Iván el Terrible fue Zar de Rusia que vivió durante el siglo XVI y fue el primero de los grandes príncipes rusos que adoptó oficialmente ese título. Durante su reinado, Rusia era ya un inmenso país y Moscovia había eclipsado a los estados vecinos, pero en su estructura se superponían las instituciones medievales con el legado autocrático de Bizancio.
La política absolutista de Iván IV el Terrible tendió a galvanizar la vida rusa por la imposición de un nuevo régimen político, dirigido a expansionar los dominios moscovitas y a renovar el país con una marcada tendencia capitalista.
Nacimiento
Iván IV Vasílievich, el Terrible, nació en Moscú el 25 de agosto de 1530, siendo el primer hijo del gran príncipe Basilio III y de su segunda esposa, la princesa Elena Glinski. Huérfano de padre a los tres años y de madre a los ocho, Iván descendía por línea paterna del príncipe Alexander Nevski, cuyo hijo Daniel había sido el primero de una larga línea de grandes príncipes herederos de Moscú y fundador de la dinastía Danilovich, de la que Iván era el penúltimo representante. Por parte de su madre, Iván estaba emparentado con la nobleza ortodoxa rusa que, a comienzos del siglo XVI, había emigrado hacia territorio moscovita desde su Lituania natal. Ya durante su reinado, Iván IV formularía la teoría de que su dinastía descendía directamente del emperador romano Augusto, una fantasía que sólo se explicaba por las pretensiones de ampliar internacionalmente sus reclamaciones dinásticas.
Proclamación como Gran Príncipe
En 1533, inmediatamente después del fallecimiento de su padre, Iván fue proclamado gran príncipe, siendo su madre la encargada de gobernar en su nombre. En este cometido, la princesa Elena contó con la estrecha colaboración de su favorito, Iván Obolenski, circunstancia que alentó el infundado rumor de que el futuro zar era, en realidad, hijo suyo. La princesa Elena murió el 3 de abril de 1538, aparentemente envenenada, y aunque no se acusó a nadie de este supuesto crimen, Iván Obolenski fue enviado a prisión y se obligó a su hermana a ingresar como monja en un convento. A pesar de su cortad edad, Iván había tomado parte en los asuntos de estado desde los cinco años y, con la desaparición de su madre, se convirtió en el centro de una terrible lucha por el poder en la que participaban prominentes familias de la nobleza, fundamentalmente los Glinski, Bielski y Shuiski.
Muestras de su crueldad
El primer acto independiente de Iván tuvo lugar cuando contaba trece años, al ordenar el secuestro del príncipe Andréi Shuiski, jefe de una de las facciones que se disputaban el poder. Posteriormente, el príncipe Shuiski fue asesinado por los hombres de Iván. Pero el poder real permaneció en manos de los parientes del joven soberano, la familia Glinski. Aquél dedicaba su tiempo a cazar, visitar monasterios y realizar largos viajes por distintas zonas de sus vastos territorios. No obstante, sus muestras de crueldad eran constantes: cuando contaba quince años, ordenó que le cortasen la lengua a un miembro de la nobleza por «proferir palabras ofensivas». No soportaba ninguna crítica contra su persona, aunaba la ferocidad con una aparente devoción en una explosiva personalidad que orillaba la demencia. Los miembros de la nobleza se veían sometidos a frecuentes vejaciones, debiendo intervenir en su defensa el metropolitano Macario. Éste era arzobispo de Novgorod y fue el consejero que gozó de mayor ascendiente sobre Iván IV, inspirando la política de moderación que caracterizó los primeros años de su reinado. Macario fue uno de los primeros humanistas rusos y presidió varios concilios, fundamentalmente el que tuvo lugar en 1551 y que estableció durante siglos el futuro de la Iglesia ortodoxa. A pesar de su intervención, en junio de 1546 Iván IV ordenó varias ejecuciones, incluyendo la de uno de sus antiguos favoritos, Feodor Vorontsov. En ese mismo año, el príncipe solicitó el consejo de Macario sobre su boda y próxima coronación, durante la cual sería proclamado zar (una forma abreviada de césar) y no gran príncipe.
