Hacía tiempo que no leía a Paul Auster, y como es uno de mis fijos y algunas de últimas novelas habían tenido unas críticas horribles, me había dado un austeriano descanso. No lo pensé mucho cuando compré Invisible, y a la postre resultó que por lo menos estaba bendecido por buena parte de la crítica, incluso por el New York Times, que en su Sunday Book Review la calificaba como su mejor novela.
No diría yo tanto. Es este un Auster que me parece un poco más oscuro, ocupado en contar la historia de atrás adelante, a través de varias voces que leen e interpretan sus escritos y relatado por varias personas. Un Auster más osado que -novedad- dota a la novela de un fuerte contenido erótico (aunque con la elegancia que le caracteriza aquí no escandalice a nadie, supongo que en USA quedará como un pornógrafo), capaz de incluir un incesto sin despeinarse . Un Auster-eso sí- lector conspicuo, que recurre al siempre agradecido elemento de introducir la literatura en la novela, desde la poesía provenzal hasta alusiones a Perec y Vila Matas.
Invisible me parece una buena novela, un grato reencuentro con un Paul Auster diferente. El pero es que al final me ha dado la impresión que la estructura que utiliza para contar la historia es como un ensayo de cosas nuevas, o como una prueba de renovación que me parece absolutamente innecesaria. Cuando se tiene un poderío tan insultante para contar, una facilidad para crear imágenes tan nítidas en el lector, no parece necesario un artificio como el que se monta en la novela. Algo así sólo sirve para despistar a los austerianos que, como yo, estamos ya convencidos de antemano y buscamos encontrar ese camino que, a través del azar siempre conduce al lugar adecuado.