Revista Cocina
El fin de semana pasado estuvimos de excursión en un pueblo de Burgos precioso llamado Covarrubias. Una zona dedicada al cuidado de cerezos y manzanos. Sin embargo, lo que nos llevó hasta allí fue el enoturismo. Más concretamente para visitar la IV Feria de Vinos con Historia.
No es que seamos unos expert@s en temas de vinos, pero poco a poco vamos aprendiendo más sobre ellos e intentamos acudir a ciertos eventos que nos ayuden a comprender, aún más, a esta bebida milenaria. Bajo este objetivo nos desplazamos hasta este municipio burgalés, para conocer un poco más la DO de Arlanza.
Hay que tener en cuenta que en Burgos existen dos firmas indispensables en temas vinícolas. Por un lado, un ya consolidado Ribero del Duero y por otro, un incipiente Arlanza, que a pesar de ser una nueva denominación, los terrenos en los que se cultivan cuenta con una larga tradición en el cuidado de la vid.
Covarrubias, a su vez, cuenta con una historia realmente triste, ya que en este pueblo reposa los restos de una princesa nórdica llamada Cristina, quien se convirtió en Infanta tras casarse con Felipe de Castilla, hermano del Rey Alfonso X el Sabio. La leyenda cuenta que la princesa se volvió enfermiza y murió de melancolía al llegar a España y dejar atrás a su país natal. Así pues, su marido, que había sido antes abad de la Colegiata de Covarrubias, decidió enterrarla en este hermoso municipio.
Dejando de lado este relato, que era digno de narrar. Lo cierto es que la feria transcurrió bajo un sol espléndido, que fue enormemente agradecido por parte de todos los asistentes. A ella acudieron, en total, trece bodegas, que dieron a probar todos sus caldos. Además, se procedió a la elaboración de diversas catas en las que se produjo un éxito de participación, ya que este año acudieron a la feria muchos más visitantes que en ediciones anteriores.
Lo más destacable de toda esta jornada fue la calificación que recibió la añada 2014 de los vinos de la DO Arlanza, valorada finalmente como "muy buena". Un hecho que, sin duda, representa el esfuerzo de los bodegueros y el convencimiento del mercado de que los vinos de Arlanza son dignos de catar.
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Texto e Imágenes: PROPIAS