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Introspección Táctica: Julio César Falcioni

Publicado el 01 febrero 2012 por Marianofusco

Introspección Táctica: Julio César Falcioni

Sobre la mesa está el debate de si el Boca de Falcioni juega bien o no. Para el común popular del fútbol, “jugar bien” es ser vistoso, tener una propuesta, dar espectáculo. Y como dijo Schiavi, quien es a Falcioni lo que Pepe a Mourinho, “El que quiera espectáculo que vaya al teatro”.

Su etapa de jugador

Julio Falcioni fue un arquero crecido en Vélez y con debut en 1976 en el Fortín. Cuatro años después fue transferido al fútbol colombiano, que vivía por ese tiempo su época de auge bajo la sombra de los carteles de la droga. Disputó tres finales de la Libertadores, ganó todos los torneos locales desde el 82 hasta el 85 y se convirtió en el arquero internacional con más títulos en el país cafetero, siempre con el América de Cali.

En 1989 tuvo un fugaz paso por el seleccionado argentino aunque no llegó a ingresar en la lista de convocados para Italia 90. Ese mismo año, Gimnasia de La Plata repatrió al arquero y contó con sus servicios durante una temporada. Tras un breve retorno a Liniers, se retiró en Manizales defendiendo los tres palos de Once Caldas.

Introspección Táctica: Julio César Falcioni

Como jugador, junto al "Tigre" Gareca

Como arquero era un hombre de buen físico, rápido de piernas y con mucho temperamento, con rayes de locura como aquel ataque al Búfalo Funes. Atajar penales era seguramente, una de sus mayores virtudes. En el 80 le atajó dos a Maradona, joven estrella de Argentinos y años después repitió la doble parada en un Nacional-América dándole el título al cuadro que defendía.

Sus inicios como técnico

En el fútbol argentino disputó apenas 39 partidos, fue por eso que le costó muchísimo iniciar su carrera como entrenador. Probó suerte con el periodismo deportivo, pero en el 96 fue elegido como entrenador de arqueros de Inferiores en Atlanta. Luego pasó a ser espía de rivales y el Gato Daniele lo introdujo en Vélez. Fue interino en algunos partidos sueltos y en el 99 tomó las riendas del equipo oficialmente. 

Llegó al reciente ascendido Olimpo en 2002 y comenzó a hacer ruido en el fútbol grande. Tras un primer torneo malo, encaró el Clausura con serios problemas en el promedio pero cumplió el objetivo de la permanencia –incluso evitando la promoción- al terminar sexto. Laspada, Cristian Castillo y Carrario fueron algunos de los jugadores parte del equipo.

En esta etapa se comenzó a dilucidar al verdadero Falcioni, fiel al 4-4-2, sacando provecho de las dimensiones de su propio campo de juego y junto a Omar De Felippe, su primer discípulo quien fue su ayudante de campo en Bahía Blanca. Hoy se podría mencionar como otros seguidores del Emperador al Gallego Méndez y a Javier Sanguinetti.

Banfield, su segunda casa

Luego de tal objetivo cumplido y dejando una buena imagen marchó hacia Banfield para hacerse cargo del Taladro. Con objetivos superiores aunque acordes a su manera, mantuvo su idea de jugar de punto casi siempre. Fue entrenador durante dos años con resultados positivos y haciendo historia en una versión introductoria a lo que llegaría después. Obtuvo un segundo, un tercer y un cuarto puesto y en el restante torneo finalizó noveno mientras disputaba la Copa Libertadores en la que fue eliminado en Cuartos de Final en manos de River en un cruce difícil de olvidar.

Introspección Táctica: Julio César Falcioni

Levantando la Copa, luego del Apertura obtenido en Banfield

En dicho encuentro, Ceballos se perdió en el último minuto el gol del triunfo, pero valió la pena el esfuerzo ya que es una de las series más recordadas (1-1 la ida; 3-2 ganó River en la vuelta). Mariano Barbosa, Daniel Bilos, Barraza, San Martín fueron algunos de los integrantes de un equipo con poco espacio para las figuras, pero sí para la experiencia (Barijho, Piriz Alvez, Sanguinetti, Giménez).

Además del colchón de puntos, dejó algunos jugadores en gran nivel como Palacio y Bilos, ambos luego jugadores de Boca. O San Martín que pasó a River. Pero la forma de irse no fue buena y renunció una fecha antes de que finalice el torneo en el que terminó segundo. Con banderas de “traidor” y repulsión por parte del público que lo adoraba, apareció en el Apertura 2005 en Avellaneda.

En Independiente tuvo la suerte de contar con Sergio Agüero, el jugador más desequilibrante del fútbol argentino en los últimos años, aunque le costó sacarle provecho al equipo. Primero obtuvo un correcto cuarto puesto, aunque en el Clausura finalizó 12º jugando mal y dependiendo exclusivamente del Kun, que a mediados del torneo se quedó sin su fiel ladero, Nicolás Frutos.

