Les dejo aquí el texto de mi intervención el sábado pasado, dia 25 de enero, en el Homenaje a las víctimas del Holocausto celebrado en las Cortes de Aragón, donde por invitación de Amical de Mauthausen hablé en representación de los republicanos españoles exiliados y deportados:
Autoridades de Aragón, miembros de las asociaciones presentes, público asistente, amigas y amigos todos.
La Asociación Amical de Mauthausen me ha hecho el inmenso honor de pedirme que hablara hoy aquí en representación de los republicanos exiliados y deportados tras la Guerra de España. Les estoy profundamente agradecido por esta deferencia que han tenido conmigo.
Les hablo por tanto en nombre de un colectivo que en su momento sumó medio millón de personas, ciudadanos españoles a los que les fue arrebatada incluso su nacionalidad. De ellos, más de diez mil hombres y mujeres pasaron por los campos de exterminio nazis, donde la mayoría dejaron la vida. Otros lograron sumarse a la resistencia en los países ocupados, y participaron en la victoria final sobre el fascismo.
Son sus voces las que hoy quiero traer aquí, las de esos miles de españoles, y por supuesto las de tantos aragoneses entre ellos, que pagaron el precio más alto por haber soñado un mundo mejor para nosotros, sus descendientes, y haber luchado para hacerlo posible.
Los exiliados y deportados republicanos nos piden que les arranquemos del olvido al que fueron condenados en tiempos pasados por los cómplices españoles de sus verdugos. Aún hoy, hay quien intenta desmentir su memoria. Pero ellos no se resignan a que se pierda, y nos siguen demandando que la preservemos y difundamos, como legado para las generaciones venideras. Esta es la tarea que asumimos sus descendientes.
Hoy les traigo aquí sus voces, y también sus nombres. Permítanme que personifique y resuma a todos ellos en uno solo, en mi tío-abuelo Mariano Carilla Albalá: campesino aragonés nacido en la villa de Lanaja, obrero y sindicalista en Barcelona, miliciano en el frente de Aragón, exiliado en Francia y “concentrado” en Saint Cyprien, resistente a los nazis en las playas de Dunkerque, preso en Silesia y Tréveris, deportado a Mauthausen y Gusen, y finalmente gaseado en el castillo de Hartheim.
En estos tiempos turbulentos tan parecidos a los que precedieron a la gran tragedia que hoy conmemoramos aquí, el mensaje que nos envían Mariano y sus compañeros de infortunio nos invita como digo a preservar la memoria de sus actos y de sus sufrimientos, de su sacrificio y de su martirio, precisamente para evitar que una cosa así vuelva a suceder en esta vieja Europa a veces tan civilizada y a veces tan bárbara.
Oigamos sus voces pues, y honremos su memoria.
Muchas gracias por su atención.