Revista Viajes
Israel - iv dia: de cuando me lamenté en tierra santa tras conocer la vergüenza de un muro
Por MaltutCantando villancicos. Así fue como empezó nuestro cuarto día de viaje, en el que tras pasar el control del lamentable Muro de la Vergüenza, que separa físicamente Belén del resto de Israel, entramos en la ciudad en la que según las cancionzuelas navideñas suenan campanas angelicales.
De Belén, y antes de entrar en lo que ví mientras allí estuve, cabe resaltar que a pesar de lo que se pueda pensar -por el tema del muro-, no es que sea una ciudad en la que reine la abundancia, pero tampoco se puede decir que el panorama sea desolador, ni uno llegue a sentir en ningún momento inseguridad ante un robo (aunque sí es triste que se te acerquen niños cada dos por tres pidiendo limosna).
Fotillos de Belén
El primer lugar visitado y tal y como he dicho, dentro de Belén, fue la iglesia de santa Catalina, lugar en el que san Jerónimo de Estridón tradujo a lo largo de 34 años la Biblia del hebreo y del griego al latín. Esta iglesia, que cuenta con una planta a nivel de calle muy bonita y que podéis ver en la foto que os he puesto unas líneas más abajo y una subterránea en la que hay varias capillas en distintas cuevecillas en plan grutas (si mal no recuerdo hay tres), fue donde celebramos los oficios antes de empezar a ver sitios chulérrimos.
"Primera planta" de la iglesia de santa Catalina Capillas en el subterráneo
Saliendo de la iglesia de santa Catalina y justamente al lado de ésta, se encuentra la basílica de la Natividad, gestionada por los ortodoxos, se encuentra fatalmente conservada, con los frescos de las paredes prácticamente desaparecidos y los muros ennegrecidos, está situada en el lugar en el que se cree que nació Jesucristo; de hecho, cuenta con una planta inferior donde hay que hacer un poquito de cola para poder llegar a una suerte de estrella que indica el supuesto lugar del exacto del nacimiento de Cristo.
Exterior de la basílica de la NatividadInterior de la basílica
Ornamento que marca el presunto lugar exacto del nacimiento
Tras dejar la iglesia, nos dimos una mini-vuelta por Belén para llegar a la gruta de la leche (podéis leer la leyenda chunga detrás del nombre de esta iglesia haciendo click aquí), para a continuación dirigirnos al Campo de los Pastores, situado dentro de Belén aunque ligeramente apartado de la ciudad. En este lugar se conmemora la aparición a los pastorcillos del ángel que les anunció el nacimiento del niño en Belén y para tal fin hay dos grutas, una para grandes grupos y otra para grupos más reducidos -en la pequeña no creo que quepan más de veinte personas, mientras que en la grande entran cien más o menos bien- en las que cada día se celebran misas para los peregrinos. Vistas las grutas, recorrimos el Campo, disfrutando de las magníficas vistas de la ciudad de Belén que desde allí se contemplan, viendo una iglesia pequeñita que tiene un ángel bastante grande encima de la entrada y que es muy simple por fuera, pero muy bonita por dentro y visitando unas excavaciones que llevan a... ¡sorpresa! más grutas subterráneas.
El Campo de los Pastores Vistas desde el Campo de los Pastores Tal vez no lo parezca, pero ésa es la entrada a una grutaInterior de una de las grutas subterráneas
Habiendo visitado todo lo visitable, tocaba comer, para lo que nos llevaron a un restaurante típicamente musulmán con forma de carpa situado a escasos metros del Campo, en el que lo primero que he de comentar es que un servidor ese día hizo ayuno, y no por motivos religiosos, ni porque el restaurante tuviera pinta de ser poco salubre, sino porque desde el desayuno poochie en nuestra primera jornada en Tel Aviv, iba a arrastrando una ileítis que alcanzó su cénit la mañana de ese día. En el restaurante nos pusieron de nuevo una cantidad ingente de ensaladas, pan de pita y acompañamientos varios para el pan como entrantes y como plato principal un surtido de carnes de procedencia varia. Nuestro buen camarero que tenía los dedos un pelín guarretes, tras traernos los primeros entrantes y ver que no teníamos ni idea de cómo había que comerse aquéllo, realizó una demostración magistral de cómo se tiene que comer lo servido al untar uno de los acompañamientos rarunos en un trozo de pan y haciendo que mi hermana, ante su propio horror, se lo comiera -sintiéndolo mucho no hay fotos del restaurante, ni del camarero haciendo el avioncito con la comida a la wombat esteparia-
El Muro de la Vergüenza
Con las pilas recargadas, tocaba dejar atrás Belén, para lo que teníamos que volver a pasar por el muro lamentable y su control fronterizo. Teniendo presente que para entrar no tardamos absolutamente nada, ya que no había ni retención, ni revisión de vehículos, ni control de pasaportes, pensamos que a la salida todo iba a ser igual de rápido; lo que no sabíamos es que cuando revisan y controlan es a la salida, así pues, nos vimos obligados a esperar cerca de hora y media para llegar al control, donde se subió una mujer con una metralleta para ver quienes éramos, mientras sus compañeros, también armados, se dedicaban a revisar los maleteros y bajos del vehículo. Tras darnos vía libre, volvimos a Jerusalén.
Nuestra siguiente parada fue la visita al muro de las lamentaciones, una visita que a priori no entraba en nuestro itinerario, pero que conseguimos que nos llevaran tras calentar bastante la cabeza in situ a los de la agencia de viajes. Del muro poco puedo contaros, ya que nuestro fraile tampoco nos ilustró mucho sobre el tema, salvo que es el punto más sagrado para los judíos, que realmente no se trata del muro exterior del templo de Salomón -que es lo que a mí me habían contado antes de ir a Israel-, sino que es el muro de contención de una montaña, que las mujeres y los hombres entran por sitios diferentes y no se ven ni se tocan los unos a las otras cuando están allí dentro, que para poder entrar te tienes que poner una kipá que ellos mismos te proporcionan gratuitamente, que está petado de judíos moviendo rítmicamente el torso adelante-atrás mientras algunos gritan oraciones y otros introducen plegarias en las rendijas de la piedra y que tiene una parte que no se suele ver en las postales y fotos en la parte izquierda del muro donde hay muchísimos libros en hebreo que presumimos son Torás y libros de oraciones -más información de este sitio en la wikipedia-.
Vista general del muro de las lamentacionesJudíos ortodoxos por la zona
Tras la visita al muro fuimos en busca y captura de nuestro conductor, que se había perdido con el bus para que nos llevara a la ciudad de Betania, nuestra última parada del día, donde pudimos visitar la iglesia que se ha construido en la que fue la casa de Lázaro, Marta y María un poco por los pelillos y deprisa y corriendo porque ya estaban cerrando cuando llegamos (por si alguien se lo está preguntando, sí, éste es el Lázaro que resucitó).
Exterior de la iglesia de Betania
publicado el 12 octubre a las 17:15
algún dia me gustaría conocer tierra santa hojala dios me lo permita
publicado el 19 marzo a las 15:57
Muy bueno material fotografico...pero la tumba donde Jesus estuve los 3 dias, donde se encontra.