Por la no clasificación a las Copas, Julio Comparada decidió no renovarle y Pelusa tuvo que recalcular con dos experiencias que le fueron negativas. Primero en Colón (26 PD, 35% efectividad) sin completar ninguno de los dos certámenes y con críticas de sus propios jugadores (Sand: “Fue el peor técnico que tuve”). Luego en Gimnasia (15 PD, 18ª posición) del que se fue siendo insultado por los triperos al mismo tiempo que se efectuaban elecciones y el presidente decidía desplazarlo.

Con una carrera que aparentaba estar cercana al ocaso, Banfield le dio una segunda oportunidad y a pesar de un público reticente al comienzo, se los ganó a fuerza de resultados. Fueron tres torneos y medio con el Apertura 2009 obtenido en la Bombonera como símbolo principal. Silva, Papelito Fernández, James Rodríguez, Víctor López se convirtieron en figuras cuando meses atrás eran jugadores del montón. Además, a lo largo del ciclo contó con Rubén Ramírez, engrandeció a Erviti y a Lucchetti y tuvo a Nico Bertolo, vendido al Palermo.

Boca, el gran salto

Para el Clausura 2011 y luego de una salida confusa con Carlos Portell, presidente de la entidad del Sur del Gran Buenos Aires, llegó a Boca. El presidente Ameal le cumplió todos los deseos en cuanto a jugadores y le tuvo la paciencia que no tuvo en anteriores gestiones. De este modo, obtuvo el último Apertura disputado con amplia comodidad y olvidó su primer semestre con amenazas de renuncia a cada partido. 

En Boca modificó algo de su libreto ya que su 4-4-2 se vio interferido por la presencia de Riquelme, enganche y casi dueño accionista del fútbol en Boca. De todas maneras, la consigna básica de hacer hincapié en la defensa y apostar al juego directo -casi renunciando a la posesión de balón- se mantuvo. Otra premisa suya era formar una dupla ofensiva para tener desequilibrio arriba, pero en el Xeneize ante el amplio menú de opciones, le sacó provecho a todos (Viatri, Blandi, Mouche, Cvitanich) e incorporó a un centrodelantero para la Libertadores próxima.

Su estilo

Su perfil es tan específico que tiene algunos jugadores fetiche que los busca cuando él cambia de barco. Así se empacó con Armenteros (a Independiente) y Erviti (a Boca), buscó repatriar a Silva (a Boca), consiguió a Tito Ramírez (a Banfield luego de Colón) como ejemplos de jugadores que entienden su mensaje y tuvieron sus picos altos con el ex arquero como entrenador.

Introspección Táctica: Julio César Falcioni

Con el camperón que se hizo cábala en el último torneo en Boca

Se considera un obsesivo del trabajo, no le gusta que le digan defensivo aunque no hace muchos esfuerzos desde la práctica por modificar el rótulo. Se sabe como un opuesto al lirismo y buscador de otras salidas, como la pelota parada (“Para mí son importantes porque en el fútbol actual, donde los trámites son cerrados y no existen grandes desniveles individuales, un buen movimiento marca la diferencia”) y aclara que le dedica media mañana por semana.

Defiende los entrenamientos a puertas cerradas (otra modificación que sufrió en el Mundo Boca) y se justifica diciendo que cuando él va a comer a una casa no entra a la cocina para ver cómo hicieron la comida. Eso sí, siempre habla con la prensa. Además, las prácticas las organiza por la mañana porque el jugador “se predispone mejor al trabajo y te ordena los descansos”.

Tiene un colaborador que sigue los partidos de los adversarios y les graba movimientos de juegos anteriores desde la cancha. Luego, realiza un compacto de 25 minutos con debilidades, virtudes, pelota parada y cómo atacan para mostrárselo a sus propios jugadores, sumados a una charla de veinte minutos previo al video. Él en su casa tiene una sala especial con tele, video, reproductora de DVD para ver rivales y analizar jugadores.

Sus charlas técnicas son más breves y apunta a la táctica, las marcas, las barreras y algo de motivación al comienzo y al final, aunque no suelen pasar los treinta minutos. En el vestuario post-partido no habla ya que prefiere verlo grabado para tener conocimiento de causa.

Con los jugadores ha modificado su relación con el paso de los planteles, “quizás ahora [NdeR: 55 años] haya menos distancia, más sonrisas, seguramente como fruto de madurez y la tranquilidad que uno va adquiriendo”. Con los periodistas también tuvo sus idas y vueltas: recordado es el comentario por lo bajo a Benedetto y en los últimos días circuló una versión en la que casi agarra a trompadas a Mariano Closs por las críticas del relator en su programa de radio.

Sin lucir, sin ser superior a sus rivales, sus equipos ganan. Es perspicaz para captar los errores y los lugares donde sacar ventaja. En un fútbol mezquino, él como el tuerto es rey. De gustos o preferencias habría que seguir discutiendo. O dejar en paz a Pelusa e ir al teatro.


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