
Una investigación de la UPV/EHU valida los nuevos instrumentos para evaluar los trastornos de personalidad del manual DSM-5“Las novedosas herramientas supondrán una mejora para los médicos a la hora de diagnosticar los males”, afirma la investigadora Naiara Ozamiz El DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorder, en castellano: Manual para el Diagnóstico y la Estadística de los Trastornos Mentales), que ha cumplido recientemente 60 años, está compuesto por una serie de pautas muy seguidos por psiquiatras y psicólogos a nivel mundial. La última edición de la guía, la quinta, ha sido muy criticada durante su elaboración. Así, psiquiatras y psicólogos de todas partes esperaban con interés el resultado final, y cuando en mayo, se publicó en Estados Unidos, las opiniones fueron de todos los colores.Los nuevos instrumentos de evaluación de los trastornos de personalidad, que quedan recogidos en el tercer capítulo (compuesto por los contenidos que han quedado por investigar) del nuevo manual, son, según revela la tesis presentada por la profesora e investigadora del departamento de Neurociencias de la Facultad de Medicina y Odontología de la UPV/EHU, Naiara Ozamiz, “más manejables, más comprensibles y más valiosos” que las del DSM-4. La tesis lleva por título Nortasun Nahastea duten pazienteen ebaluazio tresnen itzulpena eta aplikazioa: DSM 5eko irizpideekin Euskal Autonomia Erkidegoan egindako ikerketa bat (En castellano: Traducción al euskera y aplicación de los instrumentos de evaluación de los pacientes con trastorno de personalidad: un estudio en la Comunidad Autónoma Vasca con criterios del DSM-5.“En lo que respecta a los trastornos de personalidad, con este manual se pretende pasar de un diagnóstico categórico, es decir, de definiciones como obsesivo compulsivo, antisocial, narcisista, esquizoide, esquizotípico, elusivo, borderline, histriónico, dependiente o paranoide; a un diagnóstico dimensional, donde las categorías se miden en una escala de 1 a 5, se tiene en cuenta las diferentes características de la personalidad del paciente y su funcionalidad en sociedad. Este cambio ha traído consigo muchas resistencias, ya que estamos acostumbrados a diagnosticar de un modo categórico. Aunque, los que trabajamos en este ámbito sabemos que un mismo diagnóstico en dos pacientes pueden suponer distintos problemas. Así, algunos tendrán dificultades más graves que otros o tendrán características concretas y exclusivas. Esta reformulación de los instrumentos para evaluar los trastornos de la personalidad supondrá para los expertos (médicos, psiquiatras y psicólogos) una mejora a la hora de diagnosticar los males”, opina Ozamiz.
