[5/10]
Siguiendo las reglas del género de terror y suspense, y con una factura hollywoodiense que mira a la taquilla adolescente, Juan Carlos Fresnadillo consigue una aceptable película comercial que quiere tener hondura antropológica y psicológica… y que se queda en el intento. “Intruders” respeta los códigos y no abusa del efectismo de luces y sombras, de ruidos y sonidos, para darnos una historia sencilla que nos habla de los miedos interiores mal curados, de la inquietud ante lo desconocido, del amor como antídoto para la pesadilla. Dos niños de imaginación desbordante sufren la presencia del hombre sin rostro que les visita en la noche. No es suficiente la ayuda de sus padres, que a veces parecen más alterados que ellos mismos ante ese ladrón que llaman “Carahueca”. La batalla está planteada y todos tratan de despertar de ese angustioso sueño para encontrar un poco de paz y libertad.
Miedo a una oscuridad que trae zozobra para que cada cual ponga rostro a su propio trauma del pasado, inquietud ante lo que no tiene un final conocido y en cuya incertidumbre nuestro imaginario genera una terrorífica historia, temor a que cualquier intruso entre en nuestra vida familiar por una rendija y nos robe lo más preciado. Es el primer nivel de una historia elemental que funciona suficientemente porque Fresnadillo dosifica la información, pero cuyo guión a veces se vuelve confuso y tiene momentos de desconexión narrativa y ritmo irregular. Mayor intensidad tiene la trama inglesa de la adolescente Mia y su padre John que la hispana de Juan y su madre, aunque cueste relacionar el accidente laboral de John con su pasado, por ejemplo. Más interesante es todo lo relativo a la alimentación de ese imaginario a través de la lectura y el proceso de creación literaria (de una redacción escolar), lo mismo que la manera en que ésta se nutre de la misma vida.
Por otro lado, resulta bastante errática y fallida la buscada vinculación entre lo patológico y lo religioso, porque sus escenas carecen de fuerza con la presencia de dos sacerdotes que no aportan nada y que sólo se explica por necesidad de que Daniel Brühl y Héctor Alterio ayuden a la promoción de la cinta. No convence tampoco Pilar López de Ayala, mientras que las interpretaciones de Clive Owen y Ella Purnell sí tienen intensidad y verosimilitud, con mayor conexión emocional -algo que era necesario en la historia, al parecer- y logrando escenas de angustia y dolor contagiosos. Aparte de la labor fotográfica de Enrique Chediak con sus atmósferas turbadoras, Roque Baños acompaña las imágenes con eficacia… aunque todo lo conseguido no traspasa el nivel de las apariencias y de lo pasajero, sin llegar a penetrar en esos cuerpos agitados por la extraña presencia.
Por eso, en la cinta todo queda un poco hueco -como el monstruo encapuchado-, sin dejar poso al salir de la sala… salvo el haber pasado un rato entretenido y atentos al discurrir de la historia, sin sustos de medio pelo ni efectos facilones. El amor como realidad que hay que defender con uñas y dientes para que no nos lo roben, el rostro personal y la familia como imágenes visibles de ese amor, y la soledad y el miedo como vacío donde el individuo se disuelve como persona entre el anonimato de las sombras… son realidades reiterativas de una cinta que recurre a la metáfora y que trata de no enseñar más de la cuenta -aunque explique mucho-, quizá porque el hombre sin rostro no tenía ni nombre ni nada que mostrar… ni tampoco que despertar.
Calificación: 5/10
En las imágenes: Fotogramas de “Intruders”, película distribuida en España por Universal Pictures International Spain © 2011 Antena 3 Films, Apaches Entertainment, Universal Pictures International. Todos los derechos reservados.