La otra noche en casa veía con Mrs. Gibson esta película por segunda vez. La primera ocasión fue en el trabajo y no pude visionarla con tranquilidad porque hubo muchas interrupciones que hicieron que me perdiera varias partes de la misma. Sin embargo, hubo aspectos que me llamaron la atención, como su música.Dejando a un lado el argumento basado en un hecho real y que me parece muy bueno y francamente recomendable, con toda la confrontación entre mundos diferentes en varios sentidos como son la riqueza y la pobreza, y la movilidad y la parálisis, y de lo bien que pueden llegar a compenetrarse; sin embargo, no pueden dejar de recordarme como será la vida de aquellos tetrapléjicos que, a diferencia del protagonista, no tengan los medios suficientes para afrontar su discapacidad con un poco de dignidad, lo cual me produce cierta desazón.Centrándome en la parte musical, me llamaban la atención los silencios de la película llenados con unas sencillas melodías de piano que me llegaban muy hondo. Rebuscando en su banda sonora, veo que son interpretados por un tal Ludovico Einaudi totalmente desconocido para mi. Yo no soy muy de piano, pero estas piezas lentas, de pocas notas con numerosos silencios entre ellas han conseguido tocarme la fibra y hacerme sentir emoción como pocas veces antes lo había hecho este tipo de música. En la película suelen acompañar a los dos protagonistas cuando van en el coche solos, disfrutando de paisajes y pensamientos privados y sin embargo compartiendo muchas experiencias.Ha sido un gran descubrimiento para mi el de este pianista italiano al que seguiré la pista escuchando más cosas suyas. Os dejo la pieza Una Mattina, que es la que más me ha hecho elevarme y viajar con libertad quién sabe dónde.