Nuestra comunicación para el IV Congreso nacional pioneros de la arquitectura moderna española: la arquitectura como obra integral, organizado por la Fundación Alejandro de la Sota con la colaboración del ministerio de Fomento, fue recogida en las actas de dicho congreso.
Una obra silenciosa de Fray Coello:
Ampliación del colegio Sagrado Corazón en Segovia.
Autora: Carlota González Pérez
Resumen:
Adosada al sur del volumen existente de lo que es la parte antigua del colegio Sagrado Corazón de Segovia, se extiende, hacia la calle Martínez Campos, esta ampliación, obra del arquitecto Francisco Coello de Portugal, sobre la que no se ha encontrado referencia alguna, pareciendo que haya permanecido en silencio.
Una obra silenciosa por encontrarse inserta en un solar intersticial de lo que aún es recinto amurallado de la ciudad de Segovia. Ahogadamente silenciada por dos elementos de inmensa singularidad como son la catedral tardo gótica y la propia muralla, con la que mantiene un eterno diálogo.
Una obra silenciosa en su esencia, compuesta por bancales longitudinales sobrepuestos en ladera, como un plano quebrado, orientado a mediodía, garantizando la ausencia de sombras arrojadas sobre las terrazas que genera. Un plano que hoy se hace presente por las aristas de sus quiebros; que, por casualidad, son ocupados; pero que en origen, en esencia, aun esas aristas estuvieron cubiertas por líneas de vegetación espesa que se extendían a lo largo de todo quiebro, desmaterializando la obra y convirtiéndola en mero reflejo del paisaje natural al que se enfrenta, y que se extiende más allá de la muralla.
Pero esas largas jardineras de hormigón, que servían de peto y también de asiento, que pretendían que la actuación se erigiera reverente con las construcciones de gran valor artístico y patrimonial que la circunda, fueron guardadas, silenciosamente, en una carpeta del archivo de turno, y sustituidas por enrejados.
Una silenciosa obra, en estado de abandono, sin uso, en la que los gritos derivados de su función han sido mutilados tras el cierre definitivo de sus puertas. Y como herencia, una ruina hermosa, por su contradicción, y fría, por su desnudez; una ruina que deja “tirado” en medio de la ciudad romántica un puñado de aristas de hormigón.
Pero, aun abandonado, ese aulario, abierto a las terrazas, participando del exterior que penetra como aliado pedagógico en el interior de esas aulas; aulas enmarcadas por sus cuatro paredes educativas; la del encerado integrado en la obra; la expositiva, resuelta en este caso con moqueta; la de acceso, enfrentada a los gruesos muros del edificio existente, con su carpintería metálica y, en la que destaca, el armario, también metálico; y esa pared inmaterial a mediodía; muestra, solo a aquellos que quieren verlo, la esencia de la arquitectura escolar de su autor.
Pero hoy, solo aulas vacías, cuyas cuatro paredes evocan, no solo su función, sino, la esencia de la arquitectura escolar del arquitecto que también fue fraile.
La intención de incluir esta tardía obra, de 1980, en las actas de este congreso va más allá del simple hecho de tratarse de una obra reconocible de Fray Coello. La pretensión es buscarle cobijo, al menos, cobijo académico, a esta referencia de arquitectura moderna enclavada en un área, en una ciudad, incluso en una región, hostil a ella, con un incierto devenir, abandonada y sin rumbo claro para una futura utilización.
Palabras Clave: Fray Coello de Portugal, Colegio Sagrado Corazón, Segovia, arquitectura escolar.
Preámbulo
Esta obra de 1981, pobre y austera, que Francisco Coello de Portugal (1) proyecta para las Jesuitinas en Segovia; la ciudad que vio nacer a su orden, la de los dominicos; parece, carente de significado, pasar desapercibida entre piedras mucho más antiguas. (Fig. 1)
(Fig. 1) Exterior del colegio Sagrado Corazón en Segovia visto desde el adarve de la muralla. Foto de la autora, 2016.
Sin embargo, se trata, para aquellos que sepan leerlo, de un hipertexto que conecta esta obra de forma casi inmediata con otras del mismo autor, creciendo, de esta manera, el significado de este insignificante, y esto a pesar de la distancia que puede haber entre esta pequeña ampliación y otras obras de Coello, distancia geográfica, de emplazamiento, climatológica, de escala, de condicionantes, y de contexto.