El nuevo zar
La coronación de Iván IV tuvo lugar el 16 de enero de 1547, y el 3 de febrero de ese mismo año contrajo matrimonio con Anastasia Románov, miembro de la antigua familia de Andréi Kobila-Koshkin (de la cual se derivaría la dinastía de los Románov). Mientras duró, fue un matrimonio aparentemente feliz. Tuvieron seis hijos, aunque sólo sobrevivieron dos. Anastasia ejerció, como Macario, una influencia positiva sobre el zar, actuando con frecuencia como mediadora e impidiendo que su esposo desplegara su crueldad contra los opositores. La influencia de Macario no se limitó a contener los impulsos homicidas del joven zar, sino que alentó a Iván IV para que estableciera un Estado cristiano basado en los principios de la justicia. Se propusieron una serie de reformas, comenzando con la sistematización de los asuntos relativos a la Iglesia, y fueron aprobadas en las asambleas religiosas de 1547 y 1549. En esta época, el zar contaba ya con las recomendaciones de un grupo de consejeros al que se conocía informalmente como el «consejo elegido». Entre sus principales miembros se encontraban el entonces favorito del zar, el pope Silvestre y un joven y talentoso estadista, Alekséi Adashev, quien no tardaría en caer en desgracia.
Reformas
En 1550 se recopiló un nuevo código legal, se mejoraron las condiciones del servicio militar y la práctica administrativa, y el gobierno central concedió cuotas más amplias de autogobierno local.
En 1549 se reunió la asamblea nacional para tratar la cuestión de los tártaros, cuyas incursiones los moscovitas habían temido desde hacía muchos años. Consciente de este peligro, Iván organizó diversas campañas contra dichas tribus en 1547, 1549 y 1552, participando personalmente en ellas y dejando a Macario como regente en Moscú. Como resultado de sus incursiones bélicas, se anexó el kanato musulmán de Kazán, que limitaba hacia el este la potencia moscovita, y el Volga pasó a ser un río ruso. En 1556 el kanato de Astraján, resto del antiguo esplendor tártaro, reconoció la supremacía moscovita sin que se derramara una sola gota de sangre. Parecían abrirse así posibilidades ilimitadas de expansión hacia el Ural y Siberia. Pero las luchas internas continuaban, complicadas por las reglas rusas de prioridad, mientras la nobleza crecía en número y en poder. En marzo de 1553, Iván cayó gravemente enfermo e hizo que los boyardos, o nobles, jurasen lealtad a su heredero, el príncipe Dimitri. El candidato de los boyardos era, sin embargo, un primo del zar, el príncipe Vladimir Staritski; temían los boyardos que la coronación de un infante reprodujera las luchas intestinas que habían tenido lugar a la muerte de Basilio III. Y pesar de todo, Iván consiguió que se reconocieran los derechos sucesorios de su hijo y, extrañamente, nadie sufrió las consecuencias de este delicado episodio. El príncipe Dimitri fue nombrado miembro del Consejo de Regencia, pero los boyardos pidieron al zar que enviase a su primogénito al mando de las tropas que debían marchar contra Polonia. La petición significó la sentencia de muerte del príncipe, pues el terrible zar llegó a la conclusión de que su hijo suponía un peligro y, en 1569, ordenó matarlo a él y a la zarina.
Las guerras Livonas
Restablecido de su enfermedad y habiendo asegurado ambas márgenes del Volga después de la derrota de los tártaros, Iván se preparó para una campaña que proporcionara una salida al mar, carencia que constituía una preocupación histórica de Rusia. Aunque los buques mercantes ingleses de Richard Chancellor habían establecido contacto con Moscú a través de la ruta marítima del norte, el zar estaba convencido de que el comercio con Europa dependía fundamentalmente del libre acceso al mar Báltico, y decidió volver sus ojos hacia el oeste y no hacia el sur. Las guerras livonas comenzaron en enero de 1558 y se prolongaron hasta 1582, cuando se llegó al armisticio después de que Rusia solicitara la intervención del papa Gregorio XIII. La guerra fue un fracaso para Rusia y el país quedó exhausto como consecuencia de los interminables años de lucha.
Régimen de terror
El soberano no pudo soportar el derrumbe de sus planes y esperanzas y, en 1581, tuvo una terrible discusión con su amado hijo Iván, a quien mató en un arrebato de ira incontenible. El hijo no fue, empero, el único que sufrió las consecuencias de su cólera, pues, meses más tarde, el zar envió a diversos monasterios listas con los nombres de más de tres mil personas a las que había ordenado ejecutar, e ingentes sumas de dinero, así como instrucciones para que los monjes orasen por las almas de los muertos.
