En otro blog que publico, personal y trilingüe, hace unas semanas recordaba los apuros de un personaje de la película “Amor y otras drogas” un médico de medicina general que interpreta el estupendo actor Hank Azaría, famoso por prestar su voz en “Los Simpson” y “Los pitufos”. Se queja de su trabajo y de la desconfianza de algunos pacientes que discuten un diagnóstico o un tratamiento porque lo han leido en la Internet.
Continuo oyendo y leyendo a colegas médicos y, también a periodistas, comunicadores y tertulianos caer en el lugar común de que la gente consulta excesiva e indebidamente los problemas de salud en la Internet.
No se si lo que les preocupa es que la gente adquiera la información por su cuenta o que, simplemente, Internet les preocupa por poco controlada.
Vamos por partes.
La Internet está ahí y no va a marcharse
La Internet somos todos (o casi todos)
La Internet puede controlarse igual que al campo se le pueden poner puertas
La Internet ha cambiado el mundo, pero indudablemente para mejor
…
Podríamos seguir enunciando las maravillas de la comunicación pero, para lo que aquí se trata. que padres y familias dispongan de fuentes de información y que las gestionen a su gusto y conveniencia, a lo que invita es a participar con lo que siempre hemos hecho los médicos: conducir el conocimiento.
A estas alturas ya conocemos el alcance de lo que se ha llamado “prescripción facultativa”. El médico puede decidir y ordenar lo que quiera, que luego la gente hara uso de ello a su voluntad. La información no pone en riesgo la asistencia. Más bien al contrario y, en todo caso, no nos vamos a quejar de que la gente tenga conocimientos y a la vez de que no tiene educación sanitaria.
En lo que respecta a la Internet, los médicos lo que tenemos que hacer es ofrecer juicios críticos y seleccionar las fuentes de información para nuestros pacientes en su beneficio. Si creemos que sabemos más que ellos, tenemos el deber de utilizar ese conocimiento en su beneficio.
El profesional que se jacte de que no utiliza la Internet en su práctica profesional es un imbécil.
X. Allué (Editor)