Y es que al asomarse a las terrazas de este colegio no se puede más que rememorar esas escuelas al aire libre de las que Coello salpicó el territorio nacional empleando una tipología singular de edificación aterrazada.(2)
Es cierto que, esta que nos ocupa, no se trata de una actuación magistral, por varios motivos, entre los que destacan su pequeña envergadura, su contexto de fuertes valores históricos y patrimoniales, ciertas condiciones historicistas, y el abandono de los detalles esenciales. Sin embargo, el resultado es suficiente para conseguir emanar la esencia de la arquitectura de Coello.
Contradicciones, condicionantes y condiciones
En el apogeo de huida desde los cascos históricos hacia bordes más accesibles, mejor equipados, más modernos, ¿más cómodos?, surge esta propuesta de ampliación de un colegio sobre el solar preexistente, en pleno cogollo, intramuros, sin posibilidad de crecer de ninguna manera (ni a lo largo, ni a lo ancho, ni a lo alto), sobre esa trama medieval; aun cuando se disponía de un terreno en las afueras de la ciudad para el propósito de un nuevo colegio. Y esto se hace conscientemente, conociendo la singularidad de la elección, esquivando, de alguna manera, esa tal huida, tal vez negándola, tal y como reconoce Coello en la memoria del proyecto: (3)
“Aunque por sus dimensiones y situación en la zona monumental puede no parecer el terreno el adecuado para emplazamiento de un centro escolar, pesan sobre él otras razones que han prevalecido al momento de decidir (a pesar de contarse con un proyecto terminado en una finca fuera de la ciudad), como son el tratarse de un centro con un siglo de historia; el deseo de que las instituciones tradicionales de la Ciudad no abandonen sus actuales establecimientos; la oposición del Ministerio de Educación, así como de padres y profesores, a que se abandonen los centros docentes del interior de la ciudad; (…), todo lo cual hizo que se estudiara la posibilidad de mantener el Centro en su actual emplazamiento, siempre que resultara perfectamente funcional y con las condiciones pedagógicas que hoy se requieren y sin perjuicio para la zona monumental.” (Coello, 1981)
Como resultado, por un lado, el centro docente con más condicionantes, y más diversos, a los que se haya enfrentado Coello. Y, por otro, una obra varada en una ciudad desalojada y embalsamada, que siguió su rumbo, una obra funcionalmente en estado crítico desde su origen que, tres décadas después de la reforma y ampliación de Coello, quedó abandonada.
Con un origen rodeado de condicionantes y de condiciones. Sobre un solar longitudinal de gran estrechez, casi residual, y pronunciada pendiente. Adosado a edificios preexistentes de cierto valor “histórico-artísticos” (4). Enfrentado, de un lado, a la catedral y al resto de la ciudad Patrimonio de la Humanidad, y, de otro, en ese borde, enfrentado a la muralla y a mediodía; se extiende, hacia el horizonte, la ampliación del colegio Sagrado Corazón en Segovia.
Hacia un horizonte que queda guardado por la protección que recae sobre el paisaje natural al que se enfrenta, el Pinarillo, y, más lejos, la Mujer Muerta, en la sierra de Guadarrama. (Fig. 2) Sobre suelo hostil, ese de murallas para dentro, de presencia historicista, superada solo en contadas ocasiones. Sobre un solar de fuerte pendiente que cae desde la catedral, en el punto más alto de la ciudad, hacia el borde amurallado. Sobre una trama urbana medieval, entre mampuestos, sillares, esgrafiados, escudos de armas e, incluso, a veces, entramados de madera y ladrillo, donde no parece caber hormigón o acero, abstracción o ausencia de ornato; se extiende este edificio austero, riguroso, ordenado y ortogonal, y a la vez reverente con su entorno de gran valor patrimonial. (Fig. 5)
(Fig. 2) Vistas hacia el Pinarillo y la Mujer Muerta desde la terraza superior del colegio. Foto de la autora, 2017.