La mayoría de estas ejecuciones se produjeron durante el período en el que Iván formó su famosa oprichnina, o guardia personal, e inició un verdadero régimen de terror nacido de la división de sus territorios en dos partes. Una parte de los territorios debía ser gobernada de forma tradicional, mientras que la otra —llamada precisamente oprichnina— estaba separada del resto de Moscovia y en ella el zar podía confiscar a su gusto los bienes de los boyardos. La oprichnina estaba integrada por cuarenta ciudades o pueblos y sus tierras eran repartidas entre los partidarios del zar, los oprichniki. Este primer intento de los soberanos moscovitas de luchar contra la gran nobleza provocó una violenta reacción tras la muerte de Iván IV. Sin embargo, como casi todos los documentos relativos a esta época fueron destruidos en uno de los incendios sufridos por Moscú, los historiadores ofrecen explicaciones disímiles para las acciones de Iván IV en este período de su reinado. La opinión generalizada es que la lucha se desarrolló entre la autocracia —el zar recibía los poderes de sí mismo y su autoridad no tenía límites— y la antigua nobleza, que se negaba a ceder sus privilegios y poder. Pero también había razones de orden militar que explican, por ejemplo, la formación de la oprichnina como guardia personal del zar después de que uno de los jefes militares más importantes desertara para ponerse a las órdenes del rey de Polonia. Esta guardia personal se mantuvo durante siete años y fue disuelta cuando fracasó en su intento de defender Moscú ante el ataque de los tártaros de Crimea en 1572. Los regimientos de la oprichnina regaron de sangre el reinado de Iván IV, y su brutal actuación provocó serias dudas sobre la estabilidad mental del zar. Los métodos del soberano ruso conmocionaron a sus contemporáneos, especialmente por la brutalidad de las ejecuciones públicas y por la forma despiadada en que ordenaba eliminar a los miembros de la Iglesia que le desagradaban.
Matrimonios de Ivan IV
Los historiadores concuerdan en el hecho de que Iván IV fue un político calculador que, después de la muerte de su primera esposa, decidió alcanzar sus objetivos políticos a través del matrimonio. Poco después de la muerte de Anastasia, impartió instrucciones precisas para establecer negociaciones con Segismundo II, rey de Polonia, y anunció que deseaba casarse con su hija Catalina. De este modo esperaba consolidar una unión política polaco-moscovita, idea que compartían muchos de sus contemporáneos a ambos lados de la frontera polaca. Iván IV era un hombre extremadamente apasionado y, puesto que no había ningún obstáculo para que mantuviese relaciones extramatrimoniales, cambiaba de esposa con mucha frecuencia. Tuvo seis esposas y una séptima que no fue reconocida por la Iglesia. Tres de ellas murieron, una le sobrevivió y se divorció de otras dos, que fueron obligadas a ingresar en un convento. Su ambición por cimentar las relaciones políticas con Inglaterra le llevó a discutir con el embajador de aquel país la posibilidad de contraer matrimonio con Mary Hastings, una de las damas de la reina Isabel. Incluso llegó a jugar con la idea de abdicar y trasladarse a vivir a Inglaterra, pero permaneció en el trono ruso hasta su muerte, acaecida el 18 de marzo de 1584.
Logros de Iván IV
Entre los muchos logros de Iván IV destaca su política de integración de Rusia en Europa, una línea que habría de continuar Pedro I el Grande. Esta política despertó el recelo de sus vecinos europeos, a quienes no les gustaba la idea de tener a un competidor fuerte y próspero en el terreno comercial. Luchó también para detener las incursiones de tártaros y turcos en territorio ruso, y alentó el desarrollo cultural de su país. Era un hombre instruido y escribía muy bien, sobresaliendo su acendrado sarcasmo en sus escritos de naturaleza política. Fue un hijo devoto de la Iglesia ortodoxa y llegó a componer plegarias y música religiosa, si bien esta lealtad interfirió a menudo con sus metas políticas. Sus argumentos en materia religiosa son contundentes por su poder de convicción, enfatizando el derecho divino del soberano a disfrutar de un poder ilimitado y emanado directamente de Dios. A pesar de su apelativo, una errónea traducción de la palabra rusa grozny, que significa ‘que inspira temor o respeto’, el reinado de Iván IV concluyó la construcción de un Estado ruso centralizado y creó un imperio que incluyó las naciones no eslavas.