Título original: Battle: Los Angeles Género: Acción, Ciencia FicciónDuración: 116 minutos País: EE.UU.Dirección: Jonathan Liebesman Guión: Christopher BertoliniIntérpretes: Aaron Eckhart, Ramon Rodriguez, Cory Hardrict, Gino Anthony Pesi, Ne-Yo, Michelle RodriguezMúsica: Brian Tyler Web:
Durante años ha habido casos documentados de avistamientos de OVNIS en todo el mundo. Pero en 2011, lo que hasta ese momento eran simples avistamientos resulta una terrible realidad cuando la Tierra es atacada por fuerzas desconocidas. Mientras todos son testigos de cómo caen las grandes ciudades del mundo, Los Ángeles se convierte en el último bastión de la humanidad en una batalla que nadie esperaba. Un sargento de la Marina y su división son los que tendrán que definir los límites frente a un enemigo como jamás se habían encontrado.
Una vez más, me han vuelto a engañar. Y esta vez lo ha hecho el montador del tráiler de Invasión a la Tierra, con un clip que me animó a ir al cine a echarle un vistazo a un film que, aparentemente, prometía espectáculo, ciencia ficción y diversión, y con lo que me he encontrado ha sido con una película aburrida, tediosa, inconexa, sin base científica alguna y llena de tópicos.
Jonathan Liebesman, el director, debería replantearse seguir en esto del cine. Debutó en 2003 con En la oscuridad (Darkness Falls), una historia de terror bastante limitadita, y siguió con La Matanza de Texas: el Origen (2006), una especie de precuela que, personalmente, me gustó bastante y que intentaba ahondar en la génesis de Leatherface. En 2009 rodó The Killing Room (que no he tenido la oportunidad de ver) y ahora nos trae esta bazofia a la que no hay forma humana de coger por ningún lado. Trayectoria llena de altibajos , sin un estilo propio y sin centrarse en un género en particular que explotar. Para colmo de males, dejan el guión en manos de un tal Christopher Bertolini que sólo cuenta en su haber con el libreto de La Hija del General, película de 1999, con lo que este "guionista" lleva inactivo la friolera de doce años...
Por lo tanto, tenemos un argumento mil veces visto: una invasión alienígena a la Tierra. En es sentido, la película va al grano, aunque se permite el lujo de ofrecernos un flash-back cutrísimo que pretende dramatizar la situación mostrándonos las circunstancias de los estereotipados protagonistas: un teniente novato, un soldado a punto de casarse, otro que va a ser padre, el sargento que está de vuelta de todo... Craso error: hemos venido a ver una película de acción, de invasiones, no un drama familiar cutrongo.
A continuación se desencadenan los hechos (esto es, la invasión) y comienza el mareo: secuencias con cámara al hombro, zooms realmente torpes e improcedentes, planos desencuadrados... Todo un despliegue de ineficacia técnica que produce dolor de cabeza y ganas de apartar la vista por momentos (como personalmente me ocurrió). Es un vano intento de acercarse en ese aspecto técnico a Michael Bay o Paul Greengrass.
Por si fuera poco, los diálogos brillan por su ausencia y cuando aparecen producen vergüenza ajena, especialmente las tres frases contadas de una Michelle Rodriguez que empieza a estar encasillada en el papel de tía dura de masculinidad manifiesta. Y hablando de interpretaciones, me vais a permitir que condene al reparto en general, formado en su mayoría por chavales desconocidos muy poco duchos en esto de la interpretación. Tampoco voy a mencionar a un Aaron Eckhart totalmente perdido en medio de un rebaño de principiantes que se pasa toda la película con cara de ¿Yo qué hago aquí? y deseando que Christopher Nolan le vuelva a llamar para ser Harvey Dent/Dos Caras en The Dark Knight Rises.
No se la recomendaría ni a mi peor enemigo. Intenta ser un compendio de un género a caballo entre el cine bélico y el de ciencia ficción, tomando como referencia películas como Independence Day, Black Hawk Derribado, Jarhead o la reciente En Tierra Hostil, pero acaba siendo un tostón de proporciones épicas, con una factura técnica confusa y estresante y capaz de sumir al espectador en un estado soporífero que hace que a los 50 minutos de metraje parezca que hayan transcurrido tres horas en la butaca del cine. Y eso es muy mala señal...