Sobre su emplazamiento (Fig. 3) solo puede intuirse ese volumen discreto, que se implanta sin hacer ruido, sin llamar la atención, a pesar de la gran contradicción que emana su presencia. Ese es, entre las cubiertas, arbotantes, ábside y claustro de la dama rubia de las catedrales, que queda al noreste, y la frágil línea de la muralla, libre de otras construcciones adyacentes, hacia el suroeste, con sus cubos, su adarve y una de las dos únicas puertas que quedan en pie, de las cuatro que hubiera. Esas son las terrazas, envolvente y fachada, vacías, hoy abandonadas.Y no solo es su contexto el condicionante, que por sí solo obliga a una fuerte contextualización, también está el solar, de fuerte pendiente, estrangulado, contextual y literalmente, y también están las condiciones, aquellas dictadas por doctos contra posibles necedades. Así, sobre este emplazamiento no caben más que instrucciones para “armonizar” las nuevas construcciones con su entorno, que baila entre lo estrictamente patrimonial y de gran valor y aquello que resulta de historicismos. En este sentido, en el caso que nos ocupa, hubo de someter las propuestas para la ampliación a evaluación de la Comisión Provincial de Protección del Patrimonio Artístico en varias ocasiones, y así lo reitera Coello a lo largo de la memoria del proyecto.
(Fig. 3) Emplazamiento. Vista aérea de mayor actualidad obtenida del portal de signa.
La vieja escuelaEl grupo de cubiertas planas que quedan hacia el centro de la imagen del emplazamiento (Fig. 3), y que se diferencian del caserío circundante, coincide con las terrazas que contienen el desarrollo del programa de aulario, que quedan adosadas a esas edificaciones preexistentes, consideradas de interés “histórico artístico” y sobre las que recaían ciertos criterios de conservación según indicaba la Dirección General del Patrimonio Artístico. De este modo, Coello, después de su dilatada experiencia desarrollando su arquitectura escolar sobre solares más holgados y menos comprometidos, debe asumir unas reglas del juego a las que no está tan acostumbrado. (5)
El conjunto preexistente se compone de un grupo de tres edificaciones de distintas épocas que quedan adosadas unas a otras y enfrentadas a la fachada meridional de la catedral (Fig. 3). El volumen primigenio, de los primeros años del siglo XX, que queda en una posición central, se desarrolla en dos niveles sobre la rasante de la calle de acceso, que se efectúa desde la plaza San Geroteo, y uno bajo ella, aunque, dada la pendiente de la parcela, se comunica directamente con el exterior a través de la fachada trasera, asomándose a la calle Martínez Campos, por la cual corre la muralla. En esta edificación se disponía el acceso principal al conjunto, así como otros usos docentes. Este volumen se reforma y pasa a albergar, además del acceso principal, las salas destinadas a usos administrativos.
Resultante de una ampliación llevada a cabo la segunda década del siglo XX, aparece una segunda edificación, también de interés histórico artístico, destinada a internado de alumnas, la cual se adosa a poniente de la edificación primigenia, y que coincide con el único volumen quebrado con respecto a la ortogonalidad del conjunto. Esta edificación, en origen, tendría tres alturas sobre la rasante y dos bajo ella, aunque, de nuevo, con ventilación, iluminación y comunicación directa hacia la trasera. Este volumen se demuele y reconstruye en su totalidad, restándole una planta para igualar la altura de cornisa a la de la edificación primigenia, cumpliendo con los requerimientos de la Comisión de Patrimonio.
Por último, una edificación más moderna, ya sin interés “histórico artístico”, fruto de una ampliación de los años 60, se adosa a levante de la edificación primigenia; conformando el conjunto una pastilla longitudinal hacia el extremo septentrional de la parcela. Esta última edificación se desarrolla en tres niveles sobre rasante y dos bajo ella. En este caso, los dos niveles superiores coinciden con la capilla, los dos niveles bajo la rasante, con ventilación, iluminación y comunicación directa con la trasera, a salón de actos y su vaciado, y el nivel intermedio, que coincidiría con el de acceso, se destinaba a aulas. Tras la actuación de Coello, esta edificación se conserva prácticamente intacta con la salvedad de que el nivel de aulas se reestructura equiparándose sus características a las del resto del aulario resultante de la ampliación proyectada.
(Fig. 4) Alzado trasero (meridional) del conjunto y principal de la ampliación de Coello. En la parte más elevada las edificaciones preexistentes, y, a modo de zócalo, la ampliación de Coello. Cerrando la parcela, de un lado, los muros a conservar, que finalmente se demuelen, y, de otro, el enrejado que deja entrever la actuación de Coello.
Del mismo modo, dentro de las edificaciones a conservar, aparece la serie de muros que cierran parte de la parcela y uno que la recorre perpendicularmente, convirtiéndose el muro preexistente en falsa fachada que cierra las terrazas y que se desmaterializa en el punto en el que es sustituido ya por un elemento efímero como es un enrejado que mantiene la altura de los muros, y tras el cual se reconoce la actuación de Coello que parece escondida (6).
