Irena Sendler (nacida el 15 de febrero de 1910 y fallecida el 12 de mayo de 2008, a los 98 años de edad) fue una activista de los derechos humanos durante la 2GM que ayudó a salvar más de 2500 vidas al conseguir que varias familias escondiesen niños judíos en sus propias casas y al llevar alimentos, ropa y medicinas a los judíos hacinados sin escapatoria el el gueto de Varsovia.
El Ángel del Gueto de Varsovia
Cuando la Alemania nazi invadió Polonia en septiembre de 1939, Irena Sendler era enfermera local en Varsovia, en donde trabajaba con enfermeras y organizaba espacios en los que se les daban comidas a las personas más necesitadas. Gracias a ella, estos lugares no solo le proporcionaban alimentos a huérfanos, ancianos y pobres, sino que se les daban prendas, medicamentos y dinero. Allí se afanó sin desfallecer en ningún momento para aliviar el sufrimiento de miles de personas, tanto católicas como judías.
El motivo por el que decidí rescatar a los pequeños tuvo su origen en mi casa, en mi juventud. Se me educó en la creencia de que cualquier persona necesitada debe recibir ayuda que provenga del corazón, independientemente de sus creencias o de su nacionalidad.
- Irena Sendler
Corría el año 1942 cuando los nazis iniciaron el infame gueto en Varsovia. Una joven Irena, escandalizada ante las pésimas circunstancias en las que tenían que vivir sus moradores forzosos decide unirse al Zegota (el Consejo para la Ayuda a los Judíos). Ella mismo diría luego lo siguiente:
Conseguí, tanto para mi colaboradora Irena Schultz como para mí misma, identificaciones del departamento de Salud, entre cuyas tareas estaba combatir los males contagiosos. Al poco tiempo logré hacerme también con más pases para otros colaboradores. Puesto que los nazis temían más que a nada una epidemia contagiosa de tifus, permitían a regañadientes que nosotros, polacas y polacos, controlásemos relativamente el recinto.Mientras recorría el gueto de Varsovia a pie, Irena portada siempre la estrella judía de David en el brazo, como muestra de simpatía y para pasar lo más desapercibida posible. Irena contactó rápidamente a las familias con hijos pequeños, a quienes les propuso sacarlos del gueto, aunque sin prometer el éxito de la empresa, puesto que era una misión de alto riesgo. Eran unas situaciones muy difíciles cuando a Irena Sendler le tocaba convencer a los padres de que dejasen que se llevase a sus pequeños. Irena contaría luego que le preguntaban si podía prometerles que sus hijos vivirían.
Irena solo podía responder que no podía prometerlo, especialmente porque ni siquiera sabía si conseguirían salir con vida del gueto. Pero añadía que la única certeza es que si los pequeños permanecían dentro del gueto terminarían muertos con total seguridad.
Pese a todo, muchas madres, muchos padres, muchos abuelos y muchas abuelas eran reacias a la entrega de los niños, algo desde luego entendible, pero que tendría consecuencias nefastas para los hijos y nietos cuando no cambiaban de opinión. En ocasiones, cuando ella o sus colaboradoras regresaban para reunirse de nuevo con las familias para intentar hacerlas entrar en razón, comprobaban horrorizadas que todos sus miembros habían sido ya trasladados a destinos como Auswtich.Auswitch
Hasta el propio desmantelamiento del gueto de Varsovia en los meses de verano de 1942, es decir, a lo largo de 18 meses largos, Irena Sendler logró sacar del gueto a más de 2500 niños de varias maneras. Comenzó recogiéndolos en ambulancia haciéndolos pasar por pacientes con tifus, pero terminaría sirviéndose de toda clase de estratagemas para sacar a los niños judíos del gueto de Varsovia: ocultarlos en bolsas, urnas, cajas de materiales, embalajes de mercancías, sacos de patatas , féretros... cualquier elemento a mano era susceptible de convertirse en un medio de evasión rumbo a la libertad.
