Nolan monta a escala espacial sus creativos e impactantes mundos.
Si el Gravity de Alfonso Cuarón adolecía de una falta de rigurosidad científica en pos de un entretenimiento visual aceptablemente creíble, en el Interstellar de Christopher Nolan se consigue el mismo fin inspirándose en los trabajos del físico Kip Thorne en el campo de la astrofísica relativista y los agujeros negros. El resultado es una película épica, llamada a convertirse en un nuevo clásico del género de la ciencia ficción, que puede tener un ritmo lento, especialmente en su primera parte, pero necesario para poder justificar en sus casi tres horas el porqué de su larga introducción.
El guión de los hermanos Nolan se aprovecha de los flashbacks y de la teoría de la relatividad para ir y venir entre lo que sucede dentro de un planeta Tierra al borde de la extinción y la aventura de unos astronautas en búsqueda de nuevos mundos en donde pueda sobrevivir la especie humana. Las explicaciones científicas en algunos casos pueden ser eruditas pero en otras son simples y potentes –como la definición de los agujeros negros-. En todo caso están acompañadas de solventes puestas en escena que permiten seguir la trama sin mayor dificultad.
No sería una película dirigida al mainstream si no existiera el componente emocional. Uno de los pilares del film es la relación paterno-filial que existe entre el protagonista Matthew McConaughey –en estado de gracia desde hace un par de años- y su hija, así como la del Profesor Brand –Michale Caine haciendo otra vez de Alfred, el de los Batman del propio Nolan- y su hija Anne Hathaway, acompañante de McConaughey en el viaje espacial, quien al igual que Sandra Bullock en Gravitiy, actúa despojada de cualquier componente sensual. Mención aparte merece Jessica Chastain quién ofrece una contundente interpretación como la adulta hija del personaje principal.
La música corre a cargo de Hans Zimmer, un habitual en el equipo de Nolan, quien aporta la carga dramática y de suspenso durante todo el metraje. El diseño de producción es de Nathan Crowley –otro habitual de Nolan que estuvo nominado al Óscar por “El caballero oscuro” y “El truco final”- quien se encarga de hacer creíbles los mundos imaginados por los guionistas. En su aspecto visual se la ha comparado con “2001: Odisea del Espacio” de Kubrick –Nolan ha dicho que es su principal inspiración- pero a nivel argumental, en su parte más técnica, está más cerca de “Contact” de Robert Zemeckis, adaptación de la novela de Carl Sagan, amigo y colega de Kip Thorne. Si te gusta la ciencia ficción bien hecha, y no eres impaciente, esta nueva entrega de Nolan te volverá a sorprender gratamente.
Tráiler de la película, aquí
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