La jugada era difícil después de la sobredosis superheroica de Los Vengadores. Iron Man 3 tenía unas fuertes expectativas que cumplir tras el brutal éxito de la película de Joss Whedon y, sobre todo, por su inconmensurable calidad. Cuando además surgió la noticia de que el encargado de la tercera película del hombre de hierro iba a ser Shane Black las dudas no hicieron más que dispararse. El nombre era un desconocido para el público, pero en realidad no tanto: Black es el guionista de películas tan míticas como Arma letal, El último Boy Scout y director de una de esas películas a reivindicar Kiss Kiss, Bang Bang. Ahora veremos como cuadra todo.
En Iron Man 3 vemos a Tony Stark más desnudo que nunca, con un Robert Downey Jr. omnipresente en toda la trama. Y esta es una de las claves de la película: tras el exceso de superpoderes de Los Vengadores Marvel ha querido hacer su película más humana aprovechando a su personaje más complejo. Tony es héroe a su pesar y esta dinámica de aprendizaje que comenzaba en la película de Whedon continúa su curso en Iron Man 3. ¿Os acordáis de Martin Riggs y Joe Hallenbeck? Los personajes protagonistas protagonizados por Mel Gibson y Bruce Willis eran lo menos parecido a alguien moral o mentalmente estable. Y esa personalidad es la que Black incorpora a Tony Stark: un héroe que tiene arrebatos y ataques de ansiedad y que, tras cuatro películas, aun no sabe cómo afrontar esto de salvar al mundo de vez en cuando. Si Capitán América: Primer Vengador fue la construcción del héroe, Iron Man 3 es el aprendizaje del héroe.
Que Tony Stark pase casi media película solo y sin armadura no quita que Iron Man 3 sea un espectáculo de acción de primera. La larga secuencia final de enfrentamiento con el villano nos lleva además a incluir algo que era ajeno a la saga: el elemento fantástico. Si los dos primeros Iron Man mantenían los pies en la tierra, aquí, como bien dice Tony en un momento, ya sabemos que existen aliens, dioses y otras dimensiones y cualquier cosa es posible. Ya nos vamos acercando más al tono de los comics.
Otros dos elementos propios del cine de Black son el sentido del humor y el sentido de la sorpresa. El primero encuentra el soporte ideal en la socarronería y carisma de Downey Jr. que se llena la boca con one liners e incluso coñas a costa de Bruce Willis. Pero es en sus retruécanos donde el guión de Black alcanza su mayor nivel: nunca sabemos por donde va a salir, juega con nuestras expectativas y adelantar más sería meteros unos espoilers de campeonato.
Con Iron Man 3 Marvel mantiene su promesa de que cada película sea un género. Iron Man 3 acaba siendo un thriller intimista más que una película de acción al uso, aunque conviene destacar que probablemente estemos ante la película más violenta de la saga. Se están haciendo mayores.