Según publicó The Sunday Times el 17 de mayo, Arabia Saudita ha estado tratando de adquirir
armas nucleares de Pakistán. Había participado en la financiación de la
bomba paquistaní. Información que después fue desmentida
por un funcionario de Defensa saudí.
Apenas unos días después de la publicación del The Sunday
Times, el Estado Islámico difunde un anuncio casi idéntico y con el mismo proveedor.
Extraño, ¿no? Hay algo que da sudores fríos a todos aquellos a los que esas
declaraciones están destinadas. Las matanzas y los daños a los monumentos
arqueológicos ya no levantan tanta emoción e indignación; es por ello que debemos
entrar en el asunto nuclear. Las amenazas nucleares siempre han hecho mella,
Netanyahu sabe algo sobre ello.
La nueva amenaza de ISIS, destinada a aterrorizar al público
occidental, es transmitida por los medios de comunicación anglosajones con gran
detalle. Eso si, lo que no se publican son los nombres de los bancos y las
cuentas bancarias el dinero para la compra de las bombas y el nombre de los
intermediarios en las transacciones.
Notemos de paso que los mercenarios de ISIS deben pagar sus
transacciones en dólares y requieren transferencias por Swift, como en todas
las transacciones internacionales de cierta importancia. Pero las
autoridades federales de Estados Unidos, que mantienen un ojo en todos los
movimientos de fondos que controlan a través de SWIFT, parece que éstas no
consiguen verlas.
Supongamos que los "yihadistas" están fuera de la
vigilancia de Estados Unidos, que parecen ser los únicos aquí, capaces de
conseguir una bomba de algún hangar pakistaní. Necesitarán seguramente ayuda
para enviar la bomba a alguna parte. ¿Quién proporcionará esta ayuda y los
sistemas de interferencia para pasar las barreras de defensa enemigas? Pero
es muy posible que alguien malintencionado les proporcione algún explosivo
lleno de basura radiactiva y para ello no es necesario ir a hacer compras al
Gran Bazar de Islamabad.