Este conjunto queda inserto en un entorno de enorme compromiso, formando parte de un caserío romántico que pone en escena a la Dama Rubia, y que parece varado en un tiempo de estructuras medievales, y así mismo lo refiere Coello en la memoria de su proyecto: “El terreno descrito es de enorme compromiso por su situación y por las construcciones que lo rodean, para toda acción sobre él, lo que ha dado lugar no solo a una atención especial al momento de proyectar, sino a unas laboriosas gestiones con los organismos pertinentes, en especial con la Dirección General del Patrimonio Artístico, (…)” (Coello, 1981). (Fig. 5) De este modo, en este caso, el resultado de la actuación de Coello sobre las edificaciones preexistentes, que se reforman, incluyendo la composición de las fachadas y la reconstrucción de uno de los volúmenes, parece contradecir su trayectoria, moderna y brutalista, con la adopción de ese lenguaje historicista que reproduce esas composiciones decimonónicas.
(Fig. 5) Vista del colegio tomada desde el Pinarillo. Foto de archivo de la autora. En la imagen del alzado de la ciudad se distingue, en primera línea de antepecho de la catedral, ese grupo de edificaciones que, a pesar de formar una única pastilla longitudinal, da la imagen de tres edificaciones diferentes, de menor escala, adaptadas a la imagen de su entorno, y evitando la aparición de impactos visuales.
En la línea de “la atención especial a la hora de proyectar”, lo que propone Coello para su ampliación es la inserción de una nueva pastilla que aparecerá como un zócalo continuo de las edificaciones preexistentes, que deja vistas todas sus plantas desarrolladas sobre la rasante de la calle, localizando la cubierta del nuevo volumen en un nivel coincidente con el de acceso, de modo que esta cubierta se convierte en terraza de las dependencias que se encuentran en ese nivel. El resto del programa contenido en la nueva edificación, que coincide con el programa estrictamente docente y deportivo, se desarrolla de forma descendente desde esa terraza. (Fig. 7 y 8)
Esa pastilla será la que contendrá el programa de aulario, generado por la repetición de la unidad básica que es el aula, y en la que Coello encontrará más libertad para expresar su arquitectura, para construir su escuela moderna.
Una escuela moderna para niñas
Una escuela para niñas, más allá de hacer hincapié a la condición religiosa del centro, tratándose en este caso de un colegio femenino regentado por monjas, hace referencia al postulado de Coello de que “la Arquitectura es un espacio para la actividad del hombre” (Coello, 2005). (7) En esta ocasión, el usuario no es ni masculino ni adulto, de ahí el título más explícito de escuela para niñas.
Una escuela moderna por resultar de la adopción de un tipo estándar de escuela que él mismo había tenido la oportunidad de repetir en varias ocasiones durante sus trabajos en Canarias donde, dadas las condiciones orográficas y climatológicas de la región, utilizó, en varios ejemplos, un tipo de edificio docente que podría reconocerse como aterrazado o en bancales, (8) tipología que podría parecer inspirada, si no fuera imposible, en el agropaisaje de las islas, considerado de interés paisajístico. (9)
En el caso de la arquitectura de los colegios, cada bancal funciona de contenedor, convirtiéndose la cubierta del inferior en terraza del superior, terrazas que funcionan como prolongación del aula hacia el exterior, retomando las ideas de las escuelas al aire libre que habían surgido antes de las guerras, y que quedaros paralizadas hasta los años posteriores al desarrollismo cuando surgió, de nuevo, la oportunidad de experimentar con estas nuevas tipologías. (10).
Resulta curioso analizar como Coello se enfrenta a la producción de sus centros docentes a través de la repetición y adaptación de un puñado de tipologías que repite “(…) si una solución es buena, sirve y funciona, Coello la utiliza, una vez o cien”. (Fernández-Cobián, 2011) (11) y en los que parece tenerse consideración, premeditada o intuitivamente, al decálogo propuesto por el GATEPAC para el diseño de prototipos para la producción en serie de escuelas modernas. (12)
Y es probable que sea este tipo de colegio aterrazado, de entre los que manejó Coello, el que permita en mayor medida el contacto con el exterior. Lógicamente, en estos casos el relieve y la orientación del solar deben ser favorables a esta tipología, sobretodo en latitudes mayores a la de Canarias donde la orientación no es un factor imprescindible, y son precisamente esas premisas las que Coello encuentra en Segovia, perfectas para adoptar esta tipología, ya que, como se ha indicado más arriba, cuenta con un pronunciado desnivel que desciende hacia mediodía, con lo que se conseguiría la mejor orientación para los bancales, que, en el caso que nos ocupa; dada la pequeña envergadura de la actuación y lo constreñido del solar; quedan reducidos a dos; uno de los cuales queda, en parte, bajo rasante; y que se adosan a las edificaciones preexistentes.
