Ni en los diccionarios ni en Google aparece el término interflauta, que debe definir al perroflauta que en lugar del animal tiene un ordenador para ladrar por internet en las redes sociales, las calles del ciberespacio por las que se comunican sus usuarios, los ciudadanos comunes.
En España los interflautas están okupando aceleradamente arterias como Twitter o Facebook, y los espacios para comentarios en periódicos, radios, televisiones y blogs.
Aparecen en todas las esquinas de las calles, ocultos en sus portales, agazapados tras las vallas de las obras, de guardia las 24 horas del día.
Los interflautas son mayoritariamente podemitas, ultraizquierdistas y/o nacional-separatistas, y actúan como si formaran parte de unas nuevas colmenas.
En cuanto alguien discrepa o denuncia las tesis de la abeja reina Pablo Manuel Iglesias o de quienes exigen separarse de la malvada España –pero conservando la nacionalidad para vivir de ella y de sus beneficios--, llegan de todas partes enjambres de interflautas como las abejas, también ovejas, obreras picando entre aullidos informáticos, insultos y amenazas.
Numerosos periodistas basan sus informaciones y análisis en las tendencias y los números de tuits que los interflautas envían a sus medios.
Interpretan el sentir general de la ciudadanía de acuerdo con esos tuits, que consideran útiles por vagancia intelectual, porque prefieren lo fácil a documentarse.
Es su forma de manipular la opinión pública: la gente común no es como esos okupas profesionales, que son tantos, y tan entregados a sus causas, que los transeúntes normales huyen de ellos para evitar que les piquen.
El interflauta está dominando el mundo virtual, sí, y también los medios animalistas, que son los que albergan sus colmenas en televisiones y programas de debate.
El término interflauta aparece por primera vez aquí, y enseguida estará en Google.
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SALAS
E intergaitas Perdón por la apostilla, Salas.