A veces con moto y a veces sin moto, hay ocasiones en las que tienes que inventar tu día. Inventar tu día significa que te levantas y escribes un guion que luego sigues o no sigues. Pero te lo inventas. Y sales de paseo a rodar por ahí o no sales a rodar.
Rodar y pensar, y desarrollarte. Y un cambio de vida, una esquina de noventa grados se te planta en la carretera. Metes cuarta y metes tercera. Metes segunda y, antes de poner el pie en el suelo, metes el punto muerto. Hay un cruce y tienes un estop. Paras. Tienes solo unos pocos segundos para decidir y decides con valentía. Tienes que adivinar para dónde sopla el viento de la prosperidad.
A veces con moto y a veces sin moto, hay ocasiones en las que tienes que inventar tu vida. Inventar tu vida significa que levantas el telefonino y te escriben un guion que sigues. Y ya no sales a rodar.
Toma un nuevo camino inesperado y espera de nuevo aquella llamada que te haga volver al lugar que elegiste. Espera.