De este modo, con esta configuración que incluye estos dos bancales y la adecuación de la edificación existente, Coello debe organizar un programa muy similar al de otros colegios que ya ha probado, lo que le permite, dentro de la consideración de la arquitectura como máquina para habitar (citando a su admirado Le Corbusier) la repetición de aquello que ha funcionado tantas veces anteriormente, comulgando esto también con la propuesta del GATEPAC de utilizar tipologías cerradas.
Resulta curioso cómo, de entre las obras de este arquitecto recogidas en el catálogo DOCOMOMO, no hay ninguna de esta tipología.
Estructura de la escuela aterrazada
En este sentido, en esta tipología de colegio, Coello parece repetir siempre la misma estructura. Por un lado, en la parte más elevada del conjunto, un bloque en pastilla de desarrollo ascendente a partir del cual se genera el aterrazamiento con desarrollo descendente, coincidiendo la planta entre ambas configuraciones con el nivel de acceso, funcionando esta de intersección entre ambos elementos.
Esta configuración de desarrollo ascendente y descendente permite a Coello una estructuración del programa de forma que las distintas funciones queden claramente diferenciadas con un estricto control de recorridos. En general, teniendo en cuenta que el mayor volumen de encargos de colegios los recibe de órdenes religiosas, además de la capilla, debe quedar incorporada al colegio la residencia del profesorado, en este sentido, ese bloque vertical, que se levanta en la cima del edificio, cubrirá, en la mayoría de los casos, esta función, aprovechando la parte de edificación que se desarrolla de forma descendente, que es la que genera las terrazas, como aulario, que, en la mayoría de los casos queda orientado a mediodía.
De este modo Coello consigue realizar algo que siempre tiene en cuenta: “Tener las aulas bien orientadas a mediodía, facilidad para pasar de una a otra para que los profesores no tengan que hacer grandes recorridos, y, por último, que estos recorridos estén bien definidos. Además también consideraba muy importante que las residencias del profesorado y los internados estuvieran siempre separados de las clases” (Coello, 2006) (13)
Esto se ve repetido en el caso que nos ocupa, donde, Coello, aprovecha el grupo de edificaciones existentes, que además forma un conjunto longitudinal, como su pastilla de desarrollo ascendente, con la salvedad de que, en este caso, dada la pequeña escala del conjunto, esta pastilla cubrirá diversas funciones, aunque todas ellas perfectamente diferenciadas, mostrando, de nuevo, un perfecto control de los recorridos. Siendo la nueva edificación la que se organice generando esas terrazas y la que contendrá el aulario en el que todas las aulas quedarán orientadas a mediodía y, en la medida de lo posible, comunicadas con el exterior, lo que no se consigue en su totalidad ya que, dada la estrechez de la parcela, el bancal superior contiene dos niveles de aulas, siendo solo el inferior el que estaría en contacto directo con la terraza sobre la que se apoya.
(Fig. 6) Planta del nivel de acceso. A la derecha, el grupo de aulas que se inserta en la edificación existente, en el centro, la edificación primigenia destinada a servicios administrativos, y, a la izquierda, el espacio cubierto al aire libre que se abre hacia la terraza, cerrado con una falsa fachada hacia la vía pública.
Lo más relevante de esta actuación es el emplazamiento de la nueva edificación con la que se colmata la ocupación de la parcela, a pesar de lo cual se mantiene la misma superficie para actividades al aire libre. La cubierta del bancal superior se convierte en pieza clave con la que se consigue relacionar funcional y compositivamente todas las edificaciones. Se trata de una superficie continua que se introduce en las edificaciones preexistentes relacionando todo el conjunto. (Fig. 6)En su conexión con la edificación más moderna; (fig. 7) con la iglesia arriba y el salón de actos abajo, en el nivel de acceso se mantiene el uso de aulario, siendo el único punto de la edificación antigua en la que se desarrolle esta función; esta superficie de la terraza se convierte en la continuación de la planta de aulas con el exterior. Pudiéndose entender esa pequeña pastilla de aulas como un bancal más que se inserta en el edificio preexistente funcionando de trabazón.
