéndome si podía o no podía. Solo al llegar al km 40 empecé a creer de veras que podía, lo que se notaba también en la velocidad (según mis estadísticas): los últimos 2 km corrí tan fluido como los primeros 15 km.

Por alguna razón me estaba deteniendo, por el miedo a entregarme completamente a la maratón. Todo lo que había leído de manuales de entrenamiento me había condicionado hacia creer que no lo conseguiría. Al final fue el público el que me convenció de que sí podía. Me empujó con sus carteles y gritos (mi favorito: ¡volver ahora ya no vale!), con su entusiasmo, con su confianza de que yo sí podía. Y mi cuerpo respondió, una vez abandoné el miedo al fracaso, conseguí volar y entregarme al ritmo constante de mis propias piernas.

Siempre hay una segunda oportunidad

La mayor prueba de que no lo di todo de mi en esta carrera se notó después de la maratón: no tuve calambres ni ampollas y al tercer día después de la carrera ya saltaba por las escaleras de nuevo. Estaba en mejor forma de lo que yo pensaba, pero no me atreví de disfrutarlo. El sufrimiento fue sobre todo mental, lo que me da muchísimo margen para mejorar. Ya estoy apuntada para la maratón de Hamburgo en Mayo 2014. Y esta vez me lo estoy tomando en serio.


Volver a la Portada de Logo Paperblog