El director técnico de River ganó el reconocimiento de muchos al tomar las riendas del equipo luego del histórico descenso a la B Nacional. Sin embargo, su cuestionado accionar en el banco de suplentes millonario desprestigió su figura. En una nueva entrega de “Introspección Táctica”, MuyFútbol propone analizar profundamente al entrenador de Azul.
Nacido en las entrañas de River Plate, Matías Almeyda se exhibió en las canchas como un hábil mediocampista central, con capacidad de liderazgo y criterio para distribuir el balón. Su debut oficial con la banda roja se produjo en el verano de 1992, de la mano de Daniel Alberto Passarella, ante Unión de Santa Fe en el estadio Monumental.
A mediados de la década del ‘90, el joven Almeyda protagonizó un gran papel en el River multicampeón de Ramón Díaz. A pesar de que la mayoría de los reflectores apuntaban hacia Enzo Francescolli, Ariel Ortega o Marcelo Salas, la labor del Pelado resultó fundamental. Asimismo, su gol más importante fue ante la Universidad de Chile: dicho tanto le permitió a la escuadra de Núñez avanzar a la final de la Copa Libertadores 1996, certamen que a la postre ganaría.
Almeyda y su golazo frente a la U de Chile:
Con tres campeonatos domésticos y el máximo torneo del continente americano, abandonó su club para forjar un nombre en tierras europeas. Su primera camiseta del otro lado del océano Atlántico fue la del Sevilla, donde dejó un grato recuerdo. En Lazio (1998-2002) también desarrolló una buena performance y obtuvo varios trofeos locales e internacionales.
Almeyda, cuyas actuaciones lo catapultaron a participar en los Mundiales Francia ‘98 y Corea-Japón ‘02, también vistió las camisetas de Parma, Inter de Milán y Brescia. Posteriormente, regresó a este rincón del mundo para jugar en Quilmes por una temporada en la B Nacional; luego, en una aventura demasiado peculiar, viajó hacia la península escandinava para integrar el plantel del Lyn Oslo noruego.
De 2007 a 2009, Matías Almeyda se alejó de las canchas y desplegó su juego en el showball junto a otras ex figuras. Empero, volvió a calzarse los pantalones cortos en el humilde Fénix, y después recaló otra vez en River. Allí, disputó un campeonato en buen rendimiento pero no pudo sostener su performance, al igual que el equipo: paulatinamente, el nivel decreció y la tensión y crisis aumentaron. Factores que desembocaron en el fatídico descenso ante Belgrano de Córdoba.
Trayectoria como técnico: cuestionado y regreso a Primera
La catastrófica caída a la segunda división trastocó por completo la historia de River. Juan José López abandonó su cargo inmediatamente y la histeria se apoderó de la grandeza institucional millonaria. Ante este panorama, Almeyda, quien no había jugado el partido decisivo de la Promoción por una suspensión, se hizo cargo del plantel profesional.
Con una buena campaña desde los números pero demasiado reprochable en el aspecto futbolístico, River caminó por el torneo Nacional de la mano de sus individualidades. En la primera rueda, Alejandro Domínguez y Fernando Cavenaghi, entre otros, se transformaron en el motor del 11 inicial; ya en 2012, el francés David Trezeguet otorgó pruebas de su categoría y facilitó la concreción del objetivo.
La inexperiencia de Almeyda y alguna posible influencia de Passarella (su padre futbolístico) posibilitaron que el conjunto sufriera varios traspiés inesperados. Aldosivi, Atlético Tucumán, Patronato, Atlanta y Boca Unidos fueron algunos de los rivales que aprovecharon la pálida imagen de River y la desprolijidad colectiva impuesta por el entrenador.
Esas falencias afectaron la estructura riverplatense, aunque la diferencia de jerarquía significó el factor fundamental para el ascenso final, el cual se concretó en la última jornada ante Almirante Brown. Sin embargo, hoy, ya con el club nuevamente en la máxima divisional, esa tónica no mutó en absoluto. Y parece que no cambiará. Noticia desalentadora para la mayoría de los simpatizantes.
Polémicas y apañamiento:
El ciclo de Almeya vivió ciertas turbulencias desde su inicio hasta hoy. Extrañas decisiones técnico-tácticas y extra-futbolísticas afectaron la relación del entrenador con algunos hinchas desesperados. Y, a pesar de sus palabras, la falta de identidad del equipo llamaba poderosamente la atención. “Intenta jugar como se jugaba siempre. Empezó a ser el de antes”, había asegurado.
El DT levantó la bandera de la valentía por haber asumido en el momento más crítico de la entidad millonaria. Sin embargo, también disfrutó de cierta protección mediática en aquellos tramos del torneo en los que su equipo no conseguía resultados. Esos mismos escudos periodísticos también encubrieron por momentos al presidente Passarella, cuya soberbia se erigió en un duro golpe para la rica historia del club.
Sin duda, la medida más polémica tomada por Almeyda significó el manejo de la salida de Domínguez y Cavenaghi. El director técnico dio a conocer su decisión a través de los grandes medios de comunicación, en lugar de hablar personalmente con los desafectados. Este accionar provocó el estallido de gran parte del mundo River, que no toleró las salidas de ambos delanteros.
Matías Jesús Almeyda presentó credenciales de coraje al suceder a JJ López. No obstante, su inexperiencia y malas decisiones allanaron el camino para que el retorno de a Primera resultara sumamente pedregoso. En este semestre tendrá como gran objetivo hallar una filosofía de juego definida, para reconfirmar la permanencia de la escuadra más ganadora del ámbito vernáculo.
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