(Fig. 7) Sección del conjunto por la edificación preexistente más moderna. Se distinguen los dos bancales de la nueva edificación, uno de ellos bajo rasante. Nótese como la cubierta del bancal superior se convierte en terraza para las aulas que se disponen en la edificación preexistente. Obsérvese también como el bancal superior, que contiene aulas, queda apeado sobre un gran pórtico, que conforma el bancal inferior y con el que se consigue dejar libre la planta destinada a actividades deportivas.
La relación con la edificación primigenia, que se destina a servicios administrativos, es similar a la anterior, aunque de menor interés desde el punto de vista funcional, ya que lo que entra en contacto con esta terraza son despachos.
Sí resulta de interés la relación de esta superficie con el volumen de residencia, que será el que quede reconstruido en su totalidad. Aunque en la sección de referencia (Fig. 8) aparecen tres niveles sobre rasante; esto es debido a que la vía de acceso tiene cierta pendiente que desciende hacia poniente, hacia donde se desarrolla este edificio, de forma que en el punto de corte ya uno de los niveles considerados bajo rasante ha rebasado la vía; en teoría solo las dos plantas superiores se consideran sobre rasante. Es en esas dos plantas superiores en las que se desarrolla íntegramente el programa de residencia, que en el nivel de relación con la superficie de terraza se sustenta sobre pilotis para habilitar una zona cubierta al aire libre que, si bien se abre hacia las terrazas, queda cerrada con una falsa fachada hacia la calle. Esto, por un lado, en cumplimiento de los requerimientos de la Comisión de Patrimonio, aunque, por otro, esta zona queda más arropada de los vientos dominantes, algo que resulta afortunado en un clima tan duro como es el de Segovia.
Desde esa terraza superior, de forma descendente, se desarrolla la nueva edificación organizada en dos bancales y asumiendo los distintos niveles de las edificaciones preexistentes que se desarrollan bajo rasante. Como se ha comentado, dada la estrechez de la parcela, Coello no consigue incorporar un único bancal por planta, lo que permitiría relacionar cada aula con el exterior de la misma manera, en este caso el bancal superior, destinado a aulas, incluye dos alturas, y es en la inferior en la que las aulas se abren directamente a una nueva terraza que coincide con la cubierta del bancal inferior en el que se incluye las instalaciones deportivas.
(Fig. 8) Sección por la residencia. Véase el corte de la nueva edificación y las terrazas generadas por los bancales, así como la continuación de la terraza superior por debajo de las plantas destinadas a residencia, donde se genera una zona exterior cubierta.
El aula como generatrizAl igual que esta tipología se repite como máquina funcional y que funciona, cada colegio también se genera a través de la repetición de su unidad básica por antonomasia, una repetición que es tal en tanto en cuanto que esta unidad es idéntica a la probada en otros centros en los que ha funcionado y en cuanto que se repite en su emplazamiento para generar la nueva edificación.
Y así ocurre en Segovia, Coello genera la totalidad del aulario apoyándose en las características volumétricas de ese aula que ya ha probado y que ahora repite hasta conformar las veinte que necesita, un aula cuyas dimensiones, orientación, equipación y relación con el exterior comulgan con el decálogo que el GATEPAC hubo propuesto tantas décadas atrás, en pos a una escuela adaptada a los modernos principios pedagógicos que siguen siendo igual de modernos hoy.
(Fig. 10) Planta del nivel más bajo del aulario que coincide con el -2 desde el nivel de acceso.
