”Compañeros en pie. Listos a defendernos,
seamos un solo corazón, un solo brazo. Cerremos filas y adelante”. Maria Cano
En la última jornada de Cine e Historia 2018, además de haber escuchado a la cineasta y gestora cultural Camila Loboguerrero pudimos observar su película insignia Maria Cano, obra biográfica sobre una de las mujeres más representativas del país, no sólo como líder sino como defensora de los derechos de los trabajadores, mujeres y desposeídos, además de su incursión en la literatura, un gusto que no sólo estaba en hacerlos sino en impartirlo a los demás como acto cultural y de resistencia, que también fue su forma de hacer política. Todas estas virtudes inspiraron a Loboguerrero para llevar su vida y obra a la pantalla, por que ella misma se identificaba con lo actos gestores de quien fuera llamada "La flor del trabajo". Loboguerrero, primera mujer en incursionar en el largometraje colombiano, graduada en Bellas Artes de la Universidad de los Andes e historiadora de la misma disciplina en la Sorbona, no sólo consolidó su oficio sino que allí se interesó en el cine y sus múltiples interpretaciones que con esfuerzo y complejidad las pudo poner en escena en Colombia en los años 80 con Su música a otra parte (1984) y Maria Cano en los 90, obra que le representó su punto más alto frente a lo cinematográfico, sin desconocer sus aportes a la cultura y el cine desde la gestión y lo administrativo, como ella misma lo recordó en la charla y como lo sustentan varias fuentes como Proimagenes, Dirección de Cinematografía y el Ministerio de Cultura con las que colaboró.
Fuente: Indiwire. La imagen no corresponde a la época de la película
El guión escrito a varias manos incluyendo a la directora, al cineasta Felipe Aljure junto a Luis Gonzalez, quienes siguen los pasos de Maria Cano, tras los sucesos de los años 20 y la indemnización de la la venta de Panamá a los Estados Unidos. Las luchas de clases se hacen más evidentes y mujeres como Cano no sólo serán únicas por sus reivindicaciones sociales sino por sus capacidades políticas, discursivas y culturales a favor de los obreros, las mujeres y desposeídos que se hacían cada vez más evidentes en un país en conflicto y diferencias sociales.La obra cíclica en su estructura y narrada como un flashback donde se nos presenta la vida de esta mujer, no sólo es una ilación de sus enfrentamientos contra el poder sino una historia de amor, del hombre que le abrió el camino para conocer todavía más las complejidades de una época; sin negar que en el largometraje se refleja esa pegunta que hace tanto Loboguerrero como otros autores colombianos sobre el destino de Cano, que sí bien no es tan desconocido u oscurecido por el poder o el tiempo, si queda el manto de duda, frente a la mujer que revolucionó los años 20, y 30 pero en sus últimos días, vivió alejada de todo eso que había construido, que se deja evidenciado al inicio y final del trabajo, eso sí, revisando la historia, el silencio de esta mujer, se debió en gran parte a la sociedad antioqueña de la época - que la vetó- y al mismo tiempo, el fraccionamiento político que se dio tras la Masacre de la Bananeras y otras "derrotas" en el campo social.
Si bien la fotografía de Carlos Sanchez recibió varias distinciones por este trabajo, y es uno de lo directores de fotografía y camarógrafos más distinguidos del país, no se logra apreciar esas virtudes en este largometraje, posiblemente por la copia u otros factores, aún así, debemos escribir sobre una fotografía eminentemente naturalista,que recurre a las pocas fuentes lumínicas que tenían a la mano, a un logrado manejo del color, donde colores tierras y rojos van a predominar, de resto es difícil de apreciar hasta el trabajo de cámara y demás. Lo mismo sucede con la música y con el trabajo sonoro, tal vez el punto más deficiente de la obra, donde varias secuencias se pierden por la mezcla sonora, al igual que diálogos y sonidos ambiente. Tal vez, cabe destacar el montaje, realizado a varias manos por Luis Alberto Restrepo, Gabriel Gonzalez Balli y Maria Emma Frade, que logran crear ese espíritu revolucionario a través de la unión de secuencias, planos y detalles; en la misma línea es destacable la dirección de arte y escenografía. Pero donde tiene más peso este largometraje, es en las actuaciones, es decir los papeles de Maria Eugenia Dávila y Frank Ramírez, quienes tienen todo el peso de la obra y de los personajes trascendentales tanto como Maria Cano como de Ignacio Torres, que no sólo se unieron para chocar contra el estado sino en una relación amorosa. De todas formas, actores como Diego Vélez o Jorge Escallón entre otros, logran grandes interpretaciones y apoyan aún más los papeles de los principales. Aunque debo decir que no fue la película que más me ha gustado, tanto por fondo como por forma, conocer la historia de Maria Cano y en cierto modo, la forma de producir cine en los años 90 en Colombia. Zoom in: Galardonada en el Festival de Cartagena
Montaje Paralelo: Feminismo - Lideres políticos