Revista Opinión

Islamismo incompatible

Publicado el 07 enero 2016 por Vigilis @vigilis
El pasado fin de año en la ciudad de Colonia (y en otras ciudades alemanas más como Stutgart y Hamburgo) se produjeron unos sucesos horribles, vomitivos e indignos de la condición humana. Me refiero al asalto masivo que cientos de individuos perpetraron contra docenas de mujeres en lugares públicos y de forma más o menos organizada. Las agresiones sexuales, los robos con violencia y hasta alguna violación consumada son muestra de un tipo de violencia y horror que hasta ahora sólo veíamos por televisión, protegidos por la seguridad de la ley no escrita y por la confianza en el fin de la historia.

Islamismo incompatible

El poder del lado oscuro.

La violencia sexual —principalmente dirigida contra mujeres y niños— es un arma de guerra desde la noche de los tiempos. En nuestra época sigue siendo utilizada de forma masiva allá donde no existe la ley y donde las sociedades no han dado ese pequeño pasito que significa no traspasar nunca la esfera de lo íntimo y de la integridad física de los civiles no combatientes. Así, en los actos de genocidio que se cometieron en Ruanda en el año 94, la esclavitud sexual y la violación masiva de mujeres fue empleada como arma de guerra. La Corea ocupada por los japoneses en la Segunda Guerra Mundial se convirtió en el mayor prostíbulo de la historia de la humanidad, los ejércitos aliados y soviético en su avance hacia Alemania cometieron salvajadas similares y en ciertas partes de la India hoy en día la violación y el acoso a la mujer no están todo lo mal vistas que deberían de estar.
Y luego tenemos todo lo que va desde Marrakech hasta Lahore.

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Hey I just met you and this is crazy.

Hay algo profundamente roto y repugnante en las sociedades que no han pasado por la Paz de Westfalia ni experimentaron el movimiento obrero ni asumieron la igualdad de derechos (aunque fuera por necesidades de guerra, como en la Europa posterior a la PGM). Sociedades premedievales y bárbaras por ciertas costumbres como la ablación o el impuesto de capitación a quien no profese la religión del estado. "Religión de estado". Creo que si consideramos a los países influídos por el arabismo y la musulmanía este concepto se nos queda corto. La mayoría de los países del mundo tienen religión de estado (oficial o no) y esto no significa que quienes no profesan esa religión son vistos como animales o esclavos.
Podría detenerme en describir cómo los únicos que históricamente rivalizan con los británicos en el comercio de esclavos son los árabes desde los albores de la Edad Media (y continuando en nuestros días). Puedo pararme también en la muy necesaria crítica a los gobiernos europeos que, presos del virus de la tolerancia infinita por lo ajeno (que es la intolerancia por lo propio), están dejando de lado su función básica que es la de proteger al inocente. Ver a los miembros del próspero y seguro mundo libre como víctimas es algo que provoca un extraño cortocircuito. De alguna forma, con nuestro incomparable poder militar, nuestras altísimas cotas de calidad de vida y nuestra costumbre de respetar la ley escrita no podemos asumir que nosotros seamos víctimas. Del sentimiento de culpa que tiene que ver con una retorcida lectura de la historia en España y Europa sabemos mucho.
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Podría escribir de todo esto y de más cosas, pero tengo un problema: esto se va a repetir. Agresiones sexuales masivas y organizadas y atentados con fusiles de asalto o bombas en ciudades europeas. Todos sabemos que esto va a volver a pasar. Tenemos una nueva guerra en casa. Echo de menos aquella época que nunca viví en la que uno podía distinguir los periodos de guerra y de paz. Calculo que aquello duró hasta más o menos la Primera Guerra Mundial: declaración de guerra, guerra, tratado de paz, paz. Incluso si nos vamos un poco más atrás en el tiempo, había zonas en las que no se peleaba. Que existieran convenciones en la guerra es comprensible: en el teatro europeo los ejércitos y sus generales bebían de las mismas fuentes. De hecho, desde nuestra perspectiva actual, podemos decir que a partir de 1815 toda guerra en Europa tuvo un fuerte componente de guerra civil. Como decía Monseñor Romero: "estáis matando a vuestros propios hermanos, a vuestra propia gente".
Ahora bien, esta guerra en la que nos metieron ya no es una guerra civil, ya no es una guerra entre hermanos. La visión del mundo y la explicación de los fenómenos de la historia no pueden ser más incompatibles entre el mundo libre y el mundo islámico. Y digo esto defendiendo al mismo tiempo que el problema no es el islam, sino el islamismo, una ideología —un sistema político— incompatible con otras sociedades.