De este modo hay una serie de componentes que definen este aula que se repite, y son desde lo más abstracto hasta lo más concreto, por un lado está la disposición del encerado, que parece marcar la orientación del mobiliario de la clase, siempre a poniente, bien orientado para los diestros, y que se incluye en el paramento vertical como parte de la construcción, como en otros colegios. Y la otra pared porosa con la que se cubre uno de los paramentos del aula en su totalidad, garantizando una buena acústica, sin que, tal vez nadie lo sepa, y que se emplea de expositor al que se pinchan los trabajos de los alumnos.Y esa otra pared, en la que se resuelve la zona de almacenamiento, en este caso resuelto con un armario metálico que se monta en obra, y similar a la carpintería de paso, salvo en los preescolares donde, al disponerse de un aseo para cada aula, aparece un vestíbulo previo a él que se emplea de ropero. (Fig. 6)
También está la orientación, buscando el sur para cada una de las aulas, y la relación del aula con el exterior. Y las condiciones que esto aporta a esa cuarta pared, acristalada, que debe abrirse de lado a lado. Y debido a esto, esa necesidad de tamizar la radiación solar, sobre todo a ciertas horas; en este sentido, Coello, parece no encontrar la mejor fórmula, así que sigue probando y en este caso plantea el cierre con persianas convencionales. (14)
Y es esa relación con el exterior el componente más esencial de esta tipología, la forma en la que el aula se abre y continúa hacia el exterior, o el exterior se introduce en ella. En este caso, como se comenta más arriba, no existe la posibilidad de dotar a todos los niveles de aulas de terraza, aun así, el conjunto, consigue expresar esa componente.
La repetición de esta aula, casi cuadrada, de unos nueve metros de lado, que se dispone en batería, condiciona desde el volumen resultante hasta la estructura portante. El módulo de cada aula se refleja en el alzado de la edificación del aulario a través de la rotura del acristalamiento y la jardinera, ambos elementos continuos de marcado carácter longitudinal a los que sobresale la estructura que enmarca a cada aula. (Fig. 9)
Debido a las luces mínimas de nueve metros, Coello soluciona, toda la ampliación, con forjado reticular recuperable con soportes que se insertan en las paredes laterales de las aulas y que se disponen siguiendo una retícula ortogonal y que, finalmente, quedan apeados sobre unos grandes pórticos en el nivel más bajo, dejando libre la planta para el desarrollo del programa deportivo. (Fig. 7 y 8)
La esencia y la ausencia en esta obra de Coello
A lo largo del artículo se ha hecho referencia a esos aspectos que resultan desvinculables a la arquitectura de Coello, como es la orientación, la consideración del clima, la tipología concreta empleada, las características de las aulas, la relación del usuario con el entorno, la composición rotunda de los volúmenes, esos aspectos que resultan esenciales a su obra, esos componentes sin los cuales la obra de Coello queda inacabada, incomprendida.
Si bien, en este caso, dada la envergadura de la actuación y lo comprometido de su entorno, parece que Coello pierde la oportunidad de incorporar a su arquitectura esos elementos de carácter artesanal con los que enriquece las posibilidades de una construcción empobrecida, a través de esas cáscaras para cubiertas, esas fachadas dinámicas resueltas con un bloque que, aunque repetido, gira una y otra vez, o aquellas otras que se conciben como una escultura, todo eso que consigue quitarle a la arquitectura su condición de máquina y aproximarla a lo natural, a aquello que mejora el metabolismo de la propia arquitectura. No hay que perder de vista uno de los componentes fundamentales que Coello maneja para idear esta obra, sin el cual no podría entenderse este proyecto, sin el cual, tal vez, no se hubiera construido, sin el cual no estaría adaptado al metabolismo humano, y que, sin embargo no se ejecutó, despojando a esta obra de su alma, dejándola fría y desnuda, incomprendida, casi invisible, sobre su entorno, y se trata de esas líneas de vegetación espesa que debió haber colonizado la fachada meridional de este volumen edificado, al punto de haber hecho desaparecer la propia arquitectura logrando la plena integración de la obra con su entorno. (15)
(Fig. 11) Sección por la terraza interior que muestra el alzado completo de la nueva edificación con los elementos de jardinería que lo cubren.
Estas líneas de vegetación exuberante, utilizando el calificativo que emplea Coello para referirse a ellas en la memoria del proyecto, estaban propuestas en todos los frentes de forjado con un tipo de vegetación descendente. Del mismo modo se disponía una línea vegetal en el perímetro de la parcela, en ese caso de desarrollo ascendente.Con esto, el resultado debía ser, prácticamente, un jardín vertical, (La vegetación es otro componente que Coello repite en su arquitectura) que descendiera por el paramento oscuro de las carpinterías de las aulas, que, incluso, pudiera tamizar la entrada de luz a estas, y que terminara por esconder las edificaciones resultantes de la ampliación, adelantándose, tal vez, y ya no solo por esto sino por su interés por la mejor orientación y el trabajo para controlar el soleamiento, a consideraciones bioclimáticas.
(Fig. 12) Detalles del jardín ausente.