Irena pasó la Segunda Guerra Mundial pensando en los tiempos de paz y por eso no se conformaba con mantener con vida a los pequeños. Quería que algún día los niños del gueto pudiesen recobrar sus itentidades verdaderos, sus nombres de verdad, en definitiva, sus historias familiares y personales reales. Concibió entonces la creación de un fichero en el que anotaba los nombres y los datos de los pequeños, así como de sus identidades creadas.
Los nazis terminaron descubriendo las actividades de Irena Sendler y a finales de octubre de 1943 fue arrestada por la implacable Gestapo y trasladada a la prisión de Pawiak. Allí sería torturada sin piedad. En un colchón miserable de paja halló una pequeña estampita del Cristo de la Divina Misericordia de Jesús con una inscripción: Jezu ufam tobie, que en castellano quiere decir Jesús en vos confío. La conservaría hasta 1979, cuando se la regaló al papa Juan Pablo II.
Durante su reclusión, solo Irena Sendler era conocedora de los nombres y las señas de las familias que daban cobijo a los pqueños judíos, así que sufrio las torturas nazis con asombroso estoicismo: rehusó traicionar tanto a sus colaboradores como a sus niños judíos del gueto de Varsovia.
Le llegaron a romper los huesos de las piernas y de los pies, pero no lograron romper su determinación casi suicida. Irena Sandler sería condenada a muerte. Pero mientras esperaba el final inminente de sus días, un soldado alemán fue a buscarla para someterla a un interrogatorio extra.
Pero en el momento de la salida, le gritó que corriese en polaco. La suerte del soldado sería la muerte. Los miembros del Consejo para la Ayuda a los Judíos habían conseguido parar la ejecución de Irena Sendler sobornando a los alemanes. De este modo, Irena podría continuar trabajando con la protección de una documentación falsificad.
En el año 1944, cuando se produjo el levantamiento armado del gueto de Varsovia, Irena puso los datos de sus protejidos en sendos tarros de cristal y los ocultó enterrándolos en una parcela de una vecina para cerciorarse de que llegaran a las personas correctas en caso de que muriese.
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa, Irena volvió a por los documentos enterrados y se los facilitó al Dr. Adolf Berman, el primer presidente del comité para la salvación de los judíos supervivientes. Desafortunadamente, la mayoría de los parientes de los pequeños salvados había sido asesinada en los campos de exterminio nazis del Holocausto.
Al principio, los niños que no contaban con ninguna familia de adopción fueron atentidos en diferentes instituciones de tutela y, paulatinamente, fueron enviados a Palestina.
Los niños tan solo identificaban a a Irena Sandler por Jolanta, su nombre secreto por motivos de seguridad. Así que, pasados unos años, cuando su fotografía fue publicada en un diario después de ser galardonada por sus actos humanitarios durante la 2GM, recibió la llamada de un hombre que le hizo la siguiente afirmación: Me acuerod de su rostro. Es usted la persona que me logró sacar del gueto.
Ese sería el comienzo de una riada de llamadas y reconocimiento público.
Corría 1965 cuando la organización israelí Yad Vashem le concedió el título de Justa entre las Naciones y fue nombrada Hija Predilecta del Estado de Israel.
En el año 2003, Aleksander Kwaśniewski, el presidente de Polonia, le concedió el mérito más elevado de la República: la Orden del Águila Blanca.
Propuesta para el Premio Nobel de la Paz
En 2007, Irena Sendler fue presentada como candidata para recibir el Premio Nobel de la Paz a instancias del gobierno polaco. Esta iniciativa nació del fallecido presidente polaco Lech Kaczyński y contó con el apoyo del Estado de Israel mediante Ehud Olmert, el primer ministro hebreo por aquel entonces.
Las autoridades de la localidad polacada de Oswiecim (Auschwitz) expresaron su acuerdo con esta candidatura, puesto que consideraban que Irena era una de los últimas heroinas con vida de su generación, que había demostrado una convicción, una fuerza y un valor extraordinarios frente a un mal de carácter extraordinario. El premio, sin embargo, le fue otorgado finalmente al político estadounidense Al Gore por su defensa del medio ambiente.