Islamismo incompatible

Uh.

El mundo libre tiene un problema, pero el problema no es del mundo libre. Si echamos un vistazo a otras fronteras de los bárbaros, el choque de incompatibilidades se ve más claramente: Rusia y China, de quienes no se puede decir que formen parte del mundo libre, están chocando también con el mundo islámico. Hay sistemas que su incompatibilidad los hace excluyentes. Puede existir cierto sincretismo con la democracia y el libre mercado en Rusia y China (un país, dos sistemas), pero este sincretismo no se puede dar con el islamismo.
La duda es: ¿debe el mundo libre imitar la respuesta rusa o china? Siempre tenemos la manía de mirar qué hacen los otros. A mí personalmente no me gusta lo que veo: la China roja trata el asunto desde un punto de vista militar dentro de sus propias fronteras, se carga la libertad de prensa, establece toques de queda y no se detiene en distinguir culpables de inocentes. Por su parte Rusia hace algo parecido pero procurando llevar la guerra fuera de sus fronteras, dentro de las suyas los asaltos a los derechos civiles y la persecución son habituales. Yo creo que en el mundo libre podemos hacer las cosas un poco mejor. Y por "mejor" me refiero a un poco más compatibles con nuestra idea de moral pública.

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Dientes, dientes, que es lo que les jode. (En la imagen Yi So-yeon, viajó al espacio con 30 años, es experta en biotecnología e ingeniería mecánica #winning).

Al combatir en esta guerra tenemos una gran responsabilidad por varias razones: por un lado, que nuestra capacidad militar no tenga parangón en el mundo nos debe hacer muy responsables de su uso. Puede aparecer la tentación de recurrir a la fuerza militar fuera y dentro de nuestras fronteras y yo no sé hasta qué punto puede ser eso recomendable. Por otro lado nosotros somos el modelo en el que el resto de sociedades políticas se inspiran. Nuestra civilización es la civilización que está siendo imitada en todo el planeta, de cómo nos comportemos hoy dependerá el aspecto tendrá el mundo mañana.
De lo que estoy seguro es que vendernos a nosotros mismos que somos los malos por ser los mejores no ayuda a nadie. Ganar esta guerra no sólo será bueno para nosotros sino también para millones de rehenes que malviven bajo la opresión de la tiranía islamista. Para salvar a todas esas otras víctimas que quizás no sean rubias, ni vistan de Zara, ni tengan la piel blanca; tenemos que empezar a creernos que no sólo tenemos derecho a ganar sino el deber de hacerlo.
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De otra cosa que estoy seguro es que ganaremos. Pudimos con los nazis que eran más taimados que estos bárbaros y pudimos con los soviéticos que tenían más tanques y bombas. La cuestión es que este choque de sociedades incompatibles empieza a ganarse en casa, con maestros de escuela y rompiendo las lealtades de los nuevos ciudadanos. Aquí tenemos un sistema de valores y una serie de acuerdos no escritos que son de obligado cumplimiento. Si dejamos que vengan —y yo estoy a favor de dejar que vengan— no pueden traer en la mochila la arena del desierto, la intolerancia, el desprecio por lo ajeno y el odio a occidente.
Nota:
Los autores de los asaltos en las ciudades alemanas no eran militantes islamistas, pero de lo que estamos seguros es de su procedencia y por lo tanto de la esfera de experiencias que determina su comportamiento. Precisamente por ello es un ejemplo cristalino del matiz que separa islam de islamismo.

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