Citas1. Coello tiene una prolífera carrera profesional a lo largo de la cual, dada su condición de fraile, se repiten los trabajos destinados a monasterios, iglesias y colegios, contabilizándose alrededor de 300 obras de tales envergaduras. En este sentido, el mayor recopilatorio de su obra puede consultarse en la publicación de FERNÁNDEZ-COBIÁN, Esteban (coord.). Fray Coello de Portugal. Dominico y Arquitecto. Fundación Antonio Camuñas, Madrid, 2001.
2. Coello, a la hora de materializar el programa de los colegios que proyecta, emplea un puñado de tipologías que repite según convenga en el emplazamiento. Una clasificación exhaustiva de las tipologías que emplea el arquitecto para el programa de colegio ha sido desarrollada por RUIZ ÍÑIGO, Miriam. El racionalismo intuitivo en la obra del arquitecto dominico Fray Coello de Portugal (tesis doctoral). Universidad de Valladolid, 2016
3. El proyecto de reforma y ampliación del Colegio Sagrado Corazón en Segovia, del arquitecto Francisco Coello de Portugal, puede consultarse en el archivo municipal de la ciudad bajo la signatura A-417-1
4. Así es como Coello se refiere a estas edificaciones a lo largo de la memoria del proyecto de reforma y ampliación del Colegio Sagrado Corazón en Segovia.
5. Anteriormente había desarrollado el convento de Jesús y María en Toledo del cual refiere: “Mi sobrino, (…), me ponía verde por no aprovechar para hacer en Toledo un edificio modernísimo. Pero en aquel momento me fui con mis compañeros de promoción a Austria (…), y resulta que allí seguían haciendo las edificaciones igual que hace cuatro siglos”. COELLO DE PORTUGAL, Francisco. Fray Coello de Portugal. La arquitectura, un espacio para el hombre. Lecciones/documentos de arquitectura. T6 ediciones, Universidad de Navarra, Pamplona, 2005. p.7
6. Finalmente, quedó acordado con la Comisión de Patrimonio que no era necesaria la conservación de estos muros. De esta manera, la fachada resultante deja vistas todas las terrazas de la ampliación de Coello.
7. COELLO DE PORTUGAL, Francisco. Fray Coello de Portugal. La arquitectura, un espacio para el hombre. Lecciones/documentos de arquitectura. T6 ediciones, Universidad de Navarra, Pamplona, 2005. p.7
8. Entre los años 70 y 80, Coello utilizó esta tipología en los colegios Canarios de La Pureza de María de los Realejos, las Dominicas de Vistabella, el Hispano Británico y el colegio Adonai, todos ellos en Tenerife.
9. Antes de los colegios aterrazados en Tenerife proyecta el colegio el de la Sagrada Familia en Cuenca, en el cual ya puede leerse, de forma evidente, esta tipología, de forma que no es en Canarias donde se encuentra el prototipo, perdiendo fuerza la hipótesis de su inspiración en ese agropaisaje.
10. En este sentido, uno de los ejemplos más relevantes es la escuela Emerson de Richard Neutra, de 1938, en la que las aulas de planta baja se abren haciendo que la actividad docente pueda desplazarse hacia el exterior. Aunque hay que tener en consideración que esta escuela se encuentra en Los Ángeles, a latitud favorable para colonizar el exterior, al igual que ocurre en Canarias.
11. FERNÁNDEZ-COBIÁN, Esteban. Fray Coello de Portugal y el debate sobre la pobreza en la arquitectura religiosa durante la segunda mitad del siglo XX. Arquitetura revista, V.7, n.2, p. 112-125. Universidade do Vale do Rio dos Sinos São Leopoldo, Brasil, 2011. p. 119
12. Pueden consultarse los postulados del GATEPAC al respecto en el número 9 de la revista AC de 1933.
13. COELLO DE PORTUGAL, Francisco. Fray Coello de Portugal. La arquitectura, un espacio para el hombre. Lecciones/documentos de arquitectura. T6 ediciones, Universidad de Navarra, Pamplona, 2005. p.35
14. En otros colegios pueden encontrarse toldos, cortinas, venecianas, pero Coello, que repite aquello que le funciona, parece no dar con la solución más acertada.
15. Téngase en cuenta que Coello incorpora la vegetación a su actuación para esconderla, así lo refleja en sus alzados y así lo presenta a la Comisión de Patrimonio que accede a su aprobación. Puede suponerse que sin ese elemento, tal vez, no se hubiera conseguido tal aprobación.