Me piden algunos que ya que he hecho relación de las cosas que “detesto” haga lo mismo o parecido con las cosas que me gustan. Para no quedarme en el nihilismo o en el famoso esfuerzo inútil, que según Ortega y Gasset, conduce a la melancolía, lo intento seguidamente.
Yo decía que un libro, una bandeja con fruta y una hamaca junto al mar. Parece ser que todo esto son pocas cosas y aunque yo entiendo que en ellas solas hay mucho más que un mundo de complacencias, quieren que haga el inventario de ”mi fe”.
Bueno, allá va.
Creo que todos nacemos iguales y que moriremos iguales. Creo que nadie es más que nadie y que nadie tiene que tener más derechos que otro. Creo, por tanto, en la justicia social y en los derechos humanos, y, sobretodo, creo en la lucha por conseguirlos y mantenerlos.
Creo ser una persona de “izquierdas”, que se afirma en los valores de la izquierda y que intento luchar conjuntamente con los de mi misma idea y condición para conseguirlos, en la medida de mis posibilidades, actuales y pasadas.
Creo en los partidos, movimientos y asociaciones que luchan por la igualdad social y defienden los derechos laborales, la vivienda, las pensiones, la sanidad y la educación públicas y luchan contra los privilegios y el terrorismo económico de unos pocos.
Creo en los sindicatos y en el sindicalismo y en su acción y sacrificio durante siglos, en lucha con lo más perverso del egoísmo humano en forma de doctrina capitalista y frente al interesado fomento de su mala imagen, con el fin de destruirlos como organización y como herramienta de defensa de los derechos de los trabajadores.
Creo en el conocimiento que da la historia. Creo (o admiro) la música, la literatura, la poesía, el teatro, el cine, la pintura, la escultura, el arte en general, la igualdad entre sexos, la libre opinión, el periodismo crítico y los viajes.
Creo (o me gusta) el sol, las azoteas, el verano, el campo, el mar, dormir la siesta bajo una parra, los atardeceres tranquilos, los pinos, los huertos, el cine de verano, un espeto de sardinas y el aceite de oliva.
Creo (o me encanta) un medio de Montilla-Moriles al mediodía, un cante por soleá en una peña flamenca, el rumor de las olas en una playa solitaria, un baño de espuma y sal en un mar de aguas templadas.
Creo (o quiero) a mis hijos, mi pareja, Córdoba y Andalucía.
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