Revista Opinión
Coño, Carlos (por cierto ¿por qué has dejado de firmarte futbolín?) no dejas de asombrarme. Dices literalmente: “Ya puse en los comentarios del anterior post un fragmento de un artículo que explica bastante bien el asunto de la unión de las izquierdas, por si no lo leíste lo repito aquí: “Por supuesto que la deseable unidad de la izquierda no puede incorporar a cualquier sector que reivindique su pertenencia a ella. Porque hay que recordar que izquierda y derecha son términos espaciales y relativos, que dependen del término de comparación que se utilice: el Partido Popular podría situarse a la izquierda del Amanecer Dorado de los griegos. No puede afirmarse que cualquiera que proclame su condición de izquierdas tenga derecho a participar en la necesaria unidad de acción que estos tiempos exigen. El caso de ETA ilustra suficientemente la necesidad de estas exclusiones. Tampoco se trata de conseguir esa unidad aceptando sin crítica las posturas de quien tiene más poder. Creo que la cuestión que más importa en estos momentos consiste en la posibilidad de acuerdos entre las corrientes socialdemócratas, que proponen una profunda reforma dentro del sistema capitalista y otras posturas que rechazan cualquier posibilidad de vigencia del capitalismo y defienden el paso a modelos socialistas desde convicciones democráticas y no violentas. En estas dos posturas se incluye la inmensa mayoría de lo que se entiende por izquierda sociológica en este país.” Coño, Carlos, es que me descojonas: por un lado, si yo propugno la unidad de las izquierdas democráticas, tú, aparte de llamarme majadero, que es el que dice majaderías, me citas como autoridad para convencerme de lo que yo estoy mucho más convencido que tú, y por 2 veces, un párrafo, que no tiene desperdicio de Augusto Klappenbach, un filósofo bastante estimable, que dice literalmente: “Creo que la cuestión que más importa en estos momentos consiste en la posibilidad de acuerdos entre las corrientes socialdemócratas, que proponen una profunda reforma dentro del sistema capitalista y otras posturas que rechazan cualquier posibilidad de vigencia del capitalismo y defienden el paso a modelos socialistas desde convicciones democráticas y no violentas. En estas dos posturas se incluye la inmensa mayoría de lo que se entiende por izquierda sociológica en este país.” Yo decía, también literalmente: “Yo planteaba el tema de que si no queremos que la más cruel y canallesca de todas las derechas del mundo se eternice pisándonos el cuello con su claveteadas botas fascistas, no tenemos más remedio que hacer, TODOS, de tripas corazón y unirnos de una puñetera vez todos los que hemos dado en autodenominarnos izquierdas, bajo una misma rúbrica, evidentemente temporal, y bajo un mismo líder, que bien podrían ser Madina o Garzón, e intentar TODOS, actuando en todos los terrenos, pero sobre todo en el electoral como un sólo y puñetero hombre. Aparcando por el más breve lapso de tiempo posible las esenciales e irreductibles diferencias que nos separan para siempre, porque, si no, debemos todos, en manada, irnos al más alto de los acantilados del mundo y arrojarnos allí, de cabeza”. No sé si es que ya la edad y los terribles e irresolubles problemas familiares que me afligen me han hecho perder completamente, tal como tú apuntas, no sólo las facultades expresivas sino también las lectoras y ya no sé ni leer, pero, salvadas las evidentes diferencias de estilo, el de Klappenbach, eminentemente profesoral y filosófico y el mío, dialéctico y de combate, yo juraría que ambos decíamos lo mismo, pero ni aún así yo me atrevo a decirte, amigo Carlos, que muy bien podría aplicársete a ti, en este caso, lo que en Derecho llamamos el principio de confesión de parte: si tú, para combatir lo que yo vengo diciendo, eso que tú dices que no entiende nadie, pones un ejemplo que literalmente me da la razón, yo no tengo siquiera que defenderme, lo que pienso dejar de hacer en este momento, porque no estoy dispuesto a aburrir a los que nos leen con nuestra cabezonerías. El más fuerte de todos mis abrazos,