Revista Cultura y Ocio

Israel Díaz Reinado mezcla costumbrismo y thriller en «El fin de ninguna parte»

Publicado el 13 octubre 2025 por Delecturaobligada @DelecturaOblig

En El fin de ninguna parte, Hugo Monforte convierte la costa gaditana en un escenario de secretos, silencios y redención.

Por: Alberto Berenguer / Instagram: @tukoberenguer; @delecturaobligada

Israel Díaz Reinado mezcla costumbrismo y thriller en «El fin de ninguna parte»

Hugo Monforte fracasa en lo personal pero se redime en lo profesional. ¿Qué parte de usted se refleja, aunque sea de manera mínima, en la vulnerabilidad de Hugo?
Mentiría si dijera que no he proyectado parte de mis basuritas personales en el protagonista de esta historia, aunque afortunadamente sólo compartimos fantasmas. Hugo ha fracasado en su vida familiar, y eso dista mucho de mi persona. Soy muy feliz en tranquilidad con mi esposa e hijos. Pero sí que cada reto que me planteo lo acompañan unos demonios que no me dejan dormir y me cierran el estómago. Aunque siempre descubro que son solo eso, sombras. Como las de Hugo.

Su novela, El fin de ninguna parte, está llena de secretos y silencios. ¿Hay algún “silencio” de Cádiz que le inspirara directamente alguna escena?
La primera vez que Hugo recorre Cádiz es de madrugada porque no puede dormir. Los adoquines mojados de la humedad, la calma nocturna rota por pisadas lejanas y furtivas, el aliento húmedo de la brisa salada de poniente. Todos ingredientes de ese silencio que cientos de veces experimenté cuando salía de la facultad a horas intempestivas y no quedaba un alma por la calle. Cádiz tiene mucha vida, pero también sus horas bajas.

Muchos lectores han dicho que sienten nostalgia y misterio al leer sobre la costa gaditana. ¿Le provoca algún tipo de emoción concreta recorrer esos escenarios mientras escribe?
El aire bohemio de estas playas, acuciado por el inclemente levante, ha atraído durante décadas a jóvenes que buscaban una libertad idealizada lejos de los resorts turísticos del resto de España. Yo también sufrí de esas fiebres infernales que se curaron con la edad. Sólo queda el recuerdo, que no es poco. Escribir sobre el sur se ha convertido para mí en una catarsis imprescindible.

El antagonista, Lucio Parraverde, representa la corrupción y la ambición. ¿Hay alguna frustración personal o social que haya canalizado en este personaje?
Espero que no. Lucio es un personaje completamente ficticio. Es un Lex Luthor castizo. Lo he dotado de un buen equipamiento de maldades que va desenfundando a medida que transcurre la historia. Incluso así, no ha dado todo lo que debería en esta historia, precisamente porque lo tengo en la recámara para posibles secuelas.

Cádiz está llena de tradición y modernidad conviviendo de manera tensa. ¿Cómo influye esa dualidad en su forma de crear suspense?
El costumbrismo en el thriller no lo he inventado yo. La novela negra mediterránea es hija de grandes escritores como Vázquez Montalbán o Andrea Camilleri. Aunque reconozco que me gusta despistar al lector. ¿Tener el corazón encogido en una autopsia para a continuación degustar unas tortillitas de camarones? El papel todo lo aguanta.

La novela mezcla lo físico, como las playas o la gastronomía, con lo psicológico de los personajes. ¿Hay algún ritual personal que le ayude a conectar cuerpo y mente mientras escribe?
Necesito silencio absoluto y, lo que es más difícil, liberar el alma de inquietudes. Todas son interferencias para la creatividad. Este proceso me sigue fascinando. La escritura requiere una técnica que se adquiere con los años, pero para mí no deja de tener un halo de magia que en ocasiones se vuelve inexplicable. Por eso los escritores guardamos semanas los manuscritos para volver a sacarlos del cajón y corregirlos. Entonces surge la magia y te dices: ¿esta mierda la he escrito yo? Y vuelta a rehacerlo todo.

Los lectores han comentado que sienten “olor y sabor” al leer la novela. ¿Cómo logra transmitir esas sensaciones sin que parezca descripción turística?
Ha sido todo un desafío que ha supuesto reescribir la historia varias veces, algo que afortunadamente no me cuesta trabajo porque me gusta. Desde las preferencias vinateras de Hugo, pasando por las descripciones de Cádiz o el desparpajo de Candela. No es fácil hacer la lectura fluida sin forzar las situaciones. Te puedo confesar que en los primeros borradores fue un fracaso total.

Israel Díaz Reinado mezcla costumbrismo y thriller en «El fin de ninguna parte»
Israel Díaz Reinado, autor de la novela

Como escritor que se ha viralizado en redes sociales, ¿ha sentido alguna presión al saber que miles de lectores esperan tensión y giros inesperados?
Pues claro. Como todo creador, uno siempre desea estar a la altura de las expectativas. Son más de dos años escribiendo relatos en X y mi deseo es satisfacer al cliente. Pero recordemos que son mini historias en las que no hay margen para otra cosa que no sea plantear el suspense en pocos renglones. La novela la aderezo con otras artes, además del suspense. Principalmente porque es mi deseo, a sabiendas de que no puedo contentar a todo el mundo. Aun así, estoy seguro de que la novela satisfará tanto a los amantes del suspense como de la gastronomía andaluza.

Si tuviera que elegir un momento de la novela que lo dejara emocionalmente exhausto o satisfecho, ¿cuál sería y por qué?
Es imposible dar información en este sentido y no desvelar parte de la trama. Aun así, voy a mojarme, en todos los sentidos. Me apasiona el capítulo en el que los policías se sumergen bajo el agua para bucear por los fondos gaditanos. Ahí lo dejo.

Nos gustaría también conocer su faceta como lector. ¿Qué libro recomendaría a los lectores de este blog?
Sin lugar a duda, como la promoción de este libro la he convertido en mi cruzada personal para reivindicar la figura de Manuel Vázquez Montalbán y su Carvalho más gastronómico, recomendaré un clásico imprescindible con más de cuarenta años: Los mares del Sur.

Para cerrar la entrevista, ¿hay algún rincón de Cádiz, alguna historia o personaje de su vida cotidiana, que sueñe con transformar en una nueva novela?
Basta dar un paseo en bici una mañana de sábado por la campiña para descubrir nuevos paisajes y personajes. Todos piden una historia que contar. La provincia de Cádiz es un manantial infinito de ocurrencias. Habrá que